martes, 17 de febrero de 2015

Creo que se me ve el plumero



No hace mucho, una persona que ya no me quiere pero que de vez en cuando habla conmigo, me expresó su disgusto por la forma y manera en que me muestro en este blog escribiendo sin pudor alguno sobre cosas íntimas y personales… Dejando de lado la cuestión de qué le importará a esa persona lo que yo cuento o dejo de contar, como nunca tiro directamente a la papelera los comentarios que me desagradan sino que primero les doy vueltas a ver si puedo aprovechar algo, he llegado a la siguiente conclusión después de un rato de reflexión.

Me he visto a mí misma leyendo un blog cualquiera de los varios que sigo asiduamente y debo reconocer que, en cada uno de ellos, en cualquier párrafo, he podido sentirme identificada con las palabras del autor, con las ideas de quien maneja la pluma, empática con sentires o puntos de vista y, sobre todo, reflejada en una inquietud común a tantos seres humanos. Pero nunca he sentido vergüenza ajena porque alguien tenga la suficiente valentía como para compartirse desde lo más íntimo y mucho menos se me ha ocurrido juzgar a quien así actúa.

Cuando alguien ridiculiza a las mujeres cincuentonas y divorciadas (clasificación social entre la que me cuento) le busco al texto el punto de fuga para tener una perspectiva que me permita aprender algo (que siempre se aprende, doy fe). Cuando alguien hace mofa y befa de una idea que me conmueve por dentro y por fuera (como el movimiento 15-M) intento leer hasta el final la crítica e intento todavía más situarme en los zapatos de quien así habla para comprender y aprender aunque me ponga de mal humor.

A todos los que compartimos nuestras ideas, nuestro profundo sentir a través de esta palestra mágica e inacabable que es Internet, se nos ve enseguida el plumero. Es imposible ocultarlo o disfrazar las palabras o cubrirlas de pátinas políticamente correctas; a poco que se rasque sale la verdadera esencia del escribidor y no hay nada que hacer.



Por eso le contesté a esa persona -que ya no me quiere pero que sigue intentando meter alguna que otra cuña en mi vida por los pocos resquicios que le han ido quedando- que mejor que no siga leyendo mi blog… no vaya a ser que se le pegue algo y luego no sepa qué hacer con ello. O que la crítica la haga públicamente en forma de comentario en vez de agarrar el teléfono y calentarme la oreja en privado. Jamás he dicho que sólo acepte halagos y quien así piense que haga la prueba y verá cómo “aguanto el tirón”.

¡Sólo faltaría que yo escribiera un blog que va dirigido mayormente a personas maduras, mayores de cincuenta, con inquietudes profundas y cuestionamientos existenciales y lo hiciera desde la superficialidad y sin poner nada de mi yo más íntimo y personal! ¿Es acaso posible expresar opiniones, contar experiencias, reflexionar en público sin poner ni una pizca de la propia esencia en ello? Noli me tangere, que diría aquél…

Feliz día para todos; incluso para quienes me leen cada mañana buscándole tres pies al gato (o a mí las cosquillas…J)

En fin.

LaAlquimista

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