martes, 10 de enero de 2023

Rebajas o insulto a la inteligencia

 

Rebajas o insulto a la inteligencia

No voy a decir nada que no sepamos ya –sobre todo las mujeres-, pero me sigue llamando la atención la flagrante insidia con que nos saludan desde sus anaqueles de diseño las tiendas de ropa destinadas a hacernos creer que nos están dando duros a cuatro pesetas. Que yo no digo que no haya gangas apreciables o despreciables entre los metros cúbicos de manufactura textil que se desbordan en los comercios que son como el gobierno y la oposición: dos de los grandes con distintos nombres y los mismos collares y el resto  pequeños comerciantes que a duras
penas le pueden hincar el diente al asunto. Supongo que puedes encontrar alguna prenda estupenda, sin manchas de maquillaje o rouge, con todos los botones en su sitio, sin hilachas aparentes y con las cremalleras en funcionamiento con un descuento sustancial sobre lo que marcaba la etiqueta; no lo discuto y quiero pensar que se puede obtener, pero lo que sí digo es que nos están “vendiendo” unas rebajas como si fuera la brisa fresca de la primavera justo recién empezado el invierno.

Porque a ver quién se resiste, claro, a comprarse la blusita liviana de la “new collection” o la chaquetilla de punto fino para la primavera que ya está en ciernes y eso que quedan las heladas de febrero y las nieves de marzo por delante-, colocada con gusto y primor al lado de los montones informes de prendas feas y vulgares sobrantes de la temporada otoño-invierno, como si de un mercadillo dominical de pueblo se tratase. Que aparecen fardos llenos de prendas absurdamente anodinas y baratas que nadie había visto hasta antesdeayer con la etiqueta del precio en grande y/o fosforito para hacernos creer que nos llevamos un chollo comprando por pocos euros lo que, supuestamente, valía el doble en el albarán manipulado del director de marketing de turno.

Pues las cosas no son así, de verdad que no. Que para obtener buenos descuentos hay que irse al pequeño comercio, ese que trabaja con márgenes de este mundo y no del espacio sideral, ese que vende el material a un precio razonable y que, en rebajas, no puede dejarlo a un 70% de su pvp oficial. ¿Quiere eso decir que si un abrigo –por poner un ejemplo- cuya etiqueta marca como precio original 395€ (ejemplo real) me lo están rebajando la friolera de 276,50€? ¿Y todavía siguen ganando? Si Pitágoras no miente y pago por él 118,50€ estoy manteniendo un negocio que se lleva márgenes de un tanto por cierto obsceno (y lo dejo que soy de letras)

No estoy queriendo decir que las rebajas sean un timo, no llego a tanto, que me he comprado unas Nike Air Max auténticas hechas en Vietnam, rebajadas de su precio original de 120€ al sencillo y redondo precio de 50€ del ala –cuyo costo en origen sitúo en los 9,95$ americanos tirando por lo alto, pero en fin.

Lo que quiero es decir las cosas claras para que “piquemos” lo menos posible. Las rebajas ya no son lo que eran y, excepto que le hayamos echado el ojo a algo anteriormente y comparemos ahora su precio –y su calidad- y lo podamos adquirir, el resto –o casi todo el resto- son artículos fabricados “ex profeso” para la campaña de rebajas y/o excedentes de vaya usted a saber qué fabrica de la otra punta del mapa donde se esclaviza al trabajador y no atan los perros con longanizas precisamente.

Que seamos conscientes de que nos dan gato por liebre “low cost” y como hay toda una neurosis  colectiva que se encargan ellos mismos de
fomentar a base de publicidad, la gente sale “de rebajas” como si fuera a dar un paseo para estirar las piernas, con alegría, pero con compulsión. Aunque ya sepamos que lo nuestro tiene otro nombre que rima con todos los “ismos” fatídicos que en este mundo son.

Obviamente, es mucho más fácil engañar a alguien que convencerle de que ha sido engañado. Y así nos va.

Felices los felices.

LaAlquimista

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