Ya lo siento; siempre me toca “dar la nota”, pero es que no puedo evitar ser así. Ahora que se acaba el año, anda el personal acordándose de aquello de “año nuevo, vida nueva” y, sacando a airear la conciencia, empiezan a rebuscar unos cuantos propósitos de la enmienda para compensar los “pecadillos” que tan a gusto les han acompañado durante los últimos doce meses. Y hablo en tercera persona del plural porque servidora no tiene la más mínima intención –ni necesidad- de dejar de hacer las cosas que me resultan agradables.
Lista de propósitos más comunes (y que para Semana Santa forman parte del baúl de los recuerdos)
1.- Ponerse a dieta. ¡JA! Pero vamos a ver: ¿acaso no necesitamos la comida rica, abundante, hipercalórica o sabrosa de verdad para mantenernos dentro de nuestra tranquilidad y equilibrio personal y social? Pues eso, menos tonterías y menos sacrificios estériles. Si quieres adelgazar pégate una buena tanda de disgustos y ya verás que efectivo…
2.- Dejar de fumar. Que no, que si fumas porque te gusta y las toses matutinas son aguantables, déjalo estar. Fumar es un placer donde los haya (lo dice una que ha fumado durante más de treinta años) y si algún día se tira el mechero para siempre no será un uno de Enero, faltaría más, con lo necesario que es el tabaco después de cualquier exceso…
3.- Aprender inglés. Pues como que tampoco. Los idiomas se aprenden de pequeños, en el tiempo escolar; a estas alturas de la película es un esfuerzo de titanes ponerse con los libros otra vez –con casi cualquier tipo de estudio- y si no vas a irte a vivir a un país de habla anglosajona mejor no perder el tiempo, el dinero y la paciencia. Que aprendan ellos…
4.- Romper con fulanito (o fulanita).- Aquí ya empezamos a hablar en serio, esto no es asunto baladí y entra en juego la autoestima, la supervivencia (anímica) y muchas cosas importantes más. Cuando de cortar una relación tóxica se trata, no hay que andarse con remilgos ni contemplaciones. (Argumento: no me pongo a dieta, ni dejo de fumar, ni aprenderé inglés, pero lo que es…con “x” no vuelvo a ir ni a la esquina a robar pasteles. ¡Por éstas!)
5.- Ir al gimnasio. Bueno, aburrimiento donde los haya, no adelgazarás ni cincuenta gramos en tres meses. Eso sí, se te pondrán los brazos como barras de hierro (importante para llevar más peso en las bolsas de la compra), las piernas como piedras (eso no sé para qué sirve) y podrás pasárselo por el morro a las amigas que están tan felices sin masoquismos innecesarios… Bueno, vale, es sano hacer ejercicio, pero para eso no hace falta ponerse mallas ni hacer máquinas escuchando una música atronadora que te puede volver loco. Ahí está la naturaleza, el monte, tus piernas y no hace falta más. (Y gratis, que se me olvidaba decirlo)
6.- Hacer el viaje a Egipto. (O a Nueva York, o a las Rías Bajas). Solemos decir: “de este año no pasa” y eso que sabemos que es el viaje de nuestra vida y llevamos SIGLOS soñando con él, pero ya se sabe: que si es muy caro, que si no nos coinciden las vacaciones, que si con quién dejamos al perro, que si no es buen momento para pedir otro crédito…
Y se me ocurren unos cuantos motivos más de propósitos comunes y corrientes que todos hemos formulado algún treinta y uno de Diciembre y que hemos desechado –como tonterías inalcanzables- antes del treinta y uno de enero.
Así que ya hace muchos años que dejé de empeñarme en “misiones imposibles”. Excepto el punto “4”, que me parece vital, el resto lo he ido soslayando sin remordimiento alguno y tan sólo puedo decir que dejé de fumar un mes de julio y que no me pongo retos “sociales” para quedar bien conmigo misma. Ya me gusto lo bastante como soy en estos momentos…
El único propósito para el Año Nuevo es seguir siendo igual de consciente -o un poquito más- que este año que se acaba. Con eso me basta para darme el aprobado como ser humano...
En fin.
LaAlquimista
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