miércoles, 11 de noviembre de 2020

Todos mentimos

 

Todos mentimos

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Siento la necesidad de insistir con el tema de la verdad y la mentira, ahora mismo influenciada por el libro que me ha abducido y que no he parado de leer hasta terminarlo. “Apropiación indebida. Una novela sobre el amor” de la que se nos previene que la protagonista de la historia es el alter ego de la autora, Ester Nilsson vs Lena Andersson. Que podríamos ser tú o yo misma, cualquier mujer que haya estado enamorada de un hombre con esa pasión que es mitad admiración, mitad dependencia emocional. O cualquier hombre que se haya dejado seducir por la idea que tienen los hombres del amor que, lo reconozco, no sé todavía muy bien cuál es.

Pero en este libro tan real, tan cercano, tan que llega al fondo sin paliativos y sin anestesia, además de reconocernos –algunas- en la protagonista con pesadumbre e incluso cierto sentimiento de vergüenza, se relata, negro sobre blanco, los porqués de la mentira en las relaciones amorosas.

He sentido, con estremecimiento, como si la autora conociera mi patética historia amorosa, como si alguien le hubiera contado lo que padecí cuando me enamoré de un hombre que mentía con tanta tranquilidad como respiraba y mi infructuosa cruzada para llevarle a “la senda de la verdad”…

Pero después del primer capítulo ya no pensé en “X”, sino que me di cuenta de que también los rasgos psicológicos del protagonista masculino –un artista llamado Hugo Rask- coincidían con “Y”, otro amor frustrado que tuve que abandonar en la cuneta de mi camino. Y ya, sin solución de continuidad, multitud exagerada de los avatares de la terrible historia de amor/dependencia de una mujer inteligente pero poco práctica, culta pero desmemoriada y libre aunque dañada en su infancia (la protagonista) venían a corresponderse sospechosamente con cualquiera de las relaciones amoroso/flageladoras que he tenido en mi vida.

Quizá es que buscamos que nos mientan para no tener que sufrir con la verdad porque cuanto más salen al exterior los defectos de la persona amada más nos empeñamos en cubrirlos con mentiras piadosas que nos permitan seguir amándola sin reprendernos por cometer tamaño error.

Quizá también busquemos nosotros mismos mentir al otro dejando en la trastienda del inconsciente –o en los cajones del armario, bien a la vista- la miseria que nos viste por dentro, los pecados que hemos cometido, los errores que nos hemos negado a reconocer y, lo peor de todo, esa luz de bondad que nos hemos empeñado en mantener apagada por miedo a que alguien nos la oscureciera.

Mentimos al decir “te quiero” si lo que realmente sentimos es “te necesito”. También se miente –muy impunemente- por omisión con los silencios que huelen mal y que dejamos que intoxiquen la relación.

La gente que vive en la mentira como escudo defensivo o como arma arrojadiza tampoco abunda en las relaciones de amistad. Ni el amor ni la amistad se mantienen con esos cimientos. Si no tienes amigos, plantéatelo. Y si la persona a la que crees amar tampoco los tiene…plantéatelo dos veces.

“La gente miente para ser libre. La gente miente si sabe que no la van a dejar en paz en caso de que diga la verdad. La gente miente cuando otros se arrogan el derecho de ponerla contra las cuerdas en nombre de la verdad. La mentira como vía de escape frente a la impecable rectitud se convierte en un acto de resistencia contra una moralidad con pretensiones totalitarias.” Lena Andersson “Apropiación indebida”.

Felices los felices.

LaAlquimista

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