martes, 25 de agosto de 2020

Fallecimiento de un perro

*** “Si los perros no van al cielo cuando muera quiero ir a donde ellos van.” Will Rogers.
Pido de antemano disculpas por si las palabras que voy a escribir a continuación hieren la sensibilidad de algún lector o indignan a esos ciudadanos que tienen muy claro lo que es ético, lo que es correcto y lo que debe hacerse en todo momento. En realidad, escribo este post afectada profundamente por el hecho acaecido en esta ciudad hace unos días, en el que un perro se precipitó al vacío desde un cuarto piso después de haber permanecido “colgado” de una ventana durante media hora larga sin que nadie pudiera hacer nada por salvar su vida.
Leí la noticia una y otra vez: el can estaba solo en casa y se enganchó en el saliente de una ventana. Pobrecillo. Y pobre también su dueño al que nadie pudo localizar para que acudiera presto al domicilio para evitar la previsible tragedia. Transeúntes y vecinos impactados por la situación, alertaron a los guardias municipales, subieron al domicilio, no había nadie, intentaron tirar la puerta ¿?, improvisaron a pie de calle un freno con un pareo o toallas, pero cuando el perro se soltó, cayó y se mató.
Se me encogió el corazón al leer la noticia e imaginar la situación. Agradecí que no hubiera ningún video colgado para ilustrar el pequeño drama –aunque supongo que más de uno se dedicaría a grabar los minutos de angustia previos a la caída del pobre animal.
Pobre animal. Pobre dueño del animal. Pobres de nosotros todos. No sé si alguna vez soñé o me he inventado que los bomberos acudían a rescatar un gato de las ramas más altas de un árbol o era en un cómic de Superman. Pensé que, no habiendo otra emergencia que les ocupara, ellos, los bomberos, con una escalera y desde la fachada, habrían podido salvar al mejor amigo del hombre. No fue o no pudo ser o nadie les llamó o no se consideró oportuno. Desconozco los hechos.
Algunos comentarios a la noticia indicaban que no se debe decir “fallecer” cuando se trata de un animal, que ese verbo intransitivo es privativo de las personas humanas; que habían puesto mal la hora al redactar la noticia, que un vecino opinaba que no suponía maltrato por parte del dueño del perro al dejarlo solo en casa…  Arremetiendo contra la Guardia Municipal que “no quiso” avisar a los bomberos…
Se me revolvieron las tripas. ¡Siempre criticando, juzgando, condenando, buscándole tres pies al gato (o al perro)! Esa noche tuve pesadillas. Horribles. Con el perro llorando angustiado, enganchado de mala manera en un alféizar, consciente del peligro, luchando por su vida, viviendo el terror previo a la muerte anunciada por aplastamiento contra el asfalto. En mi sueño, el perro era Elur, yo estaba en la calle y había perdido las llaves de casa; la policía miraba, los vecinos gritaban, yo me desgañitaba pidiendo una escalera. Al final, el perro caía y caía y caía… y yo intentaba cogerlo en mis brazos, loca de angustia y desencajada, hasta que el buen animal hizo una finta y con las alas que dan los sueños, salió volando por encima de los edificios, rumbo al mar… y desapareció.
Dicen que los sueños son proyecciones del inconsciente que se activan para enviarnos un mensaje, ponerle cara a un miedo o representar alguna angustia que está escondida en los recovecos del cerebro. Seguramente sea así. En mi noche y en mi pesadilla, he gritado con gritos mudos, revuelto las sábanas dejándolas sudadas y padecido auténtica angustia y miedo consumiendo adrenalina a chorros.
Al despertar no he sentido el alivio de saber que tan solo había sido un sueño/pesadilla; he sido muy consciente del dolor ajeno, de la pena del otro, de la impotencia de quienes quisieron ayudar y no pudieron. Al despertar, me dolía la cabeza muchísimo, cosa que no es en absoluto habitual en mí. He abierto la ventana de par en par para que el frescor de la mañana aventara las miasmas nocturnas y he intentado recuperar el aliento con un té caliente con mucho azúcar. Y me he puesto a escribir.
Bendiciones a quienes intentaron ayudar; bendiciones al compañero humano del pobre animal por lo que estará sufriendo. Bendiciones para esa criatura a la que se le terminó la vida de forma tan cruel. Sé por qué estoy tan afectada.
Felices los felices.
LaAlquimista
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