miércoles, 25 de diciembre de 2013

"La estrellita cariñosa"

 

Cuando falleció mi padre –dentro de poco, en plenas Navidades, hará veinte años y todavía escucho su voz, veo su rostro, siento su risa- mis hijas lloraron mucho por dentro acompañando mi silencio doliente.

Sentía que tenía que decirles algo trascendente, no podía dejar que creyeran que no quedaba nada de tanto amor como nos regaló, pero algo me impedía inventar que “se había ido al cielo” teniendo en cuenta mi firme y recurrente agnosticismo que he procurado transmitirles con la mayor de las delicadezas. Sin embargo, me parecía quedarme corta, exenta de poesía, decirles que su abuelo era “nada y a la nada había vuelto”.

Así que decidí inventarme una estación a medio camino, un lugar donde poder situar la memoria llena de luz de una persona-humana tan llena de amor que hizo que se olvidaran todos sus errores en este mundo.

A mitad de camino entre la tierra y el cielo, cada noche veíamos una estrella que iluminaba la pequeña oscuridad que cercaba nuestra existencia; una estrella a la que “adoptamos” como nuestra y bautizamos con el nombre de “la estrellita cariñosa”. Y ahí se quedó para siempre mi padre y el abuelo de mis hijas.

Decidí enviarle de viaje hasta ese punto de luz para poder recordarle cada noche antes de irnos a dormir; tan sólo unos minutos mirando por la ventana, siempre al oeste, justo encima del monte, y lanzarle un beso, contarle algo bonito que habíamos hecho durante el día, pedirle que no nos olvidara al igual que nosotras tampoco le íbamos a olvidar… y contarle un chiste simplón, de esos que tanto gustaba él de contar, un quiebro divertido, una tontería entre personas que se quieren…

Los restos del cuerpo sufriente de mi padre fueron inhumados en el cementerio de Polloe. Allí, bajo una lápida gris, fría y casi abandonada, no queda nada de todo lo que él nos compartió. Porque su espíritu, su gran corazón, subió mucho más arriba, empujado por nuestras risas y por la fuerza del amor, hasta llegar a esa estrella que brillará siempre en el interior de quienes fuimos amadas por él y tanto le amamos.

¡Qué buen lugar para descansar de toda una vida! Una “estrellita cariñosa” donde se albergan todos los sueños que fueron realidad, donde quedan protegidos todos los besos y abrazos que hemos dado con amor, un pequeño espacio –visto de lejos es tan pequeño, pero en realidad es enorme su masa, la estrella más brillante del hemisferio celeste norte, de nombre Arturo- un lugar inventado adonde recurrir cuando la pena nos invade o hacia donde mirar para agradecer los bienes recibidos.

Mi padre sigue vivo no solamente en nuestros corazones sino también en esta estrella que iluminará –hasta el último instante- mi vida y la de mis hijas.

Y conforme compartimos este pequeño y bonito cuento inventado con otras personas…hemos ido “invitando” a otros seres de luz a residir en el lugar mágico que es de todos porque de todos es el amor que llevamos en nuestro interior.

Allí dormirá desde ayer mismo Katy la amadísima hija de mi querido amigo Julen que con apenas treinta y tres años ha dejado su cuerpo físico para convertirse en pura luz de amor.

Si no tienes panteón ni lugar en esta tierra para dejar dormir a tus seres amados, ya sabes, en “la estrellita cariñosa” hay sitio para todos; de verdad. Y es gratis.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario