domingo, 24 de mayo de 2015

Las comparaciones no son odiosas sino necesarias

 

Nicolás Chauvin fue un soldado nacionalista francés que hizo el tonto por la patria dejándose herir en más de una docena de ocasiones y alardeando de ser el más valiente, el mejor soldado y el cúmulo de la valentía y el honor. Le dieron medallas y esas cosas, pero quedó como símbolo de cómo uno puede hacer el ridículo creyendo que lo suyo es lo mejor, así que quedó para la historia y le dijeron chovinismo a esa forma de ser estúpida de exaltar exageradamente lo nacional frente a lo extranjero.

¿A qué me suena a mí esto…? Sí, efectivamente, a lo que solemos hacer en este paisito diciendo que como aquí no se vive en ningún sitio, que no hay ciudad más elegante, guapa, cultural y glamourosa que la nuestra y estirando el cuello como gallinas cacareando mientras picamos cualquier cosa que se parezca al maíz.

Dicho esto, y quedando claro que hago autocrítica a mansalva, me apetece contar que “en otros sitios” se vive igual de bien o incluso mejor que en el País Vasco en el sentido de que a los ciudadanos de allí les han enseñado que hay que esforzarse día a día por ser, si no los mejores por lo menos dar la talla,  y no dormirse en los laureles porque una vez nos dieron una medalla. (O dos, que da lo mismo)

¡Qué cara se me queda cuando me siento en una terraza en una ciudad de Castilla (por poner un ejemplo), pido una caña y me la sirven bien tirada, con una sonrisa y una tapita al lado por el precio  que aquí me cobran por un zurito! ¡Cómo me pongo de contenta cuando voy a un hotel “con encanto” a más de 200kms. de distancia y me tratan como si fuera una princesa obsequiándome con un desayuno “casero” por el mismo precio que en esta ciudad cobran por dormir en una pensión monda y lironda! ¡Qué emoción indescriptible hacer la compra en un hipermercado detrás de Pancorbo no sujeto a monopolios de la tierra y llenar mi despensa con un billete amarillo en vez de con uno verde! Y beber vino de otras vides y comer queso de otras ovejas y tomates de otras matas sin añadir la coletilla de: “ya, pero lo nuestro es mejor…”

Creo que ha llegado el momento de dejarse ya de tanta tontería y viajar o por lo menos observar a nuestros vecinos en el mapa, hay que salir de casa para darse cuenta de que aquí nos estamos volviendo unos rancios con tanto chovinismo de tres al cuarto… que parece que si los niños no van precintados de etiquetas al cole son unos marginados, que si no vamos a los restaurantes que ponen de moda cuatro esnobs no tenemos lugar en el mundo y si no estrenamos ropa cada dos semanas no somos nadie, venga ya, por favor…

Salid, salid fuera de aquí y luego lo contáis. O hablad con los que no viven en “un marco incomparable”, en una ciudad “elegante y con clase” pero que está pidiendo a gritos un cambio de actitud, un repaso a la conciencia y un propósito de la enmienda para no acabar como Chauvin, llenos de medallas (Festivales, Congresos y Simposios) pero con el espectro del mal vivir detrás de muchas puertas.

Porque las comparaciones no son odiosas, sino necesarias.

En fin.

LaAlquimista
 

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