jueves, 14 de mayo de 2015

El dichoso "feeling"


 
Hay palabras escuetas y sencillas que sirven para condensar hoy en día lo que en otros tiempos hubiera necesitado cuartillas enteras de buena caligrafía. La parquedad en el lenguaje y sus conceptos nos ha llevado a una exagerada comodidad a la hora de comunicarnos y expresar sentimientos y emociones que, por otro lado, nunca ha sido el fuerte del común de los mortales. (Me refiero a la expresión oral o escrita de los mismos).

Y cuando encontramos una palabra que resume todo el concepto e incluya alguno más, la usamos tan felices y contentos sin pararnos a pensar en su significado profundo.

Hablo del dichoso “feeling” que hasta el más analfabeto en lenguas extranjeras cree saber lo que es. Feeling, del inglés to feel, significa ni más ni menos que “percepción, emoción”. Casi siempre refiriéndose al sentido del tacto en su origen, se amplió el concepto a cualquier percepción o emoción que pueda afectar tanto al cuerpo como al espíritu. Aquí la traducción más aproximada sería “sentimiento”. (Tocaba el piano con mucho sentimiento). Aunque es bonita la definición de la emoción que lleva pareja. (Los cuadros de Munch me producen un sentimiento de inquietud).

Sin embargo, los españolitos que no saben casi nada de inglés –y de percepciones y emociones menos de la mitad- se quedan tan anchos inventándole al término otro significado mucho más amplio y complejo. Se le ha dado en llamar “feeling” a la atracción física entre dos personas más allá de todo razonamiento. O al baile inconsciente de endorfinas que llevan directamente a la horizontal. O algo así.

¡Qué difícil lo tenían los muchachos de otras generaciones cuando querían saber si una muchacha les miraba con buenos ojos! A ver cómo le preguntas a una persona si le gustan tus ojos, si ha sentido el aleteo del corazón ante tu presencia, cómo haces para transmitir el palpitar incontrolado sin quedar como un tarugo…en fin…todas esas emociones que hombres y mujeres temen tanto expresar para, caso de no ser compartidas, no caer en el más absoluto de los ridículos.

Pues ahora se coge la calle de en medio y se pregunta: “Qué, ¿ha habido feeling?” y el otro ya sabe de qué va la cosa y tan sólo tiene que contestar sí o no. Qué triste, por todos los dioses. Al final acabaremos matando la emoción de mirarse a los ojos para decirlo todo sin palabras, dejaremos de lado, como obsoleta y pasada de moda, la trémula intención de mirar un poco más allá, un poco más profundo, un poco más intenso.

Una amiga fue a una cita galante. No sabía apenas nada del hombre en cuestión aparte de que él también acudía a una cita galante. Al día siguiente, me llamó por teléfono para decirme: “no ha habido feeling”. Y ya está. Pues no, no está. Dime cómo era el hombre, si listo o tonto, si simpático o aburrido, si tímido o extrovertido; si alto o si bajo, si guapo o si menos guapo (parece que no existen hombres feos). No te limites al maldito feeling que es como decir que lo querías para llevártelo al laboratorio y experimentar con él alguna mezcla en las probetas. No me digas que “feeling” significa “química” porque no es verdad. ¡Cómo iba a salir bien una cita si ninguno de los dos llevaba un poco de sentimiento y emoción en el bolsillo!

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:


 
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/
 

 

 

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