viernes, 4 de abril de 2014

Diario de una cincuentona marchosa



A la vejez, viruelas. Pues no se les ha ocurrido en casa otra cosa que regalarme un Diario, sí, de aquellos antiguos, con su candadito que se abre con un palillo de dientes, con la pretensión de que escriba mis cosas, como si me hiciera falta un retorno al pasado adolescente, con lo que me costó superar aquellos años nefandos… Tal parece que les divierte verme inclinada sobre el cuadernito de marras con mi pluma en ristre –eso sí, conservo como oro en paño y con el plumín engrasado la Montblanc que me regaló mi padre allá por los sesenta-, sacando la punta de la lengua por la comisura de los labios, afanada y circunspecta. (O eso se creen ellos) Supongo que luego, mientras hago mi siesta preceptiva (por prescripción mía obviamente), hurgarán en el librillo en cuestión para cumplir fielmente con su papel. Si es que son como críos… En fin.

“Miércoles 9 de Marzo de 2011.-

Hoy me he despertado contenta. Como para no estarlo con los sueños tan estupendos que he tenido… Supongo que será por la peli que me vi ayer noche en el ordenador, en la intimidad de mi cama, con mis cascos y sin aguantar anuncios ni humos. “Son de mar” de Bigas Luna, mala adaptación del libro del amigo Manuel Vicent , pero que no deja de tener su “aquél” además de los recuerdos sabrosos que me trae. Y como estaba contenta en vez de lavarme el pelo en la ducha, he salido escopeteada a la pelu de abajo que siempre tienen un huequecillo para las de toda la vida. Y qué gusto, por Dios, con un capuchino que te traen del bar de al lado, y el masaje en la cabeza que casi me quedo dormida otra vez de lo feliz que estaba.

Ya era casi mediodía cuando he salido, más guapa que un sanluis de palo y con el solecito enredándoseme en eli pelo. He llegado hasta la puerta del colmado de la esquina y la mano de mi ángel de la guarda me ha parado en seco. ¿Me voy a meter entre yogures y acelgas con lo guapa que estoy? ¡Ni hablar! Así que he decidido en un segundo lo que me convenía, es decir, media vuelta y a enfilar mis pasos hacia el mar, a ver si la marea estaba alta o baja, que es información primordial para pasar el día.

Una cuadrilla de recién jubilados –no más de sesenta y cinco años- foráneos, pero de una provincia cercana, se afanaban junto a la barandilla del paseo haciéndose hacerse fotos con el mar y el cielo azul de fondo. Me he ofrecido –amable y dispuesta que es una- para inmortalizar al grupo y, charla que te charla, que si eres de aquí, que si dónde se puede comer bien –y barato- pues me han invitado a acompañarles y allí que me he ido con ellos. Cinco matrimonios, tres viudas y cuatro viudos, ¡impares!... así que “me he pedido” al alto, pelazo blanco, sonrisa picarona y gafas de sol pijas sobre el flequillo. Los matrimonios no paraban de hablar por el móvil –supongo que con su prole relatándoles la belleza circundante- mientras el resto del personal se dedicaba a reir y dar pequeños saltos, supongo que para demostrar su buena forma física.
¡El móvil…! Con las prisas de la pelu me lo he dejado en casa… ¡la comida!, pero si no la he hecho… jajaja “los donuts, la cartera…(A hacer puñetas todo)

Sí, ya sé que volví a casa a las nueve de la noche y con una sonrisa de oreja a oreja; sí ya sé que os hice un corte de mangas cuando me preguntasteis que dónde había estado (dónde y con quién, qué manía) y ahora, cuando leáis esto –que seguro que lo leéis- os dedico otro más –corte de mangas- y os informo de que el sábado me largo a Navarra a pasar el día; que he quedado.”

Plasta de familia.

En fin.


LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

Post escrito hace tres años. ¡No he cambiado tanto!


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