martes, 5 de agosto de 2014

El monstruo que todos llevamos dentro


Vacaciones y lectura son conceptos inseparables para quienes tenemos muy clara nuestra lista de prioridades aplicable al tiempo de ocio. El placer comienza en la elección del libro a degustar; como un cocinero sibarita que va al mercado de buena mañana a la caza y captura del producto de temporada fresco y delicioso, así recorren mis ojos ávidamente los estantes de la biblioteca municipal con ciertos deseos en la “lista de la compra” pero siempre dispuesta a dejarme tentar por lo inesperado. Ya con el libro elegido en la mano, acariciándolo y anticipando el disfrute, el siguiente paso consiste en la elección del lugar y el momento adecuado. Justo después de la hora de la siesta y el frondoso jardín me parecen el entorno y momento idóneos; una silla medio reclinable y los pies sobre la yerba hacen el resto.

Características:

• Funciona con motor y batería de 6v

• Acelerador en el pie y freno eléctrico

• Alcanza una velocidad de 3.2 Km./h

• Batería y cargador incluidos

• Marcha adelante y marcha atrás

• Faros imitación xenón

Medidas: 89,5 X 64,5 X 70

Peso: 13,5 Kg.

Del respingo, el libro “El país de las mujeres” de Gioconda Belli, salta por los aires mientras un subidón de adrenalina hace que mi corazón se desboque hacia la estratosfera. Un bramido –mezcla de coche de Fórmula 1 y burro al que apalean los ijares- surge desde el jardín vecino invadiéndolo todo: el espacio, el tiempo y cualquier otra dimensión imaginable. Oteando entre el seto de pinos cipreses que separa mi vida del resto del mundo observo el engendro artífice de tamaño estruendo tripulado por una criatura del sexo masculino y cara de protagonista de un road movie de clase b. Se desliza por el empedrado que circunda la propiedad –la suya-, llega hasta el murete final (con el que topa de frente y sin paliativos), mete marcha atrás (ver características) y alcanza su velocidad de crucero al son de los “bruummm,bruummm” emitidos por el feliz piloto.

Una y otra vez, durante más de veinte minutos, la dulce criatura disfruta de los privilegios de la infancia gracias a la muy rentable inversión de su parentela que les permite librarse del infante sin riesgo alguno (aunque no lleve casco no creo que pueda volcar) durante el tiempo de carga total de la batería del invento.

Odio a los padres, odio a los niños, odio al fabricante de la mierda de juguete ese, odio mi mala suerte, odio al monstruo que todos tenemos dentro y que –en esta tarde que se adivinaba (y deseaba) maravillosa- pugna por salir para cometer cualquier desaguisado.

Cruzo los dedos y elevo mis ojos en muda plegaria al cielo. Calculo las posibilidades del azar y las de una batería de seis voltios. Me encomiendo a Gioconda Belli e imagino mi cuerpo elevándose por los aires, alejándose de la mujer que está sentada con un libro en el regazo y con la cabeza reclinada sobre el hombro derecho. A pleno rendimiento quedan 8 minutos más. A partir de ese momento comienza a escucharse el petardeo inconfundible de una batería que empieza a agonizar.

Doy las gracias a quien sea mientras en el jardín de al lado se escucha el grito desesperado del infante: “Papaaaaa, que el buga se ha quedao sin pilas….!!!”

Qué difícil es acceder a la cultura libremente en este país.

En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

*Post escrito y publicado en Julio 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario