sábado, 16 de mayo de 2015

"Perdona que te interrumpa"



Hay situaciones en la vida que no dan más que para tirarse de los pelos o ponerse a dar gritos frenéticamente; no obstante, lo mejor es observar, callar y luego contarlo en el blog –porque si te lo guardas dentro te puede dar un mal.

Imaginemos pues la sala de un lugar común en el que varias mujeres de edades diversas comparten espacio por necesidades del guión. (Peluquería, antesala del dentista, ambulatorio, gimnasio). Una de ellas toma la palabra para contar que ha realizado un viajecito, en estos últimos días de fiesta, por tierras de Galicia y comienza la descripción de ambientes diferentes, comidas ricas a base de marisco hasta que se ve interrumpida por otra de las señoras que, elevando su voz por encima de la que narra su historia, dice…

-“Perdona que te interrumpa, pero yo, la última vez que estuve en Galicia, todavía estaba casada, fíjate, hace diez años, y bueno, ya pensábamos en separarnos, pero nos fuimos con los chavales de vacaciones y llegamos al pueblo ese que has dicho tú y fuimos a un hotel y mira que yo había pedido camas separadas y nos dieron de matrimonio y yo ya le dije, como se te ocurra tocarme un pelo de la ropa te doy una patada que te enteras… y en mala hora hicimos aquel viaje, por los niños mayormente, para disimular que todavía nos queríamos, pero quiá, ya te digo, ojalá me hubiera separado entonces y no aguantar hasta que cumplieran los veintitantos los dos y mira que me lo decía mi madre, no aguantes, no aguantes, pero claro, a ver, tú no quieres que tus hijos sufran, pero ellos siempre me veían infeliz aunque yo me lo tragara todo por dentro, porque insultos no había y golpes tampoco, solamente silencio y claro los chavales se dan cuenta de todo aunque nosotros hagamos lo imposible por disimular y hoy es el día en que mi hijo mayor sigue echándome en cara la infancia que les hicimos pasar y digo yo que a qué vienen los reproches, una hace lo que puede y se sacrifica por los hijos y total para qué, que he perdido la juventud y ahora mira, aquí me tienes, que voy a cumplir sesenta y sigo sin ser feliz porque otro hombre no he encontrado, vamos que ni quiero, que los aguanten sus madres, pero por lo menos el mando a distancia lo mangoneo yo y como lo que quiero y me visto como me da la gana y aunque no voy de vacaciones me da lo mismo, pero algún día tengo que volver a aquel pueblo que has dicho, sí, ese donde hay marisco muy bueno y barato…”

En este punto de la narración, todas las presentes miran hacia otro lado, sacan el móvil, piden el Hola o, simplemente, dejan de hacerle caso, pero ella, ni por esas, sigue y sigue y sigue… así que –ya a punto de explotar- no me queda más remedio que interrumpirla para preguntar, “bueno, habrás tenido que hacer terapia para superar todo eso ¿no?” -¿Terapia? La terapia me la hago yo sola sin gastar un duro, lo importante es no guardarse nada dentro, porque mira, mi cuñada que también se separó de mi hermano y no es porque sea mi hermano, pero es un santo varón…”


Al salir, como la ciudadana no paraba todavía de “largar”, ya no pude evitar dirigirme a la señora en cuestión y decirle, a la vez que le guiñaba un ojo…-”perdona que te interrumpa, pero!bien lista que eres tú, que haces terapia de grupo y gratis…! Me miró con cara rara, dudando entre sonreir o enfadarse…

Lo dicho: aquí todo pichichi –con el maldito “perdona que te interrumpa”- se hace la terapia a medida dando la tabarra a los demás para meter su cuña, faltando al respeto y creyendo que, encima, se ahorra una pasta… Esas son las que luego cuentan en su casa que les encanta ir al gimnasio o a la pelu “por el ambientillo que hay”…

En fin.

Por si alguien quiere contactar:



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