lunes, 26 de abril de 2021

Semana Santa en casita y feliz

 

Semana Santa en casita y feliz

2

Está el personal rabioso en general y resignado en lo particular; y no es para menos habida cuenta de que estamos inmersos en una pandemia que no ha dejado títere con cabeza y los gobernantes/funcionarios que tienen la sacrosanta obligación –para eso se les paga- de gestionar inteligentemente las herramientas pertinentes andan como pollo sin cabeza alborotando el corral patrio y el ajeno. Pues, curiosamente, la rabia generalizada no es por la ineptitud ecuménica sino porque ha llegado la Semana Santa con sus días sacrosantos vacacionales y no se puede ir de norte a sur ni de este a oeste. Nos importa lo que nos importa y poco más…

Darse un baño de humildad y una ducha de resiliencia nos vendría bien a todos en el sentido de que nos paráramos a pensar si realmente está el horno para bollos y no podríamos –por una vez aunque sea- ceder un poco ante la plaga que nos invade y aceptar lo irreversible. No parece que estemos por la labor vista la queja, la algarabía y los desencuentros entre nosotros mismos. Unos dicen blanco y otros blanco roto, blanco sucio o blanco tirando a beis. Un despropósito total y absoluto.

Hace justo una semana que anulé por fuerza mayor mi vuelo para viajar a Berlín y abrazar a mi hija pequeña después de nueve durísimos meses sin verla; como mujer cariñosa que soy me duele mucho pero me tengo que aguantar. A mi hija mayor ya hace un año que no la estrujo y también lo acepto porque viajar –una vez más- a México en plena efervescencia virulenta no parece ni mínimamente lógico aunque sea bien factible puesto que el aeropuerto de Cancún sigue abriendo los brazos a vuelos de cualquier origen. Pero este es otro tema.

Hace justo una semana que me quedé abatida ante la renuncia a los días en familia y no se me ocurrió otra idea mejor que hacer la maleta y marcharme por la costa cantábrica a la provincia de al lado, a tomar el aire y salir del encierro invernal que –como a todos- me ha dejado hecha polvo.

En un par de horas organicé –porque soy buena con la logística- varios días de encuentros amistosos, -todos disponibles por las fechas- saqué entradas on-line para visitar mi museo favorito –sin apretujones- y me pillé una habitación en un hotel semi-lujoso a precio de semi-ganga. Como abomino del transporte público apretujado y con mascarilla, le saqué brillo  a mi flamante “FY” y allá que me fui cantando a voz en cuello por la autopista. Feliz como una lombriz. -“Porque puedes hacerlo”, me dirán muchos; “porque quiero hacerlo”, contestaré. Que muchos no quieren hacer nada que no sea “lo que hace todo el mundo” y, claro, pues como que el “aforo” ahora se completa mucho antes.

Quedarse una Semana Santa en casita tan ricamente no creo que sea un trauma para nadie; y si lo va a ser, pues haz como yo: vete antes o vete después o si no, no te quejes. Y si las circunstancias lo impiden, pues ese dinerito que te ahorras…

Cuando pasé “sola en casa” las Navidades no me quejé más del cuarto de hora de cortesía; ahora que mi Semana Santa ha cambiado de destino, de fechas y de compañía, tampoco me voy a quejar. Porque estoy tranquila, sana y con la nevera llena. Y eso es lo que estoy valorando por encima de todo en estos momentos. Ya llegará el verano.

Felices los felices.

LaAlquimista

También puedes seguir la página de Facebook:

https://www.facebook.com/apartirdelos50/

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario