sábado, 28 de diciembre de 2013

"Me he echado novio"


Os parecerá raro que lo diga con luz y taquígrafos, pero es que son tantos los años “alardeando” de que no tengo pareja, que no tengo perro que me ladre (pobrecito mi Elur guapo) y tal y cual que, al final, me he dicho…¡voy a darles una alegría a mis cómplices/lectores blogueriles!

Por supuesto que lo cuento con su permiso que aunque es un chico discreto, dentro de nada ya se nos va a ver por la calle haciendo manitas y no quiero que nadie se escandalice. El nombre no diré, aunque puedo asegurar que es alguien “ajeno al espectáculo” este de tener un blog.

Los cincuenta y siete recién cumplidos junto con una pre-jubilación del sector bancario de esas que eran dignas de hacerles la ola. Divorciadísimo desde hace lustros y con los hijos emancipados y de buen rollo. Con ganas de vivir la vida y absoluto fan de “La vie est belle” de Lancôme antes incluso de conocer mi grito de guerra.

Inteligente y cultivado, lo mismo está dispuesto a una sesión de sofá escuchando a Scarlatti o leyendo a Kant que se anima a las copichuelas nocturnas que a mí me gustan de vez en cuando. Bailar, no baila pero es Adorador de la Cofradía del Gintónic (versión “G Vine”) y capaz de cocinar algo rico cuando hace falta; sabe decorar una mesa navideña y elegir un regalo ad hoc para una mujer como yo sin tener que pedir consejo a la dependienta de la “boutique”.

Ha recorrido medio mundo en viajes de viajero –que no de turista- y aunque ya no se planta a la espalda la mochila sino que tira de su maleta con ruedas, sigue buscando confines emocionantes en el mapamundi. Me aventuro a hacer grandes proyectos a su lado, pues también sigo siendo inquieta y tengo ganas de moverme todo lo que pueda; la curiosidad me mantiene alejada de la vejez (un día de estos me creeré esta frase).

Es uno de esos tipos que de entrada te suelta que está convencido de que las mujeres somos “superiores” a los hombres por aquello de la capacidad de crear vida y tiene un discurso medio feminista que, francamente, encandila sin rubor alguno. Lo mismo te acerca la silla a la mesa en el restaurante que se pega el fregado de vajilla de ocho comensales.

Además de todos estos valores incontestables, está por mí. Es decir, que me pone ojitos bifocales y no se le enturbia la imagen. Es un palmo más alto que yo pero dice que le encanta que me ponga tacones para poder mirarme de abajo arriba, que es como hay que admirar los monumentos…

Adora el Mediterráneo, el bosque, el silencio en compañía y no ronca.

Y poco más voy a contar porque el resto hay que echarle cuentas a la imaginación.

Espero que os alegréis por mí porque… ¡no hay edad para el enamoramiento, ni fecha en el calendario que no lo propicie!

En fin.

LaAlquimista

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Donostia, 28 de Diciembre de 2013

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