miércoles, 4 de febrero de 2015

La luna llena y mis malas costumbres

 

Dicen que conforme se van cumpliendo años, el ser humano se arraiga en hábitos, costumbres y manías difíciles de erradicar e imposibles de comprender desde fuera. Dicen. Y yo me miro en el espejo –en ese espejo que pesa poco y siempre llevo conmigo- y me pregunto: “¿yo también?”

Pero no puedo reflexionar de esto en soledad porque acabaré, seguro, siendo jueza benévola de mí misma, tomando por “lógico y normal” lo que yo he metido en ese casillero, mientras que los demás pueden pensar que soy una mujer llena de manías y costumbres extrañas.

Como la de no ver nunca la televisión. Como la de usar platos para el pan y reposa-cubiertos para no manchar el mantel (siempre con mantel). Como la de decir te quiero todos los días o como la de celebrar la luna llena todos los meses. Tonterías, mis tonterías.

Ayer noche la luna estaba esplendorosa –como lo había sido el día entero- y no era de recibo meterse en casa con la anochecida, sino ponerla en el punto de mira y caminar por calles desde donde su luz me pudiera guiar. La luna llena aviva las pasiones, despierta a los amantes, propicia encuentros; y también inventa poemas melancólicos, araña nostalgias, reconcome el alma.

Y es la misma luna para todos, pero hay quien se esfuerza por darle un sentido positivo a la vida y busca y rebusca motivos y manías para ser un poco más feliz, mientras que otros apartan ilusiones y se encierran entre las cuatro paredes de una desdeñosa soledad.

Ayer, plenilunio hermoso, hablé con varias personas a lo largo del día: personas cercanas, amigas o simplemente conocidas. Y metí mi cuña: “¿Y la luna llena…la vas a celebrar?”. Desde quien no lleva la cuenta de en qué fase está –qué tontería-, pasando por la indiferencia, hasta llegar al gesto impaciente –supongo- de quien piensa que “ya estás tú con tus manías”. Por suerte, surgió quien fue capaz de quitarse el pijama, volverse a vestir y salir a compartir un par de horas de amigable y enriquecedora charla bajo la luna.

De vuelta a casa, ya no había necesidad alguna de ponerse a aullar.

En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/ 
LaAlquimista

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