Un requiebro de tu voz, tan fuerte, tan hermosa, cuando pronuncias mi nombre y parece que quisieras acariciarlo, me hace sospechar que me sigues amando.
El espacio entre tú y yo. Hueco hasta ahora mismo y llenándose de un beso; un beso que son todos los besos que habíamos guardado para este momento en que empezamos a sentir que no hemos dejado de amarnos ni un solo día.
Es el momento de las palabras, porque el silencio es demasiado sagrado y se adivinaría todo el amor guardado en su sagrario. Palabras para contar, palabras para llorar, palabras para perdonar y pedir perdón, palabras, finalmente, de amor.
Hemos abierto las puertas tímidamente, como amantes que tienen miedo de reconocerse en lo no dicho, en lo escondido, en el tiempo perdido sin haber expuesto el amor.
Antes de la piel, antes del deseo, en el momento exacto en que he visto que llorabas por dentro, he sabido que todavía me sigues amando…
LaAlquimista
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