martes, 5 de agosto de 2014

Tomaduras de pelo


La verdad es que, con la edad, no he aprendido gran cosa; sí, ya sé que “debería”, pero es que las lecciones que ofrece la vida las he dejado pasar porque si lo aprendo todo luego ya no tengo que ir más a clase y…¿qué haría? Bromas aparte, hay cosas que no aprenderé jamás, aunque viva cien años, que espero que no. Una de ellas es saber cuándo me están tomando el pelo y cuándo no; quizás es que me falta sentido del humor, ya se sabe, esa rigidez típicamente vasca que me hace entornar los ojos, arrugar el entrecejo y pensar que no entiendo nada. Me pasa en lo cotidiano, me pasa en lo importante y me pasa en el amor.

Que me tomo las cosas muy en serio, porque soy una mujer seria, y no capto los matices superficiales del asunto o interpreto de manera literal lo que puede ser tomado de varias formas superficiales y ahí me doy el golpe yo sola sin remedio. ¿Ejemplos? Uf, a montones.

Desde que me llamen de la tele vasca para participar en un debate y cuando llego me digan: “tú quítale la palabra a los de enfrente y con eso ya vale”, cuando yo pensaba que aquello iba en serio, tonta de mí. Hasta que un tipo con el que estuve varios años saliendo, con anillo de brillante y todo, me dijera un buen día que “no estaba preparado para el compromiso” y yo que pensaba que aquello iba en serio, tonta de mí.

Será que me toman el pelo porque tengo mucho, que si fuera hombre y luciera calva pelada no se atreverían conmigo, digo yo. También me ocurre que soy de las que paga religiosamente todo lo que gasta de un bien común y hay que ver la cara que se me pone cuando veo que los demás se escaquean vilmente y se ríen a mi cara por “ser tan ingenua”. ¡Vaya por Dios, otra tomadura de pelo más!

Sin contar con que casi voy a cumplir los sesenta y todavía no he sido capaz de comprender por qué la gente dice una cosa y luego hace todo lo contrario, por qué quien habla de amor (incluso de amor a DIOS) es incapaz de amar a quien tiene más cerca, cómo se incumplen promesas deshaciéndose de ellas sin pestañear apenas, como si las hubiera formulado otra persona diferente de la que tienes delante, que te mira con cara de y a mí qué me cuentas… Y luego la gente se pelea por un quítame allá esas pajas, por un qué dirán, por un qué pensarán y lo verdaderamente importante, la honestidad, la lealtad, quedan ridiculizadas en los temas que son vitales.

A mí es que es muy fácil tomarme el pelo, de verdad, lo puede conseguir prácticamente cualquiera que se haya ganado mi confianza y mi cariño. ¡Qué le vamos a hacer!

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

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Post escrito y publicado en Julio 2012



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