miércoles, 23 de julio de 2014

Nadie quiere una vida vulgar



Los miércoles me tomo el día libre. En mitad de la semana laborable hago un pequeño paréntesis y “me retiro a mis aposentos”. Pero como no me gusta dejar este blog abandonado publico algo ligero que no me mueva a responder a los comentarios de los participantes.

El caso es que, estas últimas semanas, he ido publicando un relato titulado “El divorcio de Lola”, en el que se narran en primera persona

las cuitas de una mujer que, traspasados los cincuenta, decide agarrar el toro por los cuernos y poner su vida patas arriba. Después de cada capítulo, he ido pidiendo “ayuda” literaria a los lectores de forma que, dejando volar la imaginación –o quizás una proyección personal- de cada uno, fuera conformándose un relato más o menos interactivo o, simplemente, real como la vida misma.

Pero no; no ha sido así en absoluto. Las contribuciones, aunque imaginativas, han sido sorprendentes. Nadie quería ver a Lola –y a Damián, su marido- como lo que son, personas vulgares y corrientes, y se les ha ido dotando de rocambolescas posibilidades hasta llegar a convertir su vida en un verdadero “culebrón”.

Hasta ahí todo más o menos predecible. Pero ayer, un participante dijo –por fin- lo que se tenía que haber dicho desde el principio; es decir, que la vida de Lola es vulgar, aburrida y que ella misma no es paradigma de ningún modelo a seguir ni a envidiar.

“Lola”, pobre de mi Lola inventada, tan real como la vida misma…

¿Quién quiere una vida vulgar? ¿Quién no sueña con ser“diferente” de los demás aunque sea en algo muy pequeño y bueno para sentirse un poquito más feliz?

“El divorcio de Lola” nos cuenta nuestra propia vida. O casi. Está lleno de topicazos desechables porque son lo que hemos vivido toda una generación y que nos ha costado quitarnos de encima, como si fuera la maldición de la caspa. Hijos de nuestro tiempo, modelos de una educación e (in)cultura que nos abrumó y que, sobre todo y lo más terrible, nos enseñó a agachar la cabeza, a conformarnos, a tener miedo y callar.

De aquellos polvos, estos lodos –dicen-, y es ahora el momento de enfrentarnos a nuestra propia historia, a no renegar de la responsabilidad intransferible de tener una vida vulgar y corriente, como la de esta “Lola” que, con los cincuenta cumplidos, se da cuenta de que no puede más, de que está harta, de que quiere volar…aunque sea para volverse a estrellar, pero con la necesidad de, tan siquiera por una vez en la vida, haberlo intentado.

No tengo demasiada imaginación para escribir relatos –y mucho menos una novela. Escribo siempre de lo que sé, de lo que vivo y padezco, de lo que observo alrededor. No quiere decir esto que mis palabras reflejen siempre una situación personal, sería IMPOSIBLE que me ocurrieran tantas vicisitudes, pero sí que reconozco que no soy más que una “escribidora” que toma nota de lo que ocurre para ordenarlo con palabras y que no quede desperdigado en la desmemoria habitual.

Es tan sencilla y corriente nuestra propia vida… que cuando la vemos reflejada nos puede parecer hasta vulgar. Ya lo siento.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:


Foto: Cecilia Casado

No hay comentarios:

Publicar un comentario