viernes, 11 de marzo de 2022

¿Va esto de buenos y malos?

 

¿Va esto de buenos y malos?

Desde que un ser humano aterriza en este mundo aprende rápidamente que TODO lo que haga o deje de hacer podrá ser juzgado y condenado. Se empieza diciendo que “mi bebé es muy bueno”, para dejar claro que no llora por las noches y durante el día se limita a gorjear y no molestar demasiado. Pronto llega la amenaza sobrenatural por excelencia: “Si no eres bueno los Reyes Magos te traerán carbón” y de ahí un paso a que la criatura (nosotros mismos) se sienta culpable por casi todo lo que ocurra alrededor.

Como la mayoría de los seres humanos hemos sido concebidos, alimentados y educados bajo algún dogma y principio religioso, llevamos ese mensaje grabado a fuego en la parte del cerebro que archiva los esquemas conductuales. El Cielo y el Infierno, Dios y el Diablo, La Luz y la Oscuridad, el Bien y el Mal. Se le llama maniqueísmo y sigue vigente su doctrina en el imaginario colectivo desde que en el siglo III a un autodesignado “último profeta” persa (Mani, al que por cierto dieron muerte mediante el complicado sistema del desollamiento) se le ocurrió fundar otro nuevo movimiento religioso.

Curiosamente, sus enseñanzas calaron más de lo que él mismo pudo imaginar ya que cientos de años después todavía gran parte de la humanidad sigue creyendo que no hay término medio entre el Bien y el Mal. En el siglo XVIII el suizo Rousseau ya se dejó la piel –metafóricamente- defendiendo “la bondad del buen salvaje” y aprovechó el tirón de su filosofía para enredar a un “hombre bueno” como David Hume. El resto, es historia, pero historia de cómo no puede haber ni bondad absoluta ni mucho menos su opuesto.

Ahora mismo, en el siglo XXI, la pelea –la guerra- se presenta como la lucha entre “el malo” y “los inocentes”. El malo es el diablo, el loco, el megalómano, el déspota que quiere abarcar más y poseer más aunque para ello haya que dejar en “menos” a sus súbditos/ciudadanos. Es, sin duda alguna, “el malo de la película”. Y, claro, como no podía ser de otra manera, “el bueno” somos todos los demás, desde el que manda en EEUU hasta una jubilada/bloguera que suelta sus cosas desde una pequeña ciudad de Europa.

Pues va a ser que no; va a ocurrir que se irá desvelando poco a poco el verdadero interés que mueve a esta o cualquier otra guerra. Saldrán a relucir las miserias ¿? económicas y de interés puramente crematístico. La venta de armas, el asedio a las economías, la carambola política de enfrentarse a la RPC que espera su momento para comerse con patatas a Taiwan… En fin…¡Yo qué sé!

Pero lo que sí creo entender es que esto no va de “buenos y malos” sino de la lucha testosterónica por el poder mundial. Ya lo siento si suena feo lo de la testosterona, pero está por ver que la Historia se haya movido alguna vez al son de aspavientos histriónicos y faltos de empatía… de una mujer. Las mujeres –en la vida y en la guerra- acabamos siendo el refugio del que sufre, el apoyo al hijo inocente, la trinchera en la que se ofrece un abrazo amoroso o el auténtico calor humano. Contradictoriamente, también hay mujeres/soldados que van a la guerra porque quieren, pero me juego la “paguilla” del mes de Marzo a que tan sólo empuñan un fusil las que no tienen hijos.

Por eso reflexiono y me muerdo la lengua antes de poner la etiqueta de “bueno” o “malo” a nadie. Prefiero llamar “loco” al que ha olvidado la parte bondadosa del ser humano.

Felices los felices.

LaAlquimista

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