martes, 16 de diciembre de 2014

Sevilla, luna llena y poesía


 
 
Dame una noche tibia de fin de septiembre en Sevilla, con el último sueño del verano acariciando el reflejo del primer sueño del otoño; dame un recuerdo por estrenar y dos horas de tiempo para inventar la vida. Dame amigos y cariño, dame música, dame alegría y, para que todo sea perfecto, dame también poesía.

 Marta (Fernández Portillo) es joven y es poeta; es de Triana y es guapa como la noche de jazmines y esas vírgenes que los sevillanos adoran cantar.

Marta tiene reservado un espacio en mi tiempo, con sus letras y su fuerza, y yo no lo sabía...hasta esta noche de luna llena y poesía.

 
 
“Cantes de ida”

 No me dejes              Muda

Fría. Estéril.       Sin sentido

No me dejes con mi brújula

                         (suicida)

Oscura

Entre árboles iguales

No me sueltes en esta

Cucaña infinita

Circo enjabonado.

 
No me empujes a lo hondo

con cemento en los bolsillos.

No le quites

el tapón

a la bahía”.        

 
La noche empieza en “El perro andaluz”, sala surrealista en la calle de Bustos Tavera, donde entramos de la mano y salimos con las alas desplegadas. Noche de luna llena y poesía; noche de amores que siguen estando vivos porque así lo quiere la poeta; morirían de otra forma si nadie los cantara con música de voz quebrada.

 Marta desgrana su poesía sintiéndola desde el vientre; con música compuesta a la sombra de sus letras, las palabras invaden la noche y hacen enmudecer al público entregado. Se sirven cervezas que se beben con cuidado, no se escape ninguna rima desgarrada de su sitio y haga ruido al caer. Ella no lee sus poemas como otros rapsodas desgranan versos desde el papel; ella los arroja -a la cara- fuera de su cuerpo como el aire que le sobra. Los siente, los versos, desde la sangre y así se le escapan, así los deja marchar, agonizando en cada estrofa.


 
Marta ha publicado un libro: “Extraviada”, que ahora guardo en mi bolsillo, dedicado. Y en el alma el recuerdo de la poesía. La noche murió envuelta en nubes que arroparon una luna grande y fría. Algunos amantes acudieron a la cita; otros, como siempre, cerraron las ventanas para no sentir lo que ocurría fuera, para ahogar durmiendo lo que pugnaba por dentro. La vida es menos sin poesía.

 
“Punto de fuga”

 
Que mi boca se abra y no pare

Mi cuaderno de sábanas que abrazan y escupen.

Que me salga el amor y la ira, la condena y el tedio

Mis tobillos morados pegados a tierra.

Que las palabras me vuelvan para ponerlas al filo

Que la música me conjure

Que la música me conjure

Que mi boca se abra y no pare”

 
Gracias, Marta, por empujar a una mujer “extraviada” dentro de la profunda poesía que emanas.

 (Y la noche siguió su rumbo, camino de casa, mientras Sevilla se mojaba de agua regalada por el Ayuntamiento).

 
En fin.

 
LaAlquimista

 
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