miércoles, 20 de agosto de 2014

Elige cuidadosamente a tus amigos



Este es un tema peliagudo donde los haya y eso que parece que es una verdad de Perogrullo, pero mucho me temo que no lo es tanto.

Casi con toda probabilidad que el primer círculo de amigos al que accedimos fue al del grupito del colegio; casi siempre del mismo sexo, fuimos acercándonos a la compañera de pupitre, al compañero de juegos, buscando la afinidad siempre: los de gafas con los de gafas, los empollones juntos y aislados de los demás, las niñas tontas haciendo camarilla y las peleonas en la esquina del patio. Igual no había mucho donde elegir, igual es que ya empezábamos a ser selectivos pero siempre había el “rarito” que prefería estar solo a juntarse con los demás.

El grupo te arrastraba, qué duda cabe, y no pocos fueron los esfuerzos para integrarse cómodamente o, caso no poco frecuente, para poder desligarse de él y seguir el camino elegido. Y así fuimos pasando del colegio al instituto o a la universidad y luego al trabajo y fueron apareciendo amigos de aquí y de allá, ya más escogidos, ya más unidos por afinidad manifiesta: ideas e ideologías, valores e intereses, afanes y utopías.

Treinta años después no han sido pocas las amistades que se han quedado en el camino; rotas o perdidas, despreciadas o simplemente despistadas, seguramente sean más los amigos del pasado que los amigos del presente, esos que AHORA son muy importantes para nosotros y que conforman el soporte afectivo y emocional necesario para seguir caminando.

Personalmente ya he aprendido –y lo mío me ha costado, muchas lágrimas también- a saber quiénes son amigos de verdad y quiénes no hicieron otra cosa que engrosar el “monto social” que todos arrastramos queriendo o sin querer. Amigos por compromiso, de esos a los que tienes que invitar por tu cumpleaños porque ellos siempre te invitaban al suyo y ninguna de las partes acudía al festejo con alegría. Amigos colaterales, porque son el marido o la mujer de alguien que nos es más cercano y que “viene en el lote”,pero que no aporta nada en absoluto a la relación. Amigos circunstanciales, de esos que conoces en un avión o en un tren y con los que hay una conexión fugaz y con los que descubrimos después que no nos apetece seguir manteniendo el contacto. Amigos interesados, que tan sólo asoman la nariz cuando necesitan algo o se encuentran en una situación comprometida. Amigos que no merecen llamarse amigos.

Parecería terriblemente injusto hacer una lista de todos nuestros “amigos” e ir tachando nombres; ir juzgándoles y condenándoles al destierro del olvido afectivo. Y sin embargo, quizás no quede otro remedio que hacer esa “limpia” si vamos arrastrando alguna relación que ya hemos comprobado que no es “sana”. Tomar distancia no es nada difícil; basta con dejar de contactar y cuando nos llamen decir que “no nos viene bien”. A la segunda vez, o nos plantarán cara o, lo más usual, dejarán de llamarnos. En cualquier caso, más vale dejar las cosas claras y no engañarnos a nosotros mismos.

Obviamente este camino tiene dos direcciones: aquella en la que nos “libramos” de los amigos innecesarios y aquella otra en la que otras personas se “libran” de nosotros. Que sea compensado y equilibrado es importante…

Aunque también hay personas que no tienen amigos. Pero no los tienen porque no quieren tenerlos, porque no los necesitan, porque así sienten que se ahorran disgustos, molestias e inconvenientes, aunque alguna vez, cuando la vida les golpea, puedan echar en falta una mano amiga que les ayude a caminar. Dicen estas personas, porque conozco a alguna, que están desencantados del género humano, que confiar no trae más que quebraderos de cabeza y que mejor estar solo que mal acompañado.

Me ha dado en pensar que estas personas que no tienen amigos tampoco tienen mucho que hacer conmigo…porque ¿en calidad de qué estarían a mi lado?

En realidad el mejor truco para tener buenos amigos es comportarse con ellos de la manera en que queremos que se comporten con nosotros. Ofrecer lo que se tiene y aceptar lo que te dan, un quid pro quo equilibrado –sin llevar las cuentas- y siempre con la alegría de DAR y COMPARTIR.

AHORA puedo elegir cuidadosamente a las personas que quiero estén a mi lado y que coinciden felizmente con las personas que a mi lado quieren estar.

En fin.
LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:



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