jueves, 3 de junio de 2021

El Medio Ambiente y olé

 


6

Servidora es que ha sido muy “mal mandada” más o menos hasta que me hice mayor; es decir, hasta que comprendí que el “principio de autoridad” es necesario si queremos que el caos no nos invada como la maleza un jardín descuidado. No es que me haya “domesticado”, digamos más bien que ya cansa eso de mantener el personaje salvaje a una provecta edad. Pero todavía me dan ramalazos, vive Dios, de esos incontenibles como si fueran una tanda de estornudos.

Pasó ayer por la mañana, con una temperatura primaveral (es decir, nada veraniega), en una playa mediterránea donde estábamos paseando por la orilla mi hija, la perrita Gaia y yo misma disfrutando del airecillo marino a la vez que de la soledad total y absoluta del lugar.

A la chihuahua no la dejamos suelta porque es una loca de la vida que mete la directa y lo mismo sale como una exhalación detrás de una gaviota que se pone a escarbar en la arena olisqueando una sardina fosilizada y no es cosa de hacerse los mil metros lisos detrás de ella con el corazón en la boca.

¡Qué bonita y bucólica estampa componíamos con el mar al lado, sus pequeñas olas (mediterráneas), el olor a salitre de muchas algas muertas y el sol jugando al escondite con las nubes! Nos encantan esas largas caminatas silenciosas, pensando cada una en sus cosas, casi mimetizadas con el entorno, esa madre naturaleza que tanto respetamos y amamos.

A lo lejos se divisa una figura humana cuyo paso es decidido, sabiendo adónde va; al acercarse se reajusta la mascarilla (al demonio se le ocurre taparse la boca en estas circunstancias) y nos aborda directamente. Primero en catalá y luego en español del telediario. “Que no se pueden bajar perros a la playa porque la temporada ya ha comenzado”-nos dice una mujer entrada en años (como yo misma) que lleva colgada del cuello una acreditación plastificada en la que se lee: “Voluntariado para la Preservación del Medio Ambiente”. ¡Coño, -me digo- otra jubilada concienciada! Y nos quedamos calladitas esperando el siguiente movimiento de fichas porque es OBVIO que no hay nadie en la playa y que la criatura de cuatro patas, cuarenta centímetros de eslora y un kilo y medio en canal contamina (ya había hecho sus “deberes” antes de bajar a la playa) mucho menos que las bolsas de patatas fritas (vacías) que perlaban la arena o las botellas de plástico vacías también –restos humanos del último botellón- que les hacían juego. Esa basura sería para otra concejalía, digo yo.

Colgando del cuello llevaba también la voluntaria una cámara de fotos de las de verdad, supongo que para guardar testimonio gráfico de la eventual denuncia derivada de un comportamiento agresivo para con el Medio Ambiente. Ante nuestra actitud de “no sabe no contesta” –no somos dadas a la provocación innecesaria- se animó a informarnos de que “si viene la policía, la multa es de 200€, pero podéis decirles que “no sabíais que estaba prohibido bajar perros a la playa en el mes de Mayo”.

Como se nos estaba escapando la risa –al igual que a otros se les escapa la mala baba o la tontería- pues cogimos a la perrilla en brazos para intentar terminar la interacción humana y aquí paz y después gloria.

Digo yo que por ahí habrá –y si no que la inventen- una Consellería de Mig Ambient o similar que utiliza a amables personas voluntarias para concienciar al personal de cómo hay que preservar el Medio Ambiente y salvar al planeta de su destrucción total antes del año 2050.

Que no digo yo que no, pero visto lo visto caben unas cuantas reflexiones al respecto. Como lo de demonizar al que pide una bolsa de plástico en el súper, pero hacerle la ola sin rubor a los que pagan por licencias de explotación de elementos contaminantes de verdad. Que en todas partes, “la pela es la pela” y tonto el último. En fin.

Felices los felices.

LaAlquimista

Fotografías: Cecilia Casado

También puedes seguir la página de Facebook:

https://www.facebook.com/apartirdelos50/

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario