domingo, 3 de julio de 2022

NECESITO QUE ME DEN CUARTELILLO

 

Denme cuartelillo, por favor!

Ando clamando por una señal, aunque sea pequeñita, de que este año 2022 no va a ser mi annus horribilis, que esos ya los pasé y purgué hace tiempo, cuando se me pudrieron las promesas de amor o cuando perdí en manos trapaceras mis escasos dineros o, lo que nunca esperé, me hicieron motín las “amigas del alma” por mi puñetera costumbre de meter el dedo en el ojo del quejica.

Me las prometía muy felices a mi provecta edad habiendo atravesado aguas turbulentas sin ahogarme, tan sólo boqueando, creyendo que no sobreviviría a mis patéticas debacles individuales. Me aposenté en el mantra de “tengo buena salud y mala memoria” para hacerle un pase torero a eso que los demás llaman mala suerte y yo miro de soslayo haciendo como que no va conmigo la cosa.

Ahora vienen de golpe las vacas flacas de la mano de una serie de desafortunadas circunstancias que se han empeñado en pasar todas de golpe por la puerta estrecha de mi vida. Por la pequeña puerta de mi corazón, también habrá que decir.

Empecé el año sin brindis amoroso digno de recordar. Me pilló el cambio de tercio en México, anularon mis aviones, aplastaron mi maleta, minaron mi resistencia física. De tal manera que llegué a mi cueva donostiarra con un ataque agudo de lumbago que me dejó tirada durante días en el lecho del dolor. Y con un menisco roto para completar la foto. Tras meses de rehabilitación cansina y poco fructífera, me contagié de coronavirus y las pasé canutas. Al quedarme con menos defensas que un equipo de fútbol de tercera fui sumando malestares del tres al cuarto, encadenados como castigo por algo que todavía no sé qué haya hecho.

La verdad es que estoy más que harta de esa “queja continua” que se me ha instalado en la piel y que me hace escrutar el espejo cada mañana con muy poca ilusión. ¿Cuál será la nueva y ridícula avería que me va a acontecer a continuación? ¿Por dónde saldrá el Universo a tocarme las narices y ponerme a prueba…?

Necesito que la vida me dé un poco de cuartelillo y como no puedo quedarme esperando a que me toque la lotería sin comprar ningún décimo, es por eso que he “cerrado la barraca” y me he venido a “mi otro mar” en busca de aires diferentes, aunque soy muy consciente de que si arrastro energía conflictiva conmigo, aquí aparecerá en forma sorprendente: una intoxicación alimentaria, una medusa que me acaricie sin permiso o un vecino tocaovarios. Y si me he traído mucha energía positiva en el equipaje puede que todo me sepa a gloria, el mar dulcifique mi piel y me tropiece con algún Mr.British amable y cariñoso que quiera echarse unos bailes conmigo al anochecer.

Llevo varias semanas en modo “stand by”, a la espera de reiniciar mi sistema operativo (espíritu, mente, cuerpo) habiendo tirado las carpetas pertinentes a la papelera de reciclaje e instalado un nuevo antivirus que me preserve de ataques lo que queda de año por lo menos. Lenguaje informático o metáforas vitales, espero que se me entienda.

Felices los felices.

LaAlquimista

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