domingo, 3 de julio de 2022

REFRITO DE AJOS

 

Refrito de ajos

Para un vasco el refrito de ajos es algo así como “palabra de Dios” (te alabamos Señor) es por eso que ayer mismo, celebrando el cumpleaños de una amiga en un restaurante no precisamente de medio pelo, al pedir “cogote de merluza con refrito de ajos” (pues anda, ¡cómo va a ser si no!) les indiqué que, por favor, los ajos no estuvieran quemados –ya había ocurrido en otra ocasión-, porque me gustaba comérmelos.

Ya diréis que vaya manera atontolinada de empezar a escribir un post, pero es que lo que nos respondieron nos dejó tocadas del ala ya que nos dijeron (sic): “los ajos ya están fritos de antes y luego se les añade el aceite y la salsa”. WTF???? Que en cristiano significa pero…¡¿qué demonios?!

A esto hemos llegado en el País Vasco por obra y gracia de la necesidad del hostelero de ganar más y mejor a costa incluso de ahorrar en ajos y aceite de oliva, porque nos sirvieron el cogote empapado en una salsilla de color verde –llevaba perejil a saco- y los ajos, como estaban carbonizados, no los quisimos.

Esto es la vida ahora mismo, una mierda pinchada en un palo en la que ni siquiera puedes permitirte un lujo el día del cumpleaños porque siempre hay alguien que da gato por liebre, pescado congelado del año pasado por merluza fresca o comida liofilizada con orgasmo de recalentón al microondas por cosas ricas hechas con cariño.

Extrapolando el tema nos dimos cuenta mi amiga y yo de que todo funciona igual últimamente, que con el tema de las pérdidas de la pandemia el que vende quiere recuperar la ganancia no obtenida a base de abusar sexualmente del consumidor (lo que se llama “joderle”) con menos vergüenza de la que tienen algunos para escaquearse del fisco central.

Unos han subido los precios con un descaro digno de la obscenidad más flagrante y otros –como este restaurante y tantos otros- han reducido la calidad hasta conseguir que todos parezcamos tontos y nadie diga nada ni siquiera en el confesionario de TripAdvisor.

Me callo la boca con la subida de la gasolina, la del pan y la carne, el abuso de vender tomates y fresas de plástico con el nulo sabor y textura de serrín; me aguanto las ganas de blasfemar cuando mi pensión de jubilata llega cada vez para menos historias sagradas y contenta estoy y agradecida a los dioses de poder llegar a fin de mes con más gloria que pena (será porque vivo sola y no tengo que comprar ni pienso para el perro).

¡Pero que el refrito de ajos esté liofilizado y preparado para toda la semana…por ahí no paso! ¡Y encima con las maravillosas obleas -de esta planta que es el comodín regio de toda gastronomía que se precie- quemadas!!!!

Por supuesto que no volveremos a ese restaurante ni aunque nos invite la casa porque lo que tenemos muy claro es que algunas cosas son sagradas y con lo de comer no se juega en esta tierra.

Por supuesto que esto es lo mismo que está ocurriendo en la Sanidad y en la Educación, que a fuerza de reducir calidad en la “materia prima” ya nos parece hasta algo normal que nos den cada vez menos a cambio de nuestro dinero. Como en este restaurante de mondondanga donde todo lo pagamos con dinero del bueno y… ¿qué nos dan a cambio? Refrito de ajos quemados listos para recalentar. Y porque todavía no han conseguido darlos en 3D que si no…

En fin, porca miseria. A ver si le damos la vuelta a todo esto de una vez…

Felices los felices.

LaAlquimista

*Sin inconveniente en dar el nombre del restaurante en privado.

*Fotografía: Cecilia Casado. Así cocino en mi casa.

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