martes, 26 de mayo de 2015

La lluvia y "Las variaciones Goldberg"




Hoy llueve. Como estaba previsto y anunciado el tiempo se inunda al otro lado de los cristales y el espíritu se prepara para el recogimiento y la tranquilidad, sensaciones ambas que parecen emanar de las frías gotas de agua. Me sitúo frente al balcón, mi vista abarca el horizonte de la ciudad, sus casas, la torre de la catedral, el mar al fondo. Una lámpara sobre la mesa ayuda a clarear la luz mortecina y fría que viene del tiempo brumoso; el jarrón con los tulipanes rojos que compré ayer para acompañar mi soledad y la música adecuada a esta emoción imprevista de quedarme en casa una mañana de martes apartando las tareas cotidianas y sustituyéndolas por la tranquilidad.

Necesito música que acompañe mi teclear; Bach, siempre Bach, maravillosa panacea sensorial para cualquier melancolía y dejo que Glen Gould, uno de los mayores artistas del piano, derrame su maestría inundando mi espíritu y el salón de mi casa. Las “Variaciones Goldberg”, una taza de té humeante y mi perro dormido a mis pies, acogido por la música y el calor humano.



De vez en cuando cierro la pantalla de las letras y paso a la del vídeo en el que Gould siente, vive, se sumerge en su interpretación al piano y me quedo absorta en su emocionada interpretación, dejándome fluir con la música y la magia de sus manos. Toca el piano en una postura inverosímil para un pianista, lo acaricia sentado sobre una sillita baja, como de pueblo, con los codos en un ángulo erróneo según los cánones y parece que tararea, que canta por lo bajini al son de las notas que desgrana con amor –no hay la menor duda- sobre el teclado. Mirad su rostro, expresa una inmensa devoción emotiva hacia Bach… o un poeta podría decir que es una emoción devota…

Cuando sólo utiliza la mano derecha para acariciar el piano, con la izquierda dirige a un pianista imaginario que seguro siente junto a él… y me invita a dejar de escribir y, simplemente, sumergirme en la música de la mano…de sus manos, y seguir mirando sus labios desgranando las notas, sus ojos emocionados, su cuerpo todo entregado a la maravilla del genio de Bach…

Afuera sigue lloviendo, pero mi corazón ha comenzado ya a templarse.

En fin.



Glen Gould. Por favor no dejéis de contemplar el vídeo. Es una auténtica hermosura.

La nave Voyager 1, que despegó de la Tierra el 5 de septiembre de 1977 en búsqueda de vida extraterrestre, lleva -entre otras muestras representativas de actividad humana- una grabación del preludio y fuga número 1 del Clave bien temperado de Johann Sebastian Bach volumen I, interpretada por Glenn Gould.

LaAlquimista

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