miércoles, 6 de agosto de 2014

Todavía me sigues amando...



Un requiebro de tu voz, tan fuerte, tan hermosa, cuando pronuncias mi nombre y parece que quisieras acariciarlo, me hace sospechar que me sigues amando.

Me miras entonces desde el fondo de tus ojos que se niegan a pestañear mientras me invitan a pasar al interior de tu alma y creo adivinar que me sigues amando.

Tu mano inicia una caricia temerosa sobre mi piel y activa los recuerdos de cuando eran amigas tu piel y la mía, y el estremecimiento de tus dedos me avisa de que me sigues amando.

El espacio entre tú y yo. Hueco hasta ahora mismo y llenándose de un beso; un beso que son todos los besos que habíamos guardado para este momento en que empezamos a sentir que no hemos dejado de amarnos ni un solo día.

Es el momento de las palabras, porque el silencio es demasiado sagrado y se adivinaría todo el amor guardado en su sagrario. Palabras para contar, palabras para llorar, palabras para perdonar y pedir perdón, palabras, finalmente, de amor.

Hemos dejado en un rincón del jardín tu mente y la mía al pie de un rosal que se está abriendo al verano que se anuncia. Dos mentes racionales, llenas de ideas confusas, pensamientos prolijos y parámetros contradictorios. Tu mente y la mía, eternas enfrentadas, caballos desbocados huyendo del corazón común que ha escapado despavorido de la cruenta batalla librada durante el invierno.

Hemos abierto las puertas tímidamente, como amantes que tienen miedo de reconocerse en lo no dicho, en lo escondido, en el tiempo perdido sin haber expuesto el amor.

Antes de la piel, antes del deseo, en el momento exacto en que he visto que llorabas por dentro, he sabido que todavía me sigues amando…

LaAlquimista

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Post escrito y publicado en Julio 2012



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