Por si acaso
Por si acaso María (nombre ficticio) convenció a su marido hace cosa de año y medio para cargar el coche –asientos traseros incluidos-con cincuenta paquetes de seis rollos de papel higiénico, treinta y seis kilos de legumbres entre lentejas, garbanzos y alubias, otro tanto de azúcar, harina y levadura. Cincuenta litros de leche de la que no caduca en varios meses y un decalitro de zumos azucarados, cerveza, vino del barato y bebidas de cola, sabor naranja y limón.
Durante todo el año 2020 (y parte de éste), María, su marido y toda su familia han tenido que comerse con patatas aquella compra absurdamente exorbitante en la que gastaron lo que tenían y lo que no, a base de pegarle un puñetazo a la tarjeta de crédito.
Pero a María y a su “bien mandado” esposo se les olvidó comprar veinte o treinta bombonas de camping-gas, media docena de linternas frontales y de las otras (con su carga de pilas) y varios metros cúbicos de agua potable divididos en garrafas de diez litros. Eso no lo previeron porque no hubo ningún periódico o ninguna cadena televisiva que les metiera en el cuerpo el miedo a un posible (pero muy poco probable) apagón energético.
Hay miles de Marías & Co. que guardan las sartenes viejas cuando compran nuevas, colocan en los altillos de los armarios las toallas que desechan o en el trastero el viejo televisor, la oxidada bicicleta, el colchón de la niña o las cortinas ajadas…por si acaso.
Me pregunto –me pregunté entonces y ahora lo vuelvo a hacer- si estas personas son más inteligentes que listas o más precavidas que lógicas o simplemente se dejan “emparanoiar” por el griterío descerebrado de los replicantes de la histeria común. Gentes que dan clases magistrales en la terraza del bar de lo que no tienen ni puñetera idea, ni fundamento científico, ni tan siquiera un cuñao que trabaja en un almacén de reparto, pero que deciden que el apocalipsis se acerca y más vale estar prevenidos…por si acaso.
Es prácticamente imposible que se dé ningún parón energético global porque las empresas que producen la energía que abastece al mundo (occidental, al menos) son los DUEÑOS DE LA TIERRA y, vamos, de tontos sería pensar que precisamente “ellos” van a colapsar su propio negocio, como si “ellos” no tuvieran atados y bien atados todos los “porsiacasos” habidos y por haber.
Aunque he de confesar que yo también tengo mis neuras a la orden del día ya que “por si acaso” cierran bibliotecas y librerías tengo provisión de libros en casa como para dos reencarnaciones más. Y música de todo tipo por si me quedo sin wifi y no puedo recurrir a Alexa y tengo que volver a poner mis vinilos en el giradiscos.
Por si acaso guardo en mi corazón como oro en paño los mejores sentimientos/virtudes que he sido capaz de atesorar a lo largo de mis ya más que muchos lustros de vida. Tengo paciencia por arrobas (cada una 11,502kgs.), capacidad reflexiva (que se mide en silencios meditativos) y un inmenso y bien fundamentado escepticismo vista la cantidad de mentiras, falacias y fakes que nos han querido hacer tragar desde siempre. Con ese stock soy capaz de aguantar… hasta otro confinamiento.
Ahora mismo, en cuanto abran el centro comercial más cercano, María y su familia correrán raudos a hacer acopio del material necesario para hacer frente a un posible, probable, ya anunciado y poco hipotético “apocalipsis” general. Dejarán a los montañeros y gente que verdaderamente lo necesite sin bombonas de gas y linternas. Y dentro de un año –o quizás antes- recalentarán los restos de las latas que compraron en 2020 en esos hornillos de campaña y se alumbrarán con las linternas de hoy (en vez de usar la luz eléctrica) antes de que caduquen las pilas que también han almacenado.
Por cierto que tener en casa un montón de gas tiene el riesgo de saltar por los aires si se dan las condiciones negativas necesarias. “Por si acaso” yo me lo pensaba.
Hablamos dentro de un par de años, María…y me cuentas.
Felices los felices.
LaAlquimista
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