jueves, 11 de marzo de 2021

8 de Marzo. ¿Y qué?

 

8 de Marzo. ¿Y qué…?

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Empiezo a estar bastante harta de circunscribir fechas a reivindicaciones de la misma manera que me chirrían las fechas navideñas asociadas a la bondad y solidaridad; por no hablar del 14 de febrero o del 14 de Abril. En casi todos los casos se convierte la efeméride en despropósito ya que son más las ganas que las posibilidades reales.

Cada año por estas fechas me vuelve el regusto amargo de llenarnos la boca con protestas haciendo los coros de la soflama institucional, que existe únicamente para justificar el sueldo (lo creo sinceramente, no hay idealistas en ningún gobierno occidental) y que no les saquen cantares. Eso sí, dejando la reivindicación en manos femeninas que se ponen el outfit feminista que exige la fecha. Un despropósito, insisto.

Abomino de que tengamos que alzar la voz con el beneplácito gubernamental (el dichoso derecho a la manifestación) el día que nos dejan. Paternalismo condescendiente y hetero patriarcal. Se me antoja tristísimo que a estas alturas, a más de doscientos años de la Revolución Francesa que marca el comienzo de la Edad Contemporánea, andemos todavía exigiendo que no se mate, que no se viole, que no se extorsione o abuse de nadie por el hecho de ser mujer. Y que se  pague lo que corresponda, que se exija lo justo y no más, que se tenga en consideración a una mujer como ser humano en condiciones de igualdad que al hombre.

Mi reflexión hace aguas por el Este y por el Sur, puntos cardinales donde están la gran cantidad de países en los que la condición de la mujer sigue instalada en la Edad Media. ¿Qué hacer? ¿Cómo reclamar? ¿Cómo cambiar esta terrible realidad? ¿Firmando peticiones en Internet…? Las respuestas nacen exhaustas de decepción y miedo, son retos peligrosos que acaban con la mujer apedreada hasta la muerte en una plaza pública o en una zanja cortada a cachitos.

Estuve en Irán hace dos años, fuera del circuito de viajes organizados, en un periplo extraño en el que me mezclé con gente de allí, disfrutando de su hospitalidad y de la oportunidad de contar y que me contaran cosas del día a día femenino –eran las mujeres las que más interesadas estaban en hablar con una mujer de Europa-. Recuerdo la charla distendida con una mujer teheraní, licenciada, inquieta y reivindicativa dentro del enorme límite que impone la ley en su país, y la frase con la que me despidió: “Qué suerte tienes de ser europea; aquí me llevarían a la cárcel si escribiera lo que tú escribes”.

A México viajo mucho por motivos amoroso/familiares y conozco de primera mano la realidad de la mujer en ese país norteamericano. Un país que sigue mamando la cultura de sus vecinos del norte, un país donde la violencia es como el dichoso pannuestrodecadadía, un país donde por ser mujer se vive con miedo las veinticuatro horas del día. Allí también harán manifestaciones tal día como hoy…con el miedo golpeteando en mitad del pecho.

Los pasos en la evolución hacia una sociedad menos injusta se dan de cien en cien años… o más. Desgraciadamente.

Por eso he puesto el título que he puesto a este post, porque… ¿no será que nos dejan un día al año para desahogar la rabia acumulada por tanta injusticia y luego –al día siguiente- todo vuelve a estar como estaba? ¿No será que han leído a Lampedusa y apañado su máxima famosa de “Todo tiene que cambiar para que todo siga igual”?

En fin. Que no me nace levantar la voz únicamente un día al año haciendo los coros a un gobierno pusilánime y  a una patronal que lo sigue teniendo todo atado y bien atado.

Adjunto un pequeño repaso a la historia para saber por qué el 8M es tal día como hoy.

“El 8 de marzo de 1857, miles de trabajadoras textiles decidieron salir a las calles de Nueva York con el lema ‘Pan y rosas’ para protestar por las míseras condiciones laborales y reivindicar un recorte del horario y el fin del trabajo infantil.

Fue una de las primeras manifestaciones para luchar por sus derechos, y distintos movimientos, sucesos y movilizaciones (como la huelga de las camiseras de 1909) se sucedieron a partir de entonces. El episodio también sirvió de referencia para fijar la fecha del Día Internacional de la Mujer en el 8 de marzo

El capítulo más cruento de la lucha por los derechos de la mujer se produjo, sin embargo, el 25 de marzo de 1911, cuando se incendió la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Un total de 123 mujeres y 23 hombres murieron. La mayoría eran jóvenes inmigrantes de entre 14 y 23 años.

Según el informe de los bomberos, una colilla mal apagada tirada en un cubo de restos de tela que no se había vaciado en dos meses fue el origen del incendio. Las trabajadoras y sus compañeros no pudieron escapar porque los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de escaleras y de las salidas, una práctica habitual entonces para evitar robos. Al no poder huir, muchas de las trabajadoras saltaron a la calle desde los pisos octavo, noveno y décimo del edificio. La mayoría de las víctimas murieron por quemadurasasfixia, lesiones por impacto contundente o una combinación de estas causas.”

Felices los felices, malgré tout.

LaAlquimista

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