viernes, 11 de febrero de 2022

¡Apaga y vámonos!

 

Apaga y vámonos!

Se acaba el año. Ya está exprimido el calendario hasta la última gota o “apurado el cáliz hasta las heces”. Rien ne va plus, mesdames et messieurs.

Por la fecha me toca decir algo inteligente o gracioso o las dos cosas si pudiera, pero la verdad “pura amén” es que ha sido una mierda de año en general –por culpa de la pandemia que habita entre nosotros- y un desastre en particular gracias a “los pollos sin cabeza” –pero con bastón de mando- que nos han vuelto a todos medio locos con el “ahora sí, ahora no” de sus decretazos y amenazas que, al final, se quedaron en agua de borrajas y todas las multas retiradas porque eran una cacicada infumable.

Lo que quiero significar primero de todo es que si la Covid-19 nos ha golpeado a nosotros, a nuestra familia o a personas de nuestro entorno, el primer párrafo queda suavecito para lo que imagino pensarán quienes se han visto afectados. Pero si ha habido suerte y no nos ha tocado esa lotería, tampoco deberíamos cantar victoria alegremente ya que seremos sobrevivientes, sí, pero muy tocados del ala.

Y como no sé cómo les ha ido el año a los demás, ya que la gente se calla lo que le rompe el alma, tendré –una vez más- que hablar únicamente de mí misma, que es manera segura de que nadie me venga con reclamaciones de que si se han dado por aludidas o aludidos o ambas cosas a la vez.

Mi resumen del año es nefasto tirando a surrealista. Es decir, que ha sido extraordinariamente malo, pero por circunstancias que han sobrepasado lo real, impulsando lo irracional a través de un inconsciente desmadejado.  No sé si me explico, pero tanto da porque a políticos y gerifaltes tampoco se les ha entendido nada y ahí siguen ellos, tan tranquilos, dispuestos a brindar por un año más –no por un año nuevo, porque todos los años ya han sido inventados- desde sus asientos con cojines blanditos.

Que quiero decir que, personalmente en persona,-como decía el gran personaje de Camilleri, el ínclito Catarella- yo no he estado mal porque me han ingresado religiosamente cada día veinticinco la pensión que me corresponde, no me ha dolido nada del cuerpo que necesitara asistencia sanitaria, ni la vida me ha puesto una multa que no pudiera pagar. De los otros males, los del alma o como se les quiera llamar, he ido tan bien servida como siempre, revolviéndome como gato panza arriba o bufando como la naturaleza me ha enseñado. A veces –pocas- me he puesto en “modo zen” y otras –las más- en “modo avión”, gestionando mis emociones de la mejor manera posible cuando me ha tocado aguantar a gente que no sabe qué hacer con las suyas y van dando molinetes por la vida como si los demás tuviéramos la culpa de que a ellos les duelan los callos.

¿He sido mejor este año que el año pasado? ¿Me he ganado los regalos de Reyes? Tengo respuestas para todo, una panoplia completa de armas defensivas u ofensivas según toque en el menú del día.

Este año he perdido y he ganado, como siempre desde que tengo uso de razón. He perdido “amigos” entre comillas y he ganado PAZ con mayúsculas. He perdido cosas materiales que me han arrebatado –porque siempre hay alguien amigo de lo ajeno- y he ganado tranquilidad al darme cuenta de que  no me hacían tanta falta como yo creía.

He perdido la partida de alguna relación familiar –ya que no hay nada más difícil que llevarse bien con la propia tribu-, pero a cambio he ganado luz y espacio interior para dedicar mi energía en personas que sí saben valorar mis esfuerzos… por pequeños que estos sean.

De nuevo los hámsteres seguirán –seguiremos- pedaleando la ruedecilla sin fin de la pequeña jaula en la que vivimos con el sueño –tan humano- de ser libres en nuestro pensar y caminar. Así nos va, así nos seguirá yendo. Por eso no me siento con más fuerzas que para cerrar el año con un: “¡Apaga y vámonos!” Y me comeré las uvas cuando en España ya sean las siete de la mañana, que eso sí que va a ser surrealista si se me ocurra llamar a mi gente para decirles Feliz Año Nuevo a esas horas.

Felices los felices, malgré tout.

LaAlquimista

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