Una luna llena, que seguro será magnífica, disfrutable en la soledad de cualquier monte en compañía silenciosa –pero activa-, dejando que la piel y los sentidos se impregnen de esa luz única y mortal, un hito cada veintiocho días, que no es tanto para el amor… mezclarla con fuegos antinaturales (sinónimo de artificial), ruidos atorrantes, gentío y marabunta jugando al empujón antes y después de engullir grasa 100% de sabores diversos en cucurucho o tarrina, es algo de locos.
Y es que tengo la malísima suerte de no tener a dónde escaparme esos días, atada al “marco incomparable” en fiestas que me ponen de los pelos, quisiera huir como una cobarde y que me borren si quieren del padrón municipal por traidora, pero no puedo con ello, tengo más de cincuenta años, un poco de compasión…
La ciudad invadida –de día y de noche-, los trenes, topos y autobuses trasegando gente a paletadas de todos los puntos de la provincia, muchedumbre paseante, empujante, sofocante, atorrante, sin hacer nada más que dibujar círculos concéntricos entre la barandilla y el kiosko, puente arriba, puente abajo, consumiendo helados y bocadillos de tortilla (traídos de casa, a ver, con los precios que se gasta la hostelería), empujando cochecitos de niños de dos en dos, paraguas colgando por si llueve…
Quisiera que alguien me ayudase, por favor, mira que lo digo con tiempo, un alma caritativa que venga a rescatarme y, si hace falta, me agarre de la melena y me saque por la ventana y me lleve lejos, lejos…donde no llegue el ruido de la verbena, pero sí la luz de la luna…
En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50
LaAlquimista
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario