lunes, 26 de abril de 2021

Fidelidad

 

Fidelidad

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Los tiempos cambian y ay de aquel que no se ponga al día con lo que ahora es correcto y lo que no. Ay de quien no sepa distinguir la fidelidad de la lealtad metiéndose en una charca donde ya sólo quedan sapos venenosos en vez de simpáticas ranas que otrora fueron príncipes.

Ahora mismo las parejas se enconan e incluso hablan de divorcio si una de las partes contratantes es infiel a la parte contratada. Y no hablo de cuernos ni de separar lo amoroso de lo genital ni de –al parecer- trasnochados conceptos.

Hablo de la única fidelidad que cuenta hoy en día: la de ver las series juntos, capítulo a capítulo en una especie de orgasmo simultáneo que condensa los objetivos de la pareja moderna, ergo seriéfila.

Lo sé porque lo sé y que no se me discuta. ¡Anda que iba a atreverse alguien a ver un sólo capítulo de “Juego de Tronos” sin estar agarrado de la mano en el nuevo tálamo llamado “sofá y mantita”! ¡Anda que no ha habido broncas porque uno de los dos no ha podido resistir la tentación y se ha dado el gustazo de ver en el móvil y a escondidas lo que es legítimo derecho de la pareja!

Hablo en serio y lo recalco para que nadie se piense que estoy de cachondeo o escribiendo con retranca. Ya no se estila el mosquearse porque se llega a casa a las diez de la noche porque “se ha alargado la reunión” o “había mucho tráfico”. Ya a casi nadie le importa encontrar rastros de otros seres (humanos) en la piel o la ropa de quien se acuesta al lado. Eso es lo de menos.

Lo de más es ver las series juntos, capítulo a capítulo, sin hacerse spoiler (que quiere decir contar lo que va a pasar o a quién le cortarán la mano) como prueba fehaciente y nada tácita de felicidad conyugal y de “contigo al fin del mundo” o hasta que estrenen la próxima temporada de “El cuento de la criada”.

A fin de cuentas ser fiel significa ser constante en los afectos, ideas y obligaciones. (RAE dixit). Así que los políticos chaqueteros son infieles por definición y los banqueros que roban a los pequeños accionistas, también lo son. Y ya ni te cuento lo fieles que son los que falsifican cosas: firmas de papeles oficiales, cuadros de autores famosos o trabajos de fin de máster. Si lo hacen con “fidelidad” al modelo original, es como para aplaudirles.

Lo mejor y menos trabajoso es ser fiel a uno mismo; es decir, llevarse lo mínimo la contraria y cuando nos equivocamos hacernos un quiebro a ritmo de mambo number five y recuperar el paso para seguir bailando sin que nadie se dé cuenta.

Lo dicho: si quieres tener la fiesta en paz con tu pareja siéntate a ver el capítulo doce de la sexta temporada (de lo que sea) como si no hubiera un mañana. Que no lo habrá si te pillan siendo “infiel”. Avisados quedáis.

Felices los felices (y los que vemos las series cuando nos da la gana.)

LaAlquimista

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