viernes, 19 de febrero de 2021

Ese pájaro llamado amor

 

Ese pájaro llamado amor

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El amor es como el pájaro del cuento de esa niña encogida en su cama, mojado el rostro de lágrimas, secándosele el corazón y se cuela ese dulce pajarillo por la ventana una noche de finales de invierno. Despistado e indiferente, rozan sus alas de refilón el cristal, reclama atención con su galante aleteo y enjuga esa lágrima depositada en el alfeizar con la primera sonrisa, ésa que nos condena al enamoramiento.

A la mañana siguiente, sigue estando ahí, en el huequecillo calentito que hay entre la cortina y la pared, descansando, sin pedir nada aparentemente, tan sólo entona un dulce piar. Y nos conmueve la emoción de lo dulce y lo sencillo y en ese momento nos sabemos perdidos, dulcemente perdidos.

Ese pájaro llamado amor hará su nido de pasión en nuestra cama, al batir sus alas moverá el aire frío alrededor convirtiéndolo en bruma tórrida, aventando cualquier grisura anterior, abrirá la puerta mohosa de nuestros ensueños a un nuevo mundo luminoso , como príncipe de cuento o héroe homérico, y convertirá en radiantes las hasta entonces solitarias, grises y plomizas madrugadas. Haremos de él el paradigma de todos los símiles y adjetivos que se usan para la poesía vulgar: eclosión natural, milagro eterno, prodigio sublime, presente divino, descubrimiento de la luz o de un dios al que adorar.

Inspirará poemas desde la tierra reseca del corazón, hará brotar el manantial oculto que mana sonrisas, borrará cual vendaval furioso las viejas penas y teñirá con colores las sombras que visten cada rutina.

Y aun así nos engañará porque somos ansiosos de ser engañados; escucharemos su canto de sirena sin descubrir a la gorgona que sonríe aviesa oculta entre sus cabellos de falsa princesa. El amor querrá ser, una vez más y siempre, ese espejismo perfeccionado en el corazón que hará desaparecer la luz de una alarma, el atisbo quejoso que lance la mente en su misión de protegernos de este espejismo y cualquier otro mal.

Se contentará al principio, ese pájaro llamado amor,  con el mimo dulce y cotidiano como alimento, pero enseguida pedirá más y más con sus gorjeos y por saciar su hambre vieja, de otro tiempo, de otra vida, esa exigencia será aceptada, cadenas dulces de dulce esclavitud, libertad entregada con las manos abiertas, el corazón abierto, el alma abierta, todo será poco hasta que estampe su pico voraz contra los cristales.

Igual que en aquella película de terror que todos hemos visto y nadie ha olvidado, dejaremos de ser protagonistas inoportunos y seremos actores invitados; quizás secundarios prescindibles o simplemente figurantes sin nombre ni destino.

Y el pájaro inquietante -llamado amor- tomará su regalo, ya transformado en urraca y seguirá su vuelo, migrante eterno del aire y roguemos por no estar presentes en el momento en que despliegue sus alas y, como vino, sin anunciarse, se vaya volando por la ventana abierta, abandonando a la niña* del cuento,  para cantar en otro hueco, para piar en otras sábanas.

Cuando el amor se vaya que quede la ventana abierta. !Hay tantos pájaros en el cielo… ¡

*También hay niños soñadores, solitarios y necesitados de amor, vaya que sí.

Felices los felices.

LaAlquimista

*Hoy tampoco he hablado del bicho

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