martes, 8 de abril de 2014

La mejor lotería, la salud

 
Hoy sale el gordo y ayer fue tema obligado el: “¿qué harías tú si te tocara la lotería…?” e igual para cuando se lean estas líneas mis hijas y yo somos millonarias, pero previendo que Murphy haga cumplir su Ley como hace cada año y nos deje a dos velas voy a soñar un poco en voz alta.

Cuando era pequeña me acuerdo de que, por estas fechas, andaban mi madre y mi abuela con una actividad frenética cambiándose participaciones de lotería; que dile a la amona que no se olvide que tengo aquí la lotería del Banco y que ella me tiene que dar la de la farmacia de Manolita. Oye, Cecilita, recuérdale a tu madre que me guarde cinco pesetas de la lotería del Economato y yo le daré otro tanto de la parroquia de San Ignacio. Y así todo el rato, con papeles arriba y abajo y números apuntados por todas partes. Luego había que esperar al día 23 a comprar el periódico para repasar la lista de “la pedrea” y ver si nos había tocado lo puesto o un poquillo más.

Pero se jugaba por costumbre, porque era de obligado cumplimiento el rito social de intercambiarse unas pesetillas como un juego inofensivo, aunque algunas veces se generasen enfados porque a alguien se le había olvidado ofrecer lotería y, claro, eso igual lo has hecho adrede, por si os toca a vosotros para que nos fastidiemos los demás.

Sin embargo, en tiempos de poca bonanza, como son los que atravesamos, cuando ya somos legión los descreídos en ninguna fe que no sea la de la nevera llena –o el Fondo de Inversión seguro-, cuando nos estamos retirando del mercado laboral con pensiones ridículas, cuando nuestros hijos llegan a los treinta sin saber lo que es un salario decente, ¿cómo es posible que se sigan gastando cientos de miles de euros en un juego cuyas posibilidades de ganancia son tan ridículamente pequeñas?

Me decía uno el otro día: -Bueno, total ya, de perdidos al río, yo me he comprado veinte décimos. Y otra añadía: -Pues yo, entre pitos y flautas no bajo de los trescientos euros… -¿Y tú? Pues yo… yo entono el mea culpa por haber comprado tres décimos –dos para mis hijas y uno para mí- con el firme deseo pedido con los puños apretados y los ojos cerrados muy fuerte de que me toque, como todos los años me viene tocando por estas fechas, una serie completa de salud y energía.

Que son los mejores activos para disfrutar de la vida y sus encantos. Y la lotería que les toque a los otros.

Por cierto que, dicen los ateos, una prueba irrefutable de que no existe el dios con mayúsculas, es que la lotería siempre les toca a los ricos. Los que salen en la tele pegando saltos y brindando con cava del barato no son los millonarios de verdad sino los que han jugado un decimito y punto. Los otros, los de “El Gordo” de verdad, los que siguen enriqueciéndose mientras el pueblo aúlla, se callan la boca y lo celebran a puerta cerrada con los de siempre.

En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50
LaAlquimista

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