martes, 8 de abril de 2014

Nunca es tarde para aprender buenos modales


Seguro que lo hizo sin querer, como un reflejo incontrolado debido a su propio nerviosismo, pero me sentó como un tiro. Resulta que estaba el otro día con mis hijas en una sucursal bancaria de esas en las que, en vez de coger número y esperar tiempo y tiempo, te tienes que poner en fila de uno y avanzar a paso tortuga hasta tu destino final, que por lo menos haces amistades comentando con el de delante o con la de atrás la subida de la luz o la nueva novia del dueño de Playboy, ese anciano que toma la píldora mágica masculina tres veces por semana para poder cumplir como un machote.

El caso es que andábamos peleándonos con el cajero automático que ahora tiene la función de ingresar dinero y te devuelve una y otra vez los billetes como no los metas milimétricamente alineados, cuando se me acerca una señora de poca más edad que la mía y me espeta señalando al cajero de hierro y metal: “¿Se cogen ahí los números?” y a mí es que se me escapó, de verdad, contestarle de igual manera, señalándole a la larga fila de personas que esperaban frente a los mostradores, “Aquí no hay números, aquí se hace la cola”.

Ante mi tono desabrido la señora en cuestión me miró de mala manera y me dijo: “Oye…¡¡¡¡”, con el tono admonitorio de que no he sido todo lo amable que ella esperaba. Pero vamos a ver, señora mía, que usted ni ha dicho buenos días, ni por favor, ni disculpad, que así, sin anestesia, se ha metido en un grupo de tres personas y ha pretendido que se le solucionara su duda, haciendo gala de una ausencia de educación total y absoluta.

Mis hijas me miran con el ceño fruncido y sé que me juzgan por lo bajini, pero saben perfectamente que los modales, las formas son necesarias y así exijo que sea, porque si no nos acabaremos convirtiendo en asilvestrados sociales. Como cuando vas por la calle y te aborda un chaval (o chavala) y sin más te suelta: “¿Tienes hora?”… cómo que tienes hora, ni hora ni puñetas tengo para ti que no sabes pedir las cosas. Ya ni te cuento los foráneos que se dirigen a ti como si llevaras un cartelito de guía turístico y sueltan a bocajarro lo primero que se les ocurre; que donde está la Catedral o por donde se va a lo viejo y luego no te dan ni las gracias.

Y a todos les digo lo mismo. ¿No sabe usted pedir las cosas como está mandado? - “Buenos días, ¿me podría decir la hora?, hayDisculpe señora, sería tan amable de indicarme por dónde queda la playa de la Concha? , o por favor, estoy buscando un taxi, ¿sabe usted dónde  una parada por aquí cerca?”
Buenos días, por favor, me permite, sería tan amable, disculpe la molestia… parecen frases de las novelas decimonónicas fuera de catálogo. Y no. Están en el diccionario todavía, no están fuera de uso en ningún caso.

Llevo años, pero cuando digo años, digo toda la vida comprobándolo. Vete tú a Francia e intenta que alguien te mire a la cara sin haber dicho antes: “Bonjour”. Atrévete a pedir una barra de pan si no es por favor, entra en una tienda sin saludar o márchate sin despedirte…

Ve tú a Londres y no digas “Good morning, ni thank you por todas las esquinas, y el “sorry” doscientas veces al día, vamos, igual que aquí, ya te digo…

En fin

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50
LaAlquimista

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