sábado, 31 de mayo de 2014

Viaje fin de curso a Palestina o Israel

 
La primera vez que leí el libro “Oh, Jerusalén” de Dominique Lapierre y Larri Collins sobre el nacimiento del Estado de Israel en 1948 se me quedó atragantado el maquiavelismo de unos y otros: británicos, ONU, Abdel Kader y la Legión Arabe, los combatientes del Irgan y el grupo Stern. Pasados treinta años de aquella primera lectura –durante la cual decidí que no viajaría a “Tierra Santa” jamás de los jamases, debo entonar el mea culpa de la rectificación porque el próximo lunes me voy a Jerusalem. Por mi cuenta y riesgo y sin organizador ni franciscanos de por medio estaré durante una semana en la ciudad sagrada de las tres religiones monoteístas que más han ayudado a cambiar –y casi hacer desaparecer- el perfil del mundo. En algún momento, las tres, han jugado –y siguen jugando- al triángulo de verdugo, víctima o salvador. Y yo quiero verlo con mis propios ojos.

Viajaré ligera de equipaje lo que descarta ordenador portátil; la retina de los ojos, la avidez por conocer, el deseo de compartir –si es posible- y la cámara de fotos serán soporte suficiente para el cuento que pienso traer de esa tierra. Obviamente no será un “carnet de voyage” ad hoc, pero intentaré extraer lo mejor de lo aprehendido para plasmarlo en el blog.

La sorpresa –como siempre- mi señora madre. Al comunicarle mi intención de viajar a Israel, interrumpe la conversación para apuntar: “a Israel no, hija mía, a Palestina”. Ole las ancianitas de ideas claras…

Como ya estuve hace unos años en Jordania me ahorro el desplazamiento al mar Muerto y traer botellitas con agua del río Jordán; tendrá que conformarse con algún souvenir del Santo Sepulcro o una astilla de la carpintería donde trabajó San José como autónomo. (Alucinante, se visitan esas cosas; lo digo por la carpintería, que conste)

Me he comprado una guía y me han prestado otra; he hablado con todos los amigos que han visitado la ciudad santa y he navegado por Internet durante un par de gigas buscando información, anécdotas, curiosidades. Así pues, quien me quiera favorecer con su perspectiva personal de la experiencia se sumará al carro de mis agradecimientos sinceros. Del lunes 6 al lunes 13 de Junio, cerrado por “viaje fin de curso”.

Sigamos siendo felices.

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

Post escrito en Junio 2011

Utilice el "contenedor rosa" para depositar sus sueños

Los del gremio periodístico creo que aprenden en la página 1 del Manual elemental de primer curso del periodista perfecto que la noticia no es que un perro muerda a un hombre sino que un hombre muerda a un perro y que lo que vende es la tragedia, el morbo, la sangre, el sexo y la muerte. Salpimentado con una pizca de cada uno de los siete pecados capitales el guiso final –a poco que se esfuerce la pluma avisada- será publicable. ¿Que cómo sé yo estas cosas sin haber ido a la facultad de Ciencias de la Información? Pues leyendo periódicos, escuchando la radio y viendo la tele en los bares mientras me tomo un cafelito a media mañana. Tampoco hace falta mucho más.

Así que, para llevar la contraria –como no podía ser de otra manera- me inventé un blog de color rosicler, políticamente correcto y donde no se dicen tacos ni hay salidas de tono, -que para eso ya están los perezreverte de turno que son legión. Lo más cercano al “mundo piruleta” de los que no queremos aceptar el lado oscuro de la vida y le vamos dando pinceladas de color aun a costa de mucho desespero y no poca confianza en el ser humano. Pero como el color rosa no me gusta más que en esas nubes que veo desde mi balcón en algunos atardeceres mayestáticos, los temas de mi blog tienen que rebuscar entre el lado bueno de la vida para que tengamos más sonrisas que muecas al escribir una y leer los otros.

Ayer fue el enamoramiento de la bendita cincuentona a la que le tocó la loto sin comprar boleto y hoy va la cosa de noticias buenas. A tal efecto y con esa ingenua intención me he pateado las portadas de una docena de periódicos digitales de aquí y de allá, de este país y de los que están más al norte, del hemisferio nuestro y del que está más al sur. La verdad es que iba a la caza y captura de “cierta” noticia que ya ha pasado a páginas interiores excepto que alguien levante la porra y la deje caer con visceralidad mal contenida. Me refiero –obviamente- a la evolución de las acampadas que soportan el movimiento 15-M.

Ellos son la buena noticia del día aunque los medios se hayan desinteresado del tema. Siguen ahí, aguantando inclemencias y denuestos, dispuestos a cuidar el brote de indignación contra la iniquidad de quienes mueven los hilos y a trasplantar el esqueje de dignidad renovada resultante a los corazones de las gentes de bien.

Ellos son la buena noticia de hoy. Existen, aunque no los veamos en el telediario. Hagamos un esfuerzo pequeñito por creer en ellos; de su trabajo, de su lucha, nos beneficiaremos todos. Para que este siga siendo el mejor de los mundos posibles, para no llevarle la contraria a Leibniz.

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

Post escrito en Mayo 2011

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

viernes, 30 de mayo de 2014

Una adolescente de 51 años


Dicen por ahí que la realidad supera la ficción, que lo que muestran en las películas es pecata minuta en comparación con lo que es real como la vida misma y esos ejemplos clarísimos los tenemos cada día si estamos atentos a las noticias del telediario, pero hay casos que no son noticia porque son situaciones felices y ya se sabe que venden más los horrores que los dulzores. Pero a lo que voy.

Gente que se divorcia después de veintiocho años de matrimonio y con tres hijos de por medio hay más bien poca porque existe un punto de no retorno difícil de franquear. No obstante, el Juzgado de Familia da cuenta del abanico completo de posibilidades al efecto que van desde los que están esperando que se cumpla el tiempo mínimo preceptivo de convivencia matrimonial para poder entablar la demanda de separación como los que deciden poner punto y final a su historia de amor con varios nietos en su haber.

Lo dicho: veintiocho años juntos y tres hijos mayores de edad. Un hombre y una mujer que deben “reinventarse” a sí mismos para poder seguir adelante. A él no lo conozco demasiado, pero ella forma parte de mi círculo cercano de amistades y cuando me comunicó –hace ya casi dos años- que habían “roto la baraja” porque la convivencia se había convertido en un páramo de silencios sobre el que caían demasiado a menudo tormentas devastadoras, me soltó el discurso de que los hombres se habían acabado para ella por los siglos de los siglos amen.

Pero la vida nunca se nos presenta como la habíamos imaginado, es un guión que se reescribe cada cierto tiempo, con correcciones sobre la marcha e inclusión de nuevos personajes secundarios que se abren paso a codazos hasta situarse en el papel estelar.

Desde hace unas semanas, esta mujer que siempre ha sido seria y poco dada a demostraciones salidas de tono, se ha visto sometida –sin buscarlo ella- a un tratamiento de rejuvenecimiento que para sí lo quisieran los de Hollywood: se ha enamorado como una cría.

Y han aparecido sonrisas olvidadas en su rostro y faldas de colores en su armario, las llamadas de después de cenar contando penas son ahora sobremesas entre velas y música romántica, el tiempo corre veloz sobre un calendario que no da abasto para todo lo que tiene que hacer, para todo lo que quiere hacer porque son muy fuertes las ganas y el deseo de aprovechar la vida, esa misma vida que hace un par de años se le presentaba como un camino polvoriento a recorrer con los pies descalzos.

Esta mujer de cincuenta y un años se ha convertido en una adolescente que no tiene más deseo que disfrutar de la vida y del amor que ha tenido en suerte conocer. ¿Retroceso intelectual o salto hacia delante? Las voces que la critican –porque no podía faltar la envidia disfrazada de prudencia y contención- no saben nada de la vida. Y menos del amor y del milagro que puede transformar a las personas.

Ahora tengo otra amiga feliz. A ver si va a ser contagioso…

En fin

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

Pôst escrito en Mayo 2011

Todo es tan inestable


Tuve un novio durante cinco años y cada vez que le preguntaba “¿me querrás mañana?” me contestaba: “mañana te lo diré”. Era una broma entre nosotros (obviamente) pero un dislate necesario para recordarnos lo efímero del amor –y de la vida si vamos a eso. Un buen día no le hice la pregunta retórica y él no me lo echó en cara, pero nos fuimos distanciando poco a poco porque nuestras vidas eran paralelas y ya se sabe que esas líneas nunca se juntan. Hoy en día, de vez en cuando nos saludamos desde lo profundo de nuestro camino y, si tengo capricho, le pido que me haga unas torrijas. Todo es tan inestable…

Tuve un trabajo durante treinta y seis años y cuatro meses y cuando aún faltaban diez años para que caducara el contrato me encontré haciendo un camino sin retorno hacia las filas del personal obsoleto. En dos bolsas reutilizables cupieron mis soportes de toda una vida
 –laboral. Algunas agendas viejas, fotos de comidas de hermandad ¿?, el txorroskillo de bola de nieve y los dibujos infantiles que mis hijas me regalaban por el día de la madre, todo quedó en aquella mesa llena de mis huellas digitales y el rastro de mi ADN. Todo es tan inestable…

Tuve amores y amistades que fueron prioridades del momento en que vivíamos, sueños compartidos y varias manos tirando del carro que un buen día se convirtió en una opción más o en una opción sin más y hubo de ser abandonado por consunción de los arrieros. Aunque se intentó darle poesía al abandono de las ilusiones se quedaron flotando en el viento… Todo es tan inestable.

Nada hay que se mantenga sin peligro de cambiar, todo es susceptible de caer o desaparecer de la noche a la mañana. Basta un instante. Tan sólo un instante para que aquello que jurábamos habría de permanecer en el mismo lugar durante mucho tiempo cambie de estado sólido a líquido –lágrimas, lluvia que convierte la tierra en lodo- y luego a gaseoso –para expandirse indefinidamente- como el aire hueco y vacío de la ausencia.

Todo es tan inestable…

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

Post escrito en Mayo 2011 (Sigue la inestabilidad)

jueves, 29 de mayo de 2014

Si me tapo los ojos...¿no me ve nadie?



Es esta una de las ingenuidades infantiles que a todos los padres nos ha hecho sonreír alguna vez; cuando la criatura juega a esconderse y¡se tapa los ojos! Igual es esta la forma que tiene de activar sus primigenios mecanismos de defensa frente a supuestas agresiones del entorno y que, con el tiempo, irá perfeccionando hasta superar con creces la famosa“técnica del avestruz” de todos los adultos conocida por tantas veces utilizada.

La cuestión es la siguiente. Cuando una circunstancia vital nos salta a la cara, de forma ineludible, como si la recibiéramos por correo certificado y con acuse de recibo…¿qué solemos hacer con ella? Y me refiero a realidades constatadas no al juego de palabras de lo que es posible y lo que es probable.

Estamos demasiado acostumbrados a que nuestro devenir cotidiano siga unos pasos previstos de antemano; algo así como el programa largo de la lavadora, va pasito a paso, durante dos largas horas. Quiero decir que ponemos la ruedecilla del programa y nos desentendemos: funciona sin nuestra intervención.

¿Pero qué ocurre cuando se estropea la lavadora y hay que llevar a cabo el proceso manualmente si queremos seguir llevando ropa limpia? Es decir, ¿nos tapamos los ojos y dejamos que se haga un gran montón de ropa sucia…con la excusa de que “ahora” no tenemos la lavadora?

Lo veo demasiado a menudo. Personas que van acumulando “ropasucia” en su haber por carecer de la energía suficiente para tomar una decisión y recomponer lo que se ha estropeado; ese tristemente famoso –y fatídico, a mi entender- “dejar fluir” las cosas,- que está muy bien en teoría, pero que en demasiadas ocasiones no fluye en absoluto y deja“las aguas” estancadas con el consiguiente riesgo de putrefacción.

Situaciones problemáticas tenemos todos en mayor o menor medida. Unos las ponemos encima de la mesa y otros se tapan los ojos. El conflicto ineludible aparece cuando una persona del primer grupo se topa con una del segundo. ¿Cómo solucionar un problema si una de las partes hace como si no existiera el problema, ignorándolo por medio del silencio, la indiferencia o la cobardía?

Tanto da que hablemos de fruslerías como de cuestiones vitales; que el tema en cuestión sea fijar las fechas de las vacaciones de verano o atender a llamadas de aviso urgente de nuestro cuerpo sobre una deteriorada salud. Si no queremos afrontar las cosas por miedo, por pereza, por indiferencia incluso y nos tapamos los ojos creyendo que ocultamos a la vista de los demás las situaciones reales que giran alrededor… ¿qué ganamos con ello si a la larga nos va a explotar la situación en la cara?

Es cansado e incluso aburrido responder a las demandas de nuestros semejantes. Preferimos a veces hacer oídos sordos cuando una amiga nos solicita más atención. Dejamos sin respuesta una larga carta en la que nos plantean una situación que nos resulta incómoda. Rechazamos “sentarnos a hablar cara a cara” sobre un problema de pareja, de familia, de relación.

Como cuando nos llega un aviso de multa y lo tiramos al fondo del cajón con gesto airado. Al cabo de un par de años llegará el embargo del importe –duplicado o triplicado- sobre nuestra cuenta corriente y seguiremos echándole la culpa a quien sea de habernos tapado nosotros los ojos para que no nos viera nadie lo que hacíamos.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

Post escrito en Mayo 2013

Todo lo bueno que hay en nuestra vida




Que ya está bien de quejarse, que no todo van a ser penas y murrias.

Empecemos por el principio.

En el principio éramos nosotros y luego fuimos creciendo. A la par que nos alargaban los pantalones o nos acortaban las faldas la inteligencia iba entrenándose para competir. O para evitar competir, pero aprendíamos a movernos por el mundo procurando que no nos echaran del todo del nido por si necesitábamos un refugio en tiempos de vacas flacas.

Luego acabó la guerra y vino lo que vino. (Paréntesis). Y nos enamoramos y nos desenamoraron varias veces aunque seguimos siendo “vírgenes” en muchas disciplinas. (Sin chistes). Y pasamos de recibir regalos a ponerlos en los zapatos y casi sin darnos cuenta nos empezaron a hablar de usted los críos que preguntan la hora y ahora estamos como en el chiste de la piscina llena de porquería, pidiéndole a la virgencita“que no haga olas”.

Pues no. Muy mal. Hasta aquí hemos llegado (por lo menos esta semana)

Deberes para la semana.

Vamos a hacer la lista de todas las cosas buenas que hay en nuestra vida. Una lista a la que le pondremos muchas estrellas o que estará un poco estrellada, pero que no va a ser juzgada por ningún entendido en el asunto de cosas felices, de esos que cobran por decirnos dónde está el gozo y dónde las sombras.

Empiezo yo:

1º-Lo mejor de mi vida es que estoy viva y con pocas “goteras”. (A partir de aquí desgrano todo lo demás)

(Es decir, primero yo, que soy el eje de todo esta historia)

2º-Lo segundo mejor de mi vida es que “siento” muchas cosas por dentro. Amor que me alegra y comparto e ilusiones que me encienden los ojos y el alma. (Es decir, mis sentimientos y emociones)

3º-En tercer lugar están mis hijas. Las quiero más que a mí misma. O igual como mínimo, no vayamos a exagerar. (Se alimentan del punto 1º y 2º)

4º-Aquí viene el resto del mundo. Unas personas íntimas y cercanas, amigas, y pocas enemigas. Buen equilibrio. (Aunque no siempre haya sido así)

5º-Hablemos de lo material. Tengo techo y dinero para comprar ropa y comida. (Alguna vez tuve mucho y otras mucho menos, como las mareas en el Cantábrico).

Ya.

Nada más.

No tengo quejas. Porque no tengo derecho a tenerlas.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

Post escrito en Mayo 2013...¡Y lo suscribo hoy!



miércoles, 28 de mayo de 2014

Hablando no siempre se entiende la gente



Uno de los aprendizajes más difíciles y duros que he tenido que hacer a lo largo de la vida ha sido aprender a escuchar lo que me decían los demás hasta el final y no interrumpir terminando yo las frases porque “ya sabía” lo que iban a decir. Ha sido este un defecto insoslayable hasta como quien dice ayer mismo. Podría decir en mi descargo que fue una “habilidad”aprendida a fuerza de padecerla durante toda mi infancia y juventud en el seno de una familia donde no se podía abrir la boca si era para contradecir o cuestionar la palabra de los mayores.

Bien es cierto que la mayoría de los humanos somos bastante predecibles en esto del lenguaje, que las situaciones son conocidas y familiares por lo repetitivas y vulgares y que, finalmente, la ilación de los pensamientos y su expresión oral sigue cauces marcados por siglos de costumbre.

Así que cuando finalmente aprendí a escuchar atentamente y a meterme en el discurso del otro y a esperar a que acabara de hablar para procesar su verbo y gestionarlo en mi mente y en mi corazón, descubrí –con harto horror y desasosiego- que a la mayoría de las personas les da exactamente igual lo que tú pienses en relación con lo que ellos dicen y que, al final de su discurso, ni esperan ni quieren ni necesitan escuchar el consiguiente derecho de réplica.

Que se habla porque se siente que hay mucho por decir, pero con interés casi nulo en lo que pueda necesitar expresar el contrario. Que, como en aquellos tiempos de dictaduras dentro y fuera de casa, hay demasiadas personas que siguen hablando ex catedra y les importa un ardite la opinión ajena. Vamos, que no hemos avanzado demasiado en esto de la comunicación.

El otro día, sin ir más lejos, -o quizás fue el año pasado, me encanta tener buena salud y mala memoria- me contó un conocido con el que me tropecé paseando por la orilla del mar, que iba a separarse, que andaban ya con abogados, que venía de una reunión con su próxima ex y que ya le había dejado bien claro con luz y taquígrafos todo lo que esperaba conseguir y lo que estaba dispuesto a ceder a cambio. Que estaba agotado de tanto que había tenido que hablar delante del abogado repitiendo en el despacho atestado de libros con el lomo dorado y rojo lo que mil veces había verborreado en el salón de su casa.

-“Bueno, -le dije yo,- ¿y ella qué dijo?” a lo que él me espetó –como si fuera yo su contrincante- “¿Y a mí qué puñetas me importa lo que diga ésa? ¡Si nos vamos a separar!”

Ahora que escucho más que hablo me doy cuenta de lo mal que lo he estado haciendo durante tantos años; ahora que presto atención a las palabras ajenas sin distraerme con la lista de la compra soy perfectamente consciente de lo poco y mal que nos comunicamos los seres humanos, de cómo uno habla sin darse cuenta de que lo que cuenta al otro le puede traer absolutamente al pairo, que el verbo es personal y casi siempre intransferible y que lo que para uno es piedra angular de su existencia para el oyente puede quedarse en la pura anécdota intranscendente.

Como cuando me preguntan en el parque por qué Elur anda medio turulato tropezándose con la hierba un poco alta y yo les digo que tiene meningitis y síndrome vestibular y ellos ni preguntan qué es eso, pero enseguida me cuentan que su propio perro –o el de su hijo o el de su cuñada-tuvo gastroenteritis en Navidad porque se comió media barra de turrón de chocolate sin que se dieran cuenta. Como cuando cuentas –a quien crees que te escucha, a quien piensas que le interesa- que llevas una mala racha por los motivos que sea y te contesta algo así como: “bueno, pues nada, que sigas bien, ya nos veremos un día de estos…” y te quedas con una cara de póker inviable, que sabes que acabas de perder esa partida y que no quieres volver a jugar con esa persona.

Hablando no siempre se entiende la gente cuando uno habla y el otro no escucha; o cuando los dos hablan a la vez. O, lo más común, cuando cada uno suelta su discurso sin mostrar interés en el de la otra persona.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

Post escrito en

No quiero ser injusta o la vecina que me vuelve loca



Con el paso de los años, cuanto más me canso, menos necesito dormir. Esta paradoja desangelada la conocemos bien las personas que estamos dejando atrás la década de los cincuenta. Es el momento en el que se debe decidir si se acepta el devenir natural del cuerpo, es decir, la ausencia de sueño, o se recurre a remedios químicos para pasar la noche con los ojos cerrados (pastillas).

Toda la vida he abominado de los medicamentos y de“pastillazos” varios; soy de esas personas ingenuas que se aguantan un dolor de cabeza o de estómago pensando: “esto tiene su razón de ser y también pasará”.Las farmacéuticas no hacen negocio conmigo y dejo para quien lo necesite más que yo mi cupo de medicamentos en la Seguridad Social; tengo buena salud y mucho empeño en solucionar por mi cuenta las pequeñas “goteras” de la edad.

Pero lo de la vecina me está superando. Ella también debe de dormir poco, pero no porque le moleste yo, sino porque le desvelan las horas y horas que pasa delante de la televisión…!en horario diurno y nocturno! Mucho antes de las ocho de la mañana “se conecta al mundo” a través de la caja tonta y demasiados decibelios y, con la contundencia de un buen aparato y unos mejores altavoces, avisa al mundo de que ya se ha puesto las pilas y está dispuesta a dar guerra. En realidad, esta señora, de la que desconozco el nombre, pero no el rostro, con la que no coincido casi nunca en el portal ni en el colmado de la esquina, tiene una edad bastante superior a la mía y seguramente padece el insomnio propio de una edad provecta.

Pero a mí me tiene reventada, porque como yo duermo muy poco cada vez, es decir, que igual a las cinco de la mañana estoy ya tecleando en el ordenador o leyendo un libro, aprovechando las horas de ausencia de sueño, luego me adormilo un rato hacia las siete y ese descanso complementario me lo fastidia la buena vecina con su actividad matutina frente al televisor. Aunque yo no me creo que sea una teleadicta, pienso más bien que se siente sola o es algo miedosa y utiliza la televisión como paliativo de la soledad o incluso que, como hacen muchos personajes de novela, habla con las presentadoras del telediario.

No quiero ser injusta y quejarme de lo que hacen los demás sin detenerme a pensar en lo que yo misma hago que pueda molestarles.

Porque yo he criado a dos hijas nada calladitas ni de pequeñas ni de mayores. En casa la música suena desde por la mañana, más o menos desde las diez y acaba más o menos hacia las once de la noche si hay película de por medio. Y además tengo un perro que, cuando está muy contento, ladra porque juega a correr por el pasillo o porque llaman al timbre y piensa que es alguna de “las niñas” que vuelve a casa.

No quiero ser injusta y abominar de una señora mayor que vive con su aparato de televisión al igual que otras vivimos con un perro, pero me cuesta comprender porqué tiene que conectarse a la caja tonta a primera hora del sábado y del domingo, incluso antes de las ocho de la mañana convencida de que es algo que tenemos que soportar sus vecinos. Además no quiero bajo ningún concepto enfrentarme a ella como una vieja gruñona –que todavía me falta mucho para llegar a serlo.

Así que intento adaptarme a los horarios de la buena señora y dormir cuando ella duerme y escuchar las óperas de Mozart cuando ella quema sus calorías emocionales y mi paciencia. O cuando sale a comprar, silencio absoluto desde las once –de la mañana- hasta la una del mediodía (pero ¿qué horas son estas para que yo duerma?)

También paso revista a los “ruidos” de mi vivienda cuando doy esas “cenitas” llenas de risa, jolgorio y música que acaban de madrugada. Intento no obviar los ruidos de mi dormitorio que hace pared con el salón de su casa. Intento tener en cuenta los ruidos de mi perro cuando lo dejo solo en casa. E intento, por encima de todo, no pensar en cómo seré yo cuando sea tan mayor como ella y la de cosas raras que haré y que mis vecinos no comprenderán.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:


Post escrito en Mayo 2013

martes, 27 de mayo de 2014

Cómo darse cuenta de que alguien no nos quiere



Hay muchas personas que defienden el hecho de que “cada uno quiere a su manera” y de esa forman ponen punto y final a cualquier queja que pueda expresar quien no se siente querido. Eso de“querer a su manera” siempre me ha parecido una falacia, ciertamente. Es como cuando me querían convencer de aquello tan terrible de “la letra con sangre entra” o lo otro de “quien bien te quiere te hará llorar”. Pues no señor, las tres afirmaciones son bárbaras, erróneas e inventadas para engañar y someter.

Es como hablar del tiempo. Si llueve a cántaros, ¿significa eso que hace mal tiempo? Pues depende. Siempre depende. Porque el agua es vida y la sequía muerte. Y si brilla el sol un mes entero, ¿significa eso que hace buen tiempo? Pues lo mismo.

Así que no será la lluvia ni los rayos de sol lo que hay que identificar con bondad o maldad sino la “percepción” de la Tierra en ese momento. Y eso es lo que importa de verdad también en la forma de expresar los sentimientos amorosos, la forma en que los perciben los demás.

Yo me doy cuenta de que alguien no me quiere cuando lo que percibo de esa persona me hace daño. O me deja indiferente. A partir de ahí, todo es posible, pero si no llegamos a ese umbral en el que me siento cómoda, a gusto, calentita con la cercanía y deseosa de que dure un poco más… no hay nada que hacer.

Cuando alguien evita los gestos y palabras cariñosas, cuando no me toca ni me besa ni me abraza…que no me diga que me quiere “a su manera”.

Cuando alguien rechaza mi compañía –o no la busca- que no me haga creer que me quiere.

Cuando alguien me tiene como último recurso para que le ayude y no como compañía para compartir… que no me diga que me quiere.

Cuando alguien sólo sabe pedir y se olvida de dar, que no hable de amor conmigo.

Cuando alguien da por supuesto que tiene mi amor y no se esfuerza en cuidar el suyo…que no se diga a sí mismo que me quiere.

Y eso sin hablar del respeto, de la comprensión, de la fidelidad y la honestidad que se supone deben sentir entre sí las personas que se quieren.

Y cuando me manifiesto al respecto, en más de una ocasión me he tenido que tragar el sapo ése de: “si yo es que te quiero a mi manera”o esa absurdidad de: “es lo que hay”.

Pues no y mil veces no. Sólo hay una forma de amor válido: aquél que hace sentirse bien, en paz y feliz a quien lo da…y a quien lo recibe.

Porque el amor es libre y a nadie le ata más de lo que su corazón permite.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:



Post escrito en Mayo 2012 (-Creo que sigo pensando igual)




Copago sanitario; justos por pecadores




Cualquier españolito de a pié conoce el número de parados que hay en este país; pero lo que ya no está tan claro es si sabe cuántos pensionistas hay. ¿Tantos como parados? Pues no. Unos cuantos más. Tantos, como la escalofriante cifra de siete millones. SIETE millones de pensionistas que…curiosamente, son los que han alimentado las arcas del estado con sus impuestos durante –como mínimo- treinta y cinco años por persona. Es decir: que si ahora hay dinero –por poco que haya- es gracias, entre otras cosas, a esos siete millones de personas “mayores” que se han deslomado trabajando y pagando impuestos al céntimo.

Lo justo, honesto y también legal hasta ayer mismo, es que puedan recoger lo que han sembrado y sigan manteniendo una sanidad gratuita de pleno derecho, porque es suya y bien suya. Pero no.

Va a haber un 10% de repago generalizado de los medicamentos a cargo de los jubilados, un 40% a cargo de los funcionarios –aunque estén jubilados–, y los trabajadores en activo, aunque estén en paro, si cobran prestación, pagarán al menos la mitad del precio de los fármacos. Curiosamente, la inflación ha subido tan sólo el 1,2%, “una bendición del euro” según el Gobernador del Banco de España y los recortes del Ministerio de la Presidencia–de donde salen los sueldos de los políticos- justo justo llegan a un 3,5% que contrasta descaradamente con ese otro 20% de bajonazo a las Autonomías en Sanidad, Educación y Servicios Sociales.

Sirva todo este largo prolegómeno para ubicar la situación concreta a la que quiero dar salida, que sepamos en qué cifras nos movemos.

Pero en lo que en realidad quiero hacer hincapié es en el hecho de que, una vez más, van a pagar justos por pecadores. ¿Por qué se implanta el repago sanitario? Pues porque, evidentemente, el gasto ha llegado a ser absolutamente exagerado y desproporcionado a la misma población jubilada. Por supuesto que no justifico ni estoy de acuerdo en absoluto con las medidas económicas que está aplicando el Gobierno para sanear unas cuentas que están tocadas del ala, si no de muerte, porque son medidas que expolian al más débil, que se ciernen como espadas de Damocles sobre un colectivo que no puede defenderse.

Quizás hubiera bastado que se revisara la expedición abusiva de medicamentos a tantas y tantas personas que parece que hacen “colección de recetas” y que cada vez que van a la farmacia tienen que llevar el carrito de la compra. Parece ser –y digo parece porque soy una privilegiada que gasta en medicinas menos que un ateo en agua bendita- que en muchísimos hogares españoles, y con toda naturalidad, existen auténticos “arsenales” de medicamentos como una costumbre normal y corriente. Stocks absurdos de medicinas que nunca se han utilizado ni desprecintado, un almacenaje casero cuya práctica se remonta a muchos años ha.

En los ambulatorios, cuando ponen el “contenedor” para depositar medicamentos caducados o bien no terminados de consumir, se amontonan cajas y cajas SIN ABRIR.

¿Qué significa esto? Pues dos cosas: la primera es que parece que al paciente se le contenta –aunque no se le cure- con la expedición masiva de medicamentos. Y la segunda, que el paciente coge la costumbre de pedir medicamentos que no necesita realmente para…¿qué? Pues muy sencillo. Picaresca para darle los medicamentos gratuitamente a quien de otra manera debería pagarlos, práctica que debe ser bastante habitual… y no vamos a señalar a nadie. Pero ya sabes, como yo tengo las medicinas gratis, pues las saco sin pagar para toda la familia. ¡Qué truquito, eh!

Y como todo esto lo sabe el Gobierno, como sabe del uso y abuso del sistema sanitario por parte de los que han abusado de él –eso sin contar la atención médica a quien, por no haber pagado impuestos en este país en su vida, también tienen derecho, y como el Gobierno no es una ONG ha decidido cometer un acto injusto, un abuso de poder, sin contar con el incumplimiento de promesa electoral, y hacer pagar a justos por pecadores.

Como viene siendo habitual en los últimos doscientos años…

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:



*Post escrito en Mayo 2012




lunes, 26 de mayo de 2014

Meteduras de pata



Durante muchos –demasiados- años fui una especialista en el nada desdeñable arte de “meter la pata”. Pero, a diferencia de otros adeptos al mismo que, con sus patinazos, hacían reir, lo mío era más bien patético. Sobre todo para mí, claro está. Digamos que tenía el verbo tan rápido como el pensamiento y sin activar el filtro de la prudencia. Así que pasaba lo que tenía que pasar, que en no pocas ocasiones perdía la partida social que no admitía “gente sincera”.

De esta forma aprendí a estar callada, sobre todo cuando no me interesaba demasiado la cosa. Pensaba: “¿para qué me voy a tomar la molestia de expresar mi opinión si esto ni me va ni me viene?” Y así gané muchos “amigos”.

Pero con el paso del tiempo, empecé a darme cuenta de que era mínima la satisfacción que obtenía callándome, que lo hacía por no llamar la atención en contra de mi persona; por cobardía, vamos. ¡Y vuelta a des-aprender la lección que había entendido mal!

Tuve que convencerme a mí misma de que callar no es sinónimo de sumisión. De que el silencio significa también falta de precipitación. O falta de interés, según se tercie. Es decir, que unas veces tenía que dar mi opinión y en otras debía callarme como una muerta. Pero ¿cómo diferenciar unas situaciones de las otras? ¡Menuda papeleta!

Los niños y los jóvenes, con sus ansias e ímpetus, poco tiempo tienen para “pensarse” las cosas. Con espontaneidad, frescura e incluso inocencia, interactúan con el mundo de los adultos sin prestar miras a las consecuencias de sus palabras (o de sus actos). Les tenemos por irreflexivos a la vez que por incontaminados; les miramos (y soportamos) con la paciencia que se instala en nuestro interior como lo han hecho las canas en nuestra cabeza y el peso de la vida en nuestro corazón. Y les vemos “meter la pata” ante la vida, ante la sociedad, ante lo estatuido, con una mirada mitad conmiserativa, mitad nostálgica…

Porque nosotros, los adultos, ya no metemos la pata. Hemos aprendido que es más importante el “quién” que el “cuándo” y hemos aprendido–mal que bien- a separar el grano de la paja- y a discernir a quién podemos hablarle sin ambages (y sin miedo a meter la pata) y con quién debemos guardar una distancia más que considerable.

Hemos ganado en sabiduría y hemos perdido en frescura. O no, vaya usted a saber.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:



*Post escrito en Mayo 2012

El amor que no se expresa se pierde

 



La frase no es mía, aunque la suscribo, sino de una persona amiga que compartía conmigo sus íntimas reflexiones. Me decía –y a ver si lo transmito correctamente, que ya sé que me estás leyendo- que siempre sintió que en su interior había mucho amor, amor suyo, amor que nacía de su propia esencia como ser humano, pero que, por miedo a entregarlo como hizo una vez y sufrir como hizo aquella vez, lo había protegido con una coraza y colocado un candado bien grande. Para que nadie se lo robase o para negarse a una posible futura entrega. Por prevención, prudencia o, simplemente, miedo.

Y así había estado viviendo estos últimos años, en una tranquilidad aburrida y carente de todo sobresalto; justo lo que creía que necesitaba. Sin embargo, últimamente, estaba surgiendo de su interior una vocecilla –a la altura del fondo de su estómago, más o menos- que le susurraba y molestaba cuestionándole si no habría cometido el más grande de los errores: el de no amar.

Hasta aquí el planteamiento de quien conmigo compartía inquietudes. A partir de aquí, la reflexión que a mí se me ocurre y que ya está fuera del ámbito de lo personal y se inclina a una divagación nada inocente.

Lo que más me gustó de aquella conversación pausada, sin ruidos de fondo y ausente de prisa, fue el hecho de reconocer que el “amor” no es algo que tenga que venir de fuera, sino que ya anida en nuestro interior, que viene de fábrica en el modelo de serie. En contra –y muchas discusiones ha habido- de la opinión de tantos y tantos que hablan como si hubiera en nosotros un vacío que ha de ser llenado por el amor que viene de fuera. Contraria sigo siendo a la tan extendida premisa de que “sin ti no soy nada” y “antes de conocerte mi vida no tenía sentido”.

Yo creo firmemente que todos nacemos con una capacidad de amar infinita en nuestro interior. Así como el corazón bombeará sangre y los pulmones trasegarán aire con una capacidad sin límite, indiscriminada –hasta su fin- también el amor existe en cada persona para que hagamos con él lo que queramos. Amordazar, maniatar, reprimir, constreñir o ignorar. Es nuestra elección. Expresar, mostrar, compartir o regalar. Lo que libremente decidamos.

Pero teniendo muy claro que lo que no se expresa, se pierde.

Y allá cada cual con sus decisiones, que no le eche la culpa a nadie de sus propias incapacidades, de las limitaciones que no ha sido capaz de superar, de la arrogancia de creer que tiene derecho a ser amado sin entregar apenas nada a cambio, de la soberbia infinita de pensar que porque una vez entregó el amor, ya nunca más ha de volverlo a entregar y sentir entonces cómo la vida se engrisece, cómo los días se vacían, cómo la gente de buen corazón no tiene ya nada que decir ante la frialdad en la que se ha voluntariamente instalado.

Amar o no amar, ésa podría ser la cuestión.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:


*Post escrito en Mayo 2012

domingo, 25 de mayo de 2014

Monólogo interior de una joven cabreada




“A mí lo que me gustaría decir es que estoy indignada, pero ahora no se puede usar esa palabra sin que te pongan debajo de una tienda de campaña en la plaza Mayor de tu pueblo, así que diré que estoy cabreada que también se entiende bien el significado de la palabra, bien cabreada porque estoy ya un poco harta de escuchar por todas partes que la mayor parte de la juventud somos unos parásitos que chupamos de los padres alargando los estudios años y años para no tener que enfrentarnos al mundo hostil y laboral que nos espera al otro lado, se quejan los adultos, se quejan los padres, se quejan de lo que no es más que su obra y esconden la mano después de tirar la piedra, o como los avestruces la cabeza, para no ver, para no querer ver, que yo no quise preguntar nunca porqué me compraban la ropa de marca aunque sabía perfectamente que era para que no se dijera de que su hija iba vestida peor que las demás o la gameboy que me cayó por la comunión, junto a un montón de pasta que me regalaron y que me dijeron que era para mis cosas, con 10 años qué cosas iba a tener yo como no fuera comprarme todos los caprichos que se me antojaban, y mi padre obrero y mi madre limpiando en el colegio de las monjas, trabajadora de base, eso sí, con un coche bien grande y fardón íbamos al pueblo cada año a fardar, aunque se lo curraban como locos, horas extras habrá metido mi padre por un tubo y la ama se habrá teñido ella las mechas en la cocina con mi ayuda pero a mí siempre me compraba el chándal de las rayitas verticales y en verano el bikini de los caros y siempre orgullosa de que yo fuera guapa y bien lucida, que me exhibía como perrito de competición y a mí no me importaba, tan feliz, y qué dice de que todo el día con la Play si mi padre mete horas a porrillo en el sofá los sábados por la tarde cuando se queda solo en casa porque mi madre se va a pasear con las amigas y luego todo son quejas, que yo no les pedía la paga pero me daban una pasta, para que no fuera menos que las demás, y claro una se acostumbra y entre alternar y pasarlo bien luego te das cuenta de que este mundo es una mierda con la crisis y mil veces escuchado esto, de bueno hija, tú no te preocupes que donde comen dos comen tres y a ver así, que a mí me da lo mismo, ya les dije, yo no quiero estudiar, yo quiero ser dependienta de Zara y todo fueron gritos entonces y son también gritos ahora aunque me matriculé en la Universidad aunque no me apetecía nada de lo que daban, pero claro, ellos no estudiaron y se creen ahora que habrían estudiado si sus padres hubieran podido darles estudios, pero yo creo que es la excusa que no se creen ni ellos porque si todo se hereda yo también he heredado de ellos las pocas ganas de estudiar, que en casa ni un triste libro hay como no sean los que yo leo, eso sí, una tele en cada cuarto que sólo falta que pongan una colgada de la alcachofa de la ducha, así que me parece súper injusto lo que ha dicho mi madre de la juventud que somos unos jetas alargando los estudios y sacándonos unas pelas para nuestras cosas sin ayudar en casa para nada, en la sobremesa de la comida familiar que estábamos todos porque era el cumpleaños de la abuela, que me ha parecido hasta amargada y todo porque les ha tocado currar en vez de divertirse cuando han sido jóvenes, que para eso somos jóvenes, a ver y si no que nos hubieran educado mejor con ese sentido de la responsabilidad que ahora dicen que nos falta y con valores que también se les llena la boca diciendo que carecemos de ellos, que de lo que se come se cría.…”


En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

*Post escrito en Mayo 2011. ¿Ha cambiado mucho la situación desde entonces...?

Toda la noche descalza y sin comer

 
Ayer llegué a casa con el cuerpo alborotado. Por la mañana llevé el coche al concesionario oficial y le hicieron de todo por valor de 700€, hasta cuatro ruedas nuevas de la marca más cara del mercado le mandé poner, que en seguridad no escatimo yo ni un céntimo. Con la angustia de lo gastado decidí ahorrar en comer e ingerí un plato de vainas con patatas y un yogur, a ver quién es el guapo que se come un lenguado después del dispendio matutino… Me salté la siesta –horror donde los haya para una “pre” como yo- para acudir al plató de la tele de aquí y hacer que me ficharan de frente y de perfil por poner mis neuronas al servicio de la “SpanishRevolution”. Después, sin solución de continuidad –vaya frase rimbombante - me fui a la fiesta de fin de curso de mi querida fundación OSCUS, donde estuve abanicándome como una loca por espacio de dos horas y media para acabar tomando “la espuela” en un garito de lo Viejo.

Así que llegué a casa con el cuerpo alborotado. Tampoco era tan tarde, las diez de la noche, una hora como otra cualquiera para llamar a la puerta del vecino y pedirle… no sé… unas pinzas para tender la ropa que se me han acabado. Sí, ya sé que lo mío con mi vecino –el de las torrijas- no es precisamente lo que podríamos llamar amor sino más bien interés puro y duro. (Sin chistes) Pero una tiene sus debilidades y ayer, con “la calor” se me habían sublevado las hormonas.

Llamé a su puerta y tardó en abrir –si bien yo ya sabía que estaba, los watios de su equipo de música son famosos en toda la vecindad- y cuando lo hizo en seguida me percaté de que algo no iba bien. En vez de alegrársele los ojillos y dedicarme un redoble de pestañas como es habitual en él puso cara de póker y me dijo: -“hola, buenas noches, ¿querías algo?”

Servidora que ha hecho guardia en las peores garitas se barruntó rápidamente la jugada y, rápida como sólo puede serlo una mujer de cincuenta y siete millones de dólares, le dije: “no, nada, que se me ha reventado la cañería del cuarto de baño y dentro de nada va a empezar a rezumarte el agua por la pared”.

Media vuelta y a casa con las orejas gachas y un rastro de perfume “Miss Dior” –encima el que uso yo- en la pituitaria. Alguna vez tenía que ocurrir. Toda la noche descalza y sin comer…

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

sábado, 24 de mayo de 2014

La "revolución" en tiempo real

 
Soy un bicho raro que va con los tiempos, quiero decir que me apunto a las modas para no perder la perspectiva, porque no quiero que me pillen en un renuncio, anclada en un pasado reciente u obsoleto. Y mis hijas. ¿Cómo sustraerme a la nueva tecnología junto a dos jóvenes que están al tanto de todo? Aunque me respetan en mis manías de señora mayor no puedo evitar “cotillear” lo que ellas hacen, el mundo en el que viven y dejarme atraer por el canto de sirenas que de la juventud emana.

Por eso me apunté a Facebook y aunque me resisto a estar todo el día “tuiteando” mis pasos –como hacen algunos, que por cierto me parece el colmo de la estupidez (¿a quién le importa que vayas camino de una cita o que te haya pillado un atasco en la A8?)-, estoy comprobando en estas últimas horas cómo se puede mantener la puerta de la comunicación abierta en tiempo real a través de las redes sociales.

Pero mis amigos de mi edad no están en casi ninguna red social; mis amigos de más de cincuenta años dicen –casi todos- que eso es muy peligroso, que pueden utilizar tus datos y photosopear tus fotos, que quedas expuesto a la barbarie del descerebrado soltando tus datos al ciberespacio y que soy una loca de la vida por dejarme arrastrar por las modas juveniles. Y yo les digo a mis amigos que la información en tiempo real de lo que está ocurriendo en estos momentos en España y su repercusión en el mundo entero me parece la mejor fuente de energía, el mejor empuje real para movilizar la conciencia individual y moverla hacia la esperanza colectiva.

Les digo –a esos recalcitrantes de la tecnología punta- que es mucho más fiable la información que aparece en la red social que las noticias del telediario de cualquier cadena televisiva, que cualquier tertulia matinal amañada y mucho más rápida y eficaz que la prensa escrita a la que no le da tiempo de perseguir la noticia que va cambiando cada hora. Si bien es cierto que se pueden infiltrar “manipuladores” por lo menos no están institucionalizados.

Así que desde esta pequeña palestra animo a las personas mayores que miran de manera recalcitrante la forma de comunicarse de esta sociedad que se apunten –que es gratis- a cualquier red social si quieren ver cómo funciona el mundo, si quieren enterarse de lo que realmente está pasando. Porque lo que está ocurriendo nos atañe a todos, no únicamente a los jóvenes, porque alguien ha tirado una piedra en mitad del estanque (aunque no sepamos quién ha sido) pero sus ondas se están expandiendo irremediable –y afortunadamente- llevando el canto de indignación que todos teníamos en nuestro interior a la superficie.

En el último párrafo de su carta, lo explica bien claro mi amigo JKite:

“Hay mucha inercia de la que desprenderse, muchos prejuicios y tópicos de los que librarse y mucho que aprender, porque nadie nos ha enseñado a gestionar la entrega, el interés por los demás, y las buenas intenciones...tampoco habíamos tenido que hacerlo nunca antes, ya aprenderán, ya aprenderemos, creo que vienen tiempos interesantes.”

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

* Post escrito hace tres años. ¿He evolucionado algo?

Mis pobres muelas


He parido dos hijas; bueno, pues ni en los partos tuve tanto miedo como el que siento cada vez que tengo que ir al dentista. Aunque ya sé que ahora las técnicas han cambiado y que las carnicerías de otra época –empastes sin anestesia, tornos que echaban chispas, extracciones aterradoras, y el olor, aquél olor- no existen más que en un aterrador (e imborrable) recuerdo. Pero no me quedaba más remedio que ir si no quería que, en un futuro más próximo que lejano, mis piezas dentales empezaran a bailar una danza sin retorno.

Fui a una clínica dental de esas que se anuncian por doquier y acepté un presupuesto adecuado a mis necesidades. A la hora de concertar las citas –dada mi disponibilidad de tiempo- tan sólo demandé que se me diera la primera hora de la mañana para que el profesional de turno estuviera bien fresco a la hora de enfrentarse a mi desafío dental. Las 10 de la mañana es buena hora para empezar a trabajar –ya me extrañó-, pero bueno. Y allí estaba yo, con puntualidad británica y miedo africano. La recepcionista me invitó a sentarme en la sala de espera y a leer una revista. “¿Espera, qué espera si tengo la primera hora de la mañana y acaban de abrir el consultorio?”- Las diez y cinco, las diez y diez, las diez y cuarto… y de repente entra por la puerta de la calle una mujer joven, que con paso decidido se dirige al interior. Saluda a la recepcionista y a mí ni me mira. Las diez y diecisiete y me informan de que ya puedo pasar. Y allí me la encuentro, en la supuesta cámara de torturas, a la doctora que ha llegado a su trabajo con un cuarto de hora de retraso y que ni siquiera emite una somera disculpa.

La siguiente media hora –la que necesita para hacerme un empaste atómico- se la pasa de cháchara con su ayudante contando el último capítulo de una serie que deben pasar por la noche sobre Ana Bolena y me entero –qué remedio- que le parece muy interesante todo lo que cuentan y que como no tenía sueño se quedó enganchada hasta el final. De vez en cuando interrumpe su disertación con unos lacónicos “abre más la boca”, “aprieta ahora”, “vuelve a abrir” dirigidos a mi persona y que tan sólo detecto por el cambio de tono –del superficial al autoritario- que utiliza. Daño no me hizo ni cuando me puso la anestesia así que no tuve necesidad de quedarme con su cara aunque tampoco habría podido porque la llevaba oculta tras la preceptiva mascarilla de color verde.

De vuelta a la Recepción –para abonar lo “consumido” y concertar una nueva cita- indico que mejor me den a las 10.15h. en vez de a las 10.00h. para no tener que esperar, irónica sutileza que no capta la señorita que me atiende pues me indica que “cuando se va al dentista ya se sabe que hay que esperar…” . Me voy para mi casa a dormir la mona de la anestesia (que parece que me han metido de todo) pensando que no ha cambiado mucho la cosa: se ponen una bata blanca y ya se creen con derecho a casi todo…

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

viernes, 23 de mayo de 2014

Vaya chapuza de vida

 
Hoy he vuelto a revolver armarios. Buscando un viejo álbum de fotos me he topado con lo que no quería, o por lo menos, con lo que no esperaba volverme a encontrar: uno de los mil cuadernos que fui llenando con poesías, apuntes y delirios varios durante mi juventud y que estaba “escondido” –y no me acuerdo para qué ni por qué.

Es curioso, ni siquiera me ha cambiado la letra en los últimos cuarenta años, sigue siendo “mi letra” inconfundible, ni más serena ahora ni más audaz antes: igual a sí misma, como si no hubiera pasado por ella –por encima de ella- la vida y su delirio. Cien páginas justas, ni una más ni una menos, de ideas con letra clara y pensamientos sin sombra alguna; ni dudas ni temores, toda una vida por delante.

“Pienso si algún día tendré que enfrentarme al gran monstruo que habita dentro del ser humano, si tendré fuerza suficiente para no dar la espalda al enemigo, si seré capaz de superar la cobardía que es inherente al hombre y sobre todo a la mujer”. (Mayo 1968) La fecha es pura casualidad; en aquel entonces- con quince años- me preocupaban más los rincones oscuros para besarse que las barricadas. Empezaba a leer a Sartre y a Camús y no me enteraba (todavía) de nada.

“Aunque me duela sé que escogeré el camino difícil, el que está lleno de piedras y silencio, el que te lleva a la orilla del río y te detiene ahí, sin posibilidad de cruzar al otro lado” Agosto 1968.- Está claro que acababa de leer “Siddartha”.

“No creo en la familia, ni en el municipio ni en la Patria. Estoy empezando a constatar que nos han contado un montón de mentiras.” Enero 1969.- La constatación me llega a los 16 años, la sospecha ya había calado antes. ¿Estaría leyendo “El capital”?

“El hombre de mi vida pasará por mi lado sin que me dé ni cuenta. Espero estar ocupada en cosas ” Agosto 1969 Premonición o maleficio se ha cumplido fielmente. (Influencia de la Beauvoir, fijo)

Después de un par de horas manchándome los dedos del polvo de las páginas del cuaderno, no he aguantado más y me he ido a visitar a mi madre y de paso a preguntarle si ya desde pequeña yo era una niña “rarita”. Vaya chapuza de guión que escribió alguien para mi vida…

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista