No tengo ningún “plan” ni para el sábado ni para el domingo; nadie ha llamado a mi puerta para decirme me apetece estar contigo, qué ganas de verte o, simplemente, yo también estoy solo ¿compartimos la bendita soledad?, así que –porque soy previsora y me balanceo como un junco cuando arrecia el viento- dispongo mi ánimo desde ya mismo, que son las ocho de la mañana del sábado, para aprovechar este tiempo aparentemente vacío que se presenta ante mí.
Sé que me quedan aún unos cuantos instantes de esos del gran bagaje que tuve algún día; desperdigados por mi interior vagan algunos desorientados, haciéndome cosquillas al amanecer, reclamando en silencio y con ojos tristes –como mi perro Elur de buena mañana- un poco de atención, un poco de deseo para volverles a insuflar la vida. Sueños y deseos, anhelos y retos, los restos de todos los naufragios pulidos y oliendo a la lavanda interior… este fin de semana toca hacer los deberes y voy a ponerlos a todos en fila para tener una pequeña y amigable charla.
Lo necesito.
Y creo que vosotros también. (Los sueños, digo)
Lo necesito.
Y creo que vosotros también. (Los sueños, digo)
En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/
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