jueves, 13 de mayo de 2021

De vuelta al "mundo piruleta"

 


Me estaba acordando de un anuncio de hace muchos años que provocó un chiste de esos que tienen más de reflexivo que de gracioso; exaltaban las virtudes de un tampón higiénico mostrando a chicas jóvenes esquiando en la nieve o en el mar, montando a caballo o en una moto de gran cilindrada y parecía como si por usar esa marca se favoreciera el acceso para las mujeres fértiles a los deportes elitistas que mostraba el anuncio.

Hoy, 9 de Mayo, terminado el “estado de alarma”, ya se puede ir a la segunda residencia, viajar por autovías y autopistas de norte a sur y de este a oeste, contratar viajes de placer, dormir en hoteles de lujo y de los otros, reunirse con los seres queridos tan poco o nada frecuentados en los últimos siete meses y pasarse la noche entera en la calle sin que venga ninguna policía a decirte que circules.

Si no fuera porque me siento triste tirando a circunspecta yo también haría chistes. Porque de chiste es creerse una vez más aquello de “muerto el perro se acabó la rabia”. De chiste de mal gusto, además.

¿Qué sentirán quienes malamente pueden permitirse una habitación en un piso compartido y justo llegan a poder pagar ese alquiler para no verse en la calle? ¿Qué pensarán los que ni sueñan con tener coche propio o si el que tienen está tan viejo que dentro de poco hasta les van a prohibir circular con él? ¿Cómo van a montárselo para hacer viajes de vacaciones los que justo tienen un ingreso mínimo que les permite comer todos los días aunque sea comprando lo más barato del súper?

¿Cómo abrazar a los seres queridos cuando estos están tan lejos que hace falta más de un sueldo completo para acercarse de nuevo a ellos? ¿Y los que están más solos que la una, de dónde sacan a esos seres cercanos, familiares estrechos o amores deseados?

¿Se acabará de repente la política de emergencia para cuidar a todos los desamparados sin hogar que, ahora sí, ahora de nuevo y en total libertad, podrán seguir pernoctando en la calle, en el “hotel de las estrellas”, sin tener que padecer por el toque de queda?

“Lo mejor, no siempre es lo mejor para todos; incluso a veces es lo peor para muchos”. (“El cuento de la criada”. Margaret Atwood)

No tengo hoy ganas de echar las campanas al vuelo por haber recuperado parte de las libertades que nos habían sido confiscadas por decreto-ley. No sé si es que padezco un solapado “síndrome de Estocolmo” que me hace sentir que mal íbamos y peor vamos a ir todavía o es que pienso en todo lo que no recuperaremos porque jamás antes lo habíamos valorado y mantenido.

Bienes materiales, casas y cosas; placeres del mundo neoliberal escupidos como salivilla para el trabajador inconsciente de que alimenta de muchas maneras las fauces de su gran depredador. Relaciones personales basadas más en el egoísmo y el interés (mutuo), que en lo que los poetas llamaban hasta hace poco amor y ahora le dicen desencanto.

Se acaba el “Estado de Alarma”, pero van a seguir sonando las alarmas de toda la vida aunque ya no querremos ni verlas tan cansados, hartos y decepcionados estamos de la mala suerte y la mala gestión que nos ha caído a todos encima. A todos, porque el virus es el más democrático e igualitario de los enemigos: no hace distingos. Algo es algo, digo yo.

Felices los felices, sin ganas de cantar a Nino Bravo.

LaAlquimista

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