viernes, 19 de febrero de 2021

Se me ha pasado San Valentín

 

Se me ha pasado San Valentín

Con lo que soy yo para estas cosas de las fechas no sé qué mosca (no) me ha picado este año que se me ha pasado la fecha del amor por antonomasia, que ayer por la noche, al filo del pijama y el edredón, me dio como un vahído existencial al darme cuenta de que, OMG, no he celebrado el catorce de febrero como mandan los cañones.

Y pensarán los malpensados; ¿y qué más te da a ti si no tienes pareja que llevarte a la boca? Y yo les diré que no vayan de listillos que San Valentín no es el patrón de los matrimonios ni de las parejas de hecho o de cohecho sino el bendecidor de los E NA MO RA DOS. A ver si aprendemos a diferenciar de una vez por todas.

Porque yo enamorada estoy un rato largo, que a mí el corazón se me sobresalta y me palpita alocado varias veces cada día empujado por las emociones esas que dicen que dan al ser humano el puntito de alegría, felicidad, bienestar y satisfacción que proporcionan las feromonas alborotadas.

A ver, que hay que saber diferenciar, no vayamos a meter la gamba y engañarnos a nosotros mismos –o a alguien que esté enfrente-, que el enamoramiento es una cosa y puede acabar en los brazos del amor…o no. No confundamos, que cuando escucho a una pareja decir: “pues nosotros seguimos enamorados después de treinta y siete años como el primer día”, me atraganto como cuando el champán se te va por el otro lado.

Que no, que eso que se siente al cabo de los lustros no es enamoramiento ya, porque no puede serlo, faltaría más que las hormonas siguieran en activo después de tanto trabajo/desgaste en común, que eso tiene su momento, como el truco para hacer un huevo pasado por agua.

Hubo un tiempo en que yo también confundí la gimnasia con la magnesia o el enamoramiento con el amor hasta que leí el libro de Francesco Alberoni “Enamoramiento y amor”, que coincidió exactamente con el tiempo en que “mi primer amor para toda la vida” dejó de llamarme y luego lo vi dándose el lote con una amiga en lo oscuro de la discoteca. Ya me he ido por las ramas intentando acordarme de cómo se llamaba aquel muchacho tan guapo y tan alto… (Nada, que no consigo recordarlo).

El caso es que, hoy mismo, lunes 15 de Febrero, voy a celebrar el día de los enamorados como si no hubiera un mañana, que eso es algo que ningún amante, novio o marido te puede garantizar. A mi manera, como todo lo que yo hago, y sin pelearme con nadie.

La verdad es que tampoco me importa tanto haberme librado de aquella costumbre tan casposa de regalar algo porque el dueño de Galerías Preciados tuvo la genial idea de introducir en este país la costumbre de que los novios compraran un regalo a sus novias en fecha señalada y que lo hicieran en sus almacenes. Un visionario, Pepín Fernández. (Con ese nombre no podía ser otra cosa en este país)

Así que si tu pareja –esa con la que te peleas cada mañana y con la que no hablas más que para pedirle que te pase la sal- te ha regalado ayer “algo”, ojo al parche, que hay muchas alhajas con dientes. O si tú misma (o mismo) has hecho un regalito “por cumplir”, pues como que mejor te lo hagas mirar porque ya no son edades para andar con engañifas.

Yo sigo enamoradísima, y eso que los cincuenta –ni los sesenta, vamos- ya no los cumplo, pero de la vida. Y que ahí me las den todas…

Felices los felices. (Y los enamorados)

LaAlquimista

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*Hoy tampoco he hablado del bicho.

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