viernes, 11 de marzo de 2022

Todo lo que mata

 

Todo lo que mata

 

“Millones de seres mueren de enfermedades que podemos curar. Millones de seres viven en la pobreza cuando existen medios para abolirla. Degradamos la biosfera cuando sabemos que es nuestra única casa. Nos amenazamos con armas nucleares cuando sabemos adónde podrían llevarnos tales amenazas. Amamos las cosas vivas pero permitimos la extinción masiva de especies. Y todo lo demás: genocidios, torturas, esclavitudes, asesinatos de género, abuso de menores, tiroteos en escuelas, violaciones y otras muchas atrocidades diarias. Vivimos con estos tormentos y no nos asombramos cuando aun así encontramos la felicidad, incluso el mor.” (*)

La buena gente se rasga las vestiduras cuando un loco –otro más- decide poner en primera plana su megalomanía importándole bien poco la vida de sus semejantes, inocentes o culpables ellos. Las buenas gentes envían sus mensajes de paz, claman al cielo, gritan su rabia… pero asentirán mansamente al dictado de la necesidad de defenderse, de responder con contundencia, de aplicar la máxima latina “si vis pacem, para bellum”, aunque no sepan ubicarla en su contexto correcto. ¿Cómo se detiene a un loco en el siglo XXI?

El listado de conflictos bélicos no ha dejado de aumentar desde que el hombre comenzó a llevar la cuenta del primer asesinato, de la primera matanza, de la primigenia invasión de una tribu de cavernícolas a otro pueblo al que querían arrebatarle algo. Está en la esencia del ser humano ser violento, agresivo, cruento. Que se remita a los hechos quien piense de otra manera.

Cualquier ciudadano puede acceder al relato de todas las barbaries cometidas en la historia de la humanidad simplemente dándole a la tecla de la Wikipedia. Es espantoso, increíble, desesperanzador.

En estos momentos existe un conflicto armado en: Etiopía, Afganistán, Siria, Yemen, Israel-Palestina, Haití, Myanmar, Estado Islámico en África. Sin olvidar el pulso terrible entre EEUU y China, Irán contra EEU e Israel. Desde ayer mismo Ucrania, que ha sido atacada por Rusia. 

Esta guerra nos impacta porque es la más cercana, de la misma manera que cuando en 2019 un virus comenzó a asolar una ciudad desconocida en la lejana China ningún gobierno se lo tomó en serio. Quizás, en lo más recóndito de nuestro ser, tan sólo estemos temiendo en estos momentos que esa guerra nos alcance a nosotros. Que desestabilice nuestra economía y ponga en peligro el bienestar en el que nos hemos instalado como sociedad deshumanizada. Los titulares están servidos y, si no, al tiempo.

Felices los felices, cada día más difícil.

LaAlquimista

(*) Ian McEwan “Máquinas como yo” Anagrama 2019. Pag. 212.

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