jueves, 5 de junio de 2014

¿Con qué combina un bolso rojo?



Mi hija me ha regalado un bolso rojo. En realidad, fui yo la que expresé el volandero capricho, caminando a su lado entre escaparates brillantes que vendían primavera y le faltó tiempo para dejarme apalancada diez minutos ante un cortadito y volver con la sonrisa picarona y el bolso rojo en la mano. Para hacerle aprecio había que estrenarlo enseguida, nada de guardarlo en el armario en busca de la ocasión apropiada, esas “ocasiones” que nos inventamos las personas para endulzar las rutinas algo aburridas.

Pero un bolso rojo no se lleva así como así, no es un complemento “de fondo de armario” que sirva lo mismo para la inauguración de una exposición que para ir a un funeral. Así que me he tenido que devanar los sesos –no demasiado, siendo sincera- y he hecho una lista (adoro las listas) de las cosas con las que combina perfectamente un bolso rojo.

En primer lugar y como comodín para cualquier ocasión, “mi”bolso rojo va de maravilla con una gran sonrisa. No hace falta ponerle pintalabios de Paloma Picasso, basta con que sea amplia, jugosa, regalada.

También hace juego con los ojos alegres y despiertos de quien tiene todavía muchos sueños por inventar y muchas ganas de seguir jugando a abarcar el mundo con una sola mirada. No importa que los ojos sean azules, marrones o verdes; combinan perfectamente con el rojo del bolso si sigue teniendo un destello de pasión.

Sin embargo, un bolso rojo no pega ni con cola con una actitud gris ante la vida y mucho menos con negros pesimismos o pensamientos negativos. Por mucho que insistan algunos diseñadores -que son analfabetos emocionales-, el rojo con lo que mejor entona es con el blanco. Blanco radiante, nada de blanco-sucio o blanco-roto. Blanco de luz, de alegría, de vida.

El porte, la prestancia, la forma de andar, de hablar y de escuchar de la persona –en este caso mujer- se verán mejorados por el toque alegre y pizpireto del bolso puesto en bandolera, cerquita del corazón para alegrarse con sus latidos. Nadie se imagina a una mujer triste y deprimida con un bolso rojo y si lo está –triste y deprimida- el bolso rojo le quitará parte de la pena, que para pesares (aunque sean elegantes) ya está el negro.

Mi bolso rojo combina de maravilla con mis ganas de vivir, con el deseo de compartir, con una disposición de ánimo positiva para exprimirle a la vida el jugo dulce y dejar el amargo. En realidad creo que el bolso rojo que me ha regalado mi hija me ha rejuvenecido el espíritu por lo menos un par de temporadas, haciéndome relegar al fondo de mi “armario mental”algunos complementos desafortunados que había estado utilizando últimamente sin tomar conciencia de lo poco que “me favorecían”.

Y para terminar, el bolso rojo combina perfectamente con: unos pendientes, un foulard, una camisa o un jersey que pertenezcan al mismo círculo cromático. Con zapatos rojos no. No sé por qué, pero no. Ah, y con el coche rojo también queda de cine, eso sí que rejuvenece exageradamente…

En fin.

LaAlquimista

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Post escrito en Junio 2013 (El bolso rojo sigue amortizándose con regocijo)


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