lunes, 15 de febrero de 2021

Está muy feo colarse

 

Está muy feo colarse

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Si es que estaba cantado, si se veía venir en este país de pícaros, chanchulleros, trileros y aprovechategis que todos los que tuvieran la sartén por el mango no iban a ponerse en la fila y esperar honestamente resistiendo la tentación de colarse.

A ver, que no señalo a nadie con el dedo y esto que me hago no son más que preguntas retóricas, como por ejemplo: ¿Esperará la Jefatura del Estado –junto con toda su familia y adláteres- para recibir la vacuna a cuando les llamen del Ambulatorio según les toque por edad? ¿Harán la cola como Dios manda nuestros políticos electos, esos que tienen buen sueldo pagado por los contribuyentes, para recibir la vacuna contra la Covid-19? (Los generales del ejército parece que ya están dando -otra vez-la nota.)

Son dudas razonables las mías –y me consta que no soy la única que las alberga- ya que comienzan a “chivarse” de quienes están “colándose” gracias a su posición privilegiada en cuanto a jerarquías profesionales. Se veía venir, no sé de qué me asombro, francamente. En este país ni somos todos iguales ante la Ley ni parece que vayamos a ser iguales ante el ente sanitario que corresponda.

Yo me imagino a mí misma como directora de algo importante –no sé, un Hospital, una Delegación del Gobierno, un Banco o concejala del Ayuntamiento o con cargo en una Diputación-, como persona con PODER, digo, y… ¿de verdad me resistiría a utilizar mi posición privilegiada para vacunarme antes que “el pueblo llano”? ¿Y los ricos, los millonarios, los famosos y las celebrities…, no intentarán –ellos también- encontrar el atajo para vacunarse lo antes posible?

Estoy pensando con la cabeza y una ya tiene una edad y ha visto hasta lo que no está escrito. Fueron malos años los 50 y 60 en este país cuando había bofetadas para conseguir estreptomicina (y antibióticos en general) y fueron demasiados los niños de familias con poca capacidad económica que fallecieron por no tener acceso a la medicación que otros, los ricos, sí podían procurarse. En 1944 llegó la penicilina a España con cuentagotas –está documentado y de ahí he sacado el dato- y la fueron acaparando los que más poder tenían, así que… ¿no ocurrirá ahora algo similar a lo que pasó entonces?

Va a ser tentación casi irresistible la de colarse –el que pueda hacerlo- ya que me imagino que todos deseamos que  nuestros familiares vulnerables sean los primeros y nosotros, que tanto nos queremos, seamos los siguientes. Pero visto lo visto, parece ser que esto va a ser como un zoco oriental: a grito pelado para llamar la atención, pero con regateos y trapicheos en la trastienda. Al tiempo.

En realidad la vida es una continua pelea entre la conciencia y el deber, entre el deseo y lo ético, entre el “porque yo lo valgo” y el “es lo que hay”.  De aquí a unos meses habrá dos Españas otra vez: la que ha conseguido vacunarse y la que aúlla a la puerta del ambulatorio. Al tiempo.

Yo ya les he dicho a mis hijas que me temo que no me darán el “pasaporte de vacunación”  hasta 2022 y que tendremos que seguir queriéndonos y abrazándonos a distancia, es decir, Smartphone de por medio.

¡Y pensar que hace unos meses casi nadie quería vacunarse hasta que no lo hicieran los otros! Si es que no hay por dónde agarrarnos…

Felices los felices.

LaAlquimista

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