miércoles, 16 de julio de 2014

Obras son amores y no buenas razones



Hay personas que jamás hacen una promesa, que se guardan sus sentimientos en lo más hondo, bajo siete llaves, no vaya a ser que alguien los pisotee, no vaya a ser que alguien los comparta y llegue el amor y después el desamor y el dolor y el sufrimiento. Como una hermosa flor relegada al interior del corazón, donde no llega la luz del sol ni la brisa de la tarde, morirá.

Hay personas que una vez amaron –o dos o tres- y les hicieron daño. Y ya nunca más han vuelto a confiar en los sentimientos de los otros; por miedo y prevención de repetir la mala historia se retraen en sus aposentos emocionales y allí viven, cómodos aunque aburridos.

El miedo es el agente paralizador más potente que existe para el ser humano. Por miedo no se actúa, por miedo se omite, por miedo uno puede convertirse en “otro”, en un desconocido que invade la propia personalidad. Como en una mala película de serie B, ya no eres el protagonista de tu propio guión sino que estás “abducido”, “poseído”, o simplemente tumbado a la bartola afectivamente.

Obras son amores y no buenas razones. ¿Quién no ha escuchado hermosas palabras de amor poco consecuentes con lo que venía después? El piropo cariñoso antes del silencio ominoso. Una carta llena de promesas acariciadoras y la ausencia después, ofensiva.

Hubo un tiempo en el que guardé las cartas de amor. Las que me escribieron hombres que dijeron amarme, en el tiempo añorado en el que las palabras daban fe en un papel de los sentimientos del corazón. Cartas escritas a mano, temblorosas palabras algunas, firmes promesas de amor eterno otras. Alguna vez las volvía a leer, sobre todo cuando me sentía abrumada por la soledad, y como si quisiera recordarme a mí misma que alguna vez me habían amado, que allí, en aquellos papeles amarillentos estaba la prueba…

Y ahora son tiempos en los que el amor está ausente del orden del día de las personas adultas, mayores como yo que voy a cumplir los sesenta, donde ya no se escriben cartas porque ni sabemos siquiera la dirección real de la gente, justo el apellido y ya eso es mucho. Un tiempo en el que no se ha memorizado el número de teléfono de la gente con la que se habla, ni hay fotos en la mesilla de noche, ni una pequeña flor seca entre las páginas de un libro, porque las acciones, las “obras” han traspasado el plano real para refugiarse en lo cómodamente virtual.

¿Dónde están las flores que huelen para adornar mi habitación? ¿Acaso me hace más feliz un video de youtube con gente que canta al amor en vez de la voz, el contacto, el olor de una persona?

Mis cartas de amor están ahora guardadas en carpetas del servidor de correo electrónico de mi ordenador. Ya no puedo llorar mientras las leo y recuerdo porque no me inspiran nada…

Una historia de amor no debería quedar para la posteridad guardada en imágenes en un teléfono móvil, en conversaciones tecleadas, en mensajes crípticos, cortos, inanes.

Una historia de amor sólo puede ser como antes: con besos y abrazos reales, con la piel tocándose, con el silencio compartido en el mismo atardecer. Paseando un domingo por la mañana, ensuciando la cocina mientras el puchero anticipa el placer de comer de a dos, siendo dos, juntos, pero siendo…

Sin embargo, y desgraciadamente para muchas personas que seguimos creyendo en el amor, éste se ha reducido a razones. Hoy te quiero porque PIENSO que esto está bien, hoy te evito porque PIENSO que necesito estar solo. “Me conviene esta relación” o “estoy cómodo con esta persona” y el pavoroso “cada uno en su casa y Dios en la de todos”..Valorando los pros y los contras, en un puro ejercicio de egoísmo absurdo por el que se pierde mucho más de lo que se gana: una supuesta tranquilidad ausente de calor humano e ilusión compartida. Una victoria pírrica.

Harta estoy de tantas “razones” que me regalan diciéndome que soy una mujer estupenda y bla bla bla. Harta estoy de ver alrededor que el amor se escapa a tantas personas por miedo… simplemente a vivirlo.

En fin.

LaAlquimista

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Post escrito y publicado en Julio 2013

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