miércoles, 30 de abril de 2014

La Inteligencia Emocional nos va a solucionar la papeleta

 
A veces se pone de moda lo que lleva de toda la vida dando vueltas por el pasillo de casa y cuando vemos que lo publicitan y le dan bombo y platillo decimos: “anda, pero si eso es más viejo que el hilo negro…” y nos queda la duda de si somos unos adelantados a nuestro tiempo o que los demás no se enteran de nada. Eso de la I.E. (Inteligencia Emocional) lo empecé a estudiar yo –aunque fuera superficialmente- allá por el año 95, a partir del famoso libro “Inteligencia emocional” de Daniel Goleman. Ya por aquel entonces empezaban a sustituirse los famosos “Test de Coeficiente Intelectual” por otros más adaptados a las teorías de Salovey y Mayer del año 1990.

Decían estos eruditos del tema que Inteligencia Emocional es “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones”.

De ahí han surgido miles –y no exagero- de libros de autoayuda sobre el tema escritos por todos los estudiosos y enteradillos del asunto (unos con más éxito que otros), pero todos han podido abrirse paso en el mercado editorial, en las asesorías de empresas y en el famoso “coaching” que es como se le llama ahora a lo que antes se le llamaba “que alguien te enseñe a hacer las cosas bien”.

Como tengo hecho (y rehecho) mi test de I.E. –la última vez hace pocos meses- ya sé a qué atenerme con respecto a las posibilidades reales que tengo en el área experiencial y estratégica; también sé cómo ando de percepción, facilitación, comprensión y manejo emocional. Esto es como interpretar el resultado de la analítica que te hacen una vez al año en la empresa… que siempre quieres estar entre los valores medios y no destacar en ninguno por si las moscas.

Así que no tengo excusa alguna para no adaptarme a la situación actual llamada “crisis económica”, que puede verse ampliada con una incursión poco deseada a la “crisis existencial”, pasando por la “crisis de valores”, pero que se verá paliada con mi gran capacidad de “resiliencia” y el inveterado optimismo que siempre me ha caracterizado para darle una patada a lo que haga falta y salir a flote una vez más.

Me ha costado darme cuenta de que si no fuera por todos estos gurus, conferenciantes, psicólogos, psiquiatras, sociólogos y advenedizos charlatanes en general y el mensaje que emanan, yo y tantos como yo, estaríamos sumidos en el más profundo desencanto y al borde de la más mísera depresión. Ese es el único mensaje que saben enviarnos; que aprendamos a aguantar como jabatos lo que nos han echado encima con un buen entendimiento entre el neocórtex y el sistema límbico. Ni te dan peces ni te enseñan a pescar; simplemente, te enseñan a ayunar.

En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50
LaAlquimista

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