viernes, 3 de diciembre de 2021

Las dos caras del volcán

 

Las dos caras del volcán

** Volcán islandés.

En mi reciente viaje a Islandia agradecí muchísimo que la organización no nos llevara a ver el volcán Fagradalsfjall que llevaba activo desde el mes de marzo argumentando que el gobierno islandés no permitía acercarse a él en vehículo motorizado más que a una hora y media de caminata… y que no valía la pena. Esa fue la manera de proteger al turismo aventurero capaz de jugarse la vida por sacarse un selfie frente a la lava roja y viva. El volcán islandés está alejado de todo centro habitado –aunque a no demasiados kilómetros de la capital, Reykjavik- y en su erupción no arrasó ni casas ni destruyó bienes materiales.

Sin embargo, la erupción del volcán islandés ha salvado el sector turístico del país de hielo y fuego que estaba bajo mínimos desde el comienzo de la pandemia, ellos así lo reconocían sin rubor alguno. Consideran sus volcanes –y toda su agreste naturaleza- como un regalo de los elfos para que el país siga manteniendo sus buenas entradas de dinero, además de por la pesca que es lo que siempre les ha dado de comer. Todo controlado o atado y bien atado que diríamos aquí.

** Volcán español

Pero “aquí”, en la isla de La Palma, la situación tiene dos caras, ambas a la vista de todo el mundo. Por un lado las fantásticas imágenes del volcán en erupción, fenómeno de la naturaleza impresionante donde los haya. Todos las hemos visto desde el sofá del salón estremecidos y agradecidos a la vez. Por otro lado, como no ha habido ninguna víctima mortal por la erupción del Cumbre Vieja,  parece que eso es lo que permite -sin que a nadie le remuerda la conciencia- la entrada masiva de turistas que quieren ver en vivo y en directo el fuego que brota de las entrañas de la tierra.

Ese mismo fuego que ha destrozado pueblos enteros y destrozado el ritmo vital de sus habitantes. Mientras unos sacan fotos otros lloran desesperados pidiendo ayuda para tener cobijo, comida, un mínimo de seguridad. No sé yo la gracia que me haría que vinieran en ordenado jolgorio los de fuera a ver cómo nos hemos quedado los de casa con una mano delante y otra detrás.

Me pregunto si los habitantes de La Palma no están sufriendo dos catástrofes, una detrás de la otra. La de la Naturaleza con mayúsculas y la de la naturaleza humana… con minúsculas.

Así somos los humanos y nunca dejaremos de serlo hasta que llegue el momento en que la Tierra no pueda más, se harte de nosotros y nos borre de un plumazo sin que le dé tiempo a nadie a filmarlo con un dron. Como siempre, mal de muchos, negocio de unos pocos.

Felices los felices, malgré tout.

LaAlquimista

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