martes, 7 de julio de 2020

BITÁCORA ESTIVAL Día 15

 
Cuando una se acostumbra a no usar reloj, ni mucho menos despertador, el cerebro reserva su capacidad de “estar alerta” para cuando se le da la orden. Es decir: pongo la alarma a las 6 de la mañana para ir al aeropuerto y me dan las doce, la una las dos y las tres con las antenas tiesas. Luego, al filo de las cuatro es cuando te duermes como un tronco y no escuchas el pitido de la alarma. Así que llego a la T-1 justo cuando están desembarcando los viajeros y allí la veo, tan guapa como siempre, alta, rubia, explotando en sonrisas incluso detrás de su mascarilla negra. No hemos parado de hablar en todo el día a excepción de las casi dos horas de modorra que nos ha asaltado después de la comida. Ella, que es vegetariana, se flexibiliza cuando está conmigo para hacerme feliz compartiendo un pulpo a feira riquísimo (gracias Mercadona). Es bueno ser tolerante…excepto con los intolerantes, claro está. Qué placer compartir la piscina, el jardín y los mosquitos de la tarde. Y ponernos guapas y hacernos las pintureras mientras cenamos el plato ritual en el restaurante de toda la vida que ya ni es la misma la fideuá ni mantiene su carisma el lugar, pero a nosotras qué más nos da si estamos felices y contentas de reencontrarnos después de tres meses sin vernos. A veces hablo de mis hijas como si fueran mis amantes, me doy cuenta de que me puede la pasión aunque ya no me dejan comérmelas a besos como cuando eran pequeñas. Somos las madres (y algunos padres) quienes enseñamos a los hijos las primeras caricias, el olor de la piel, la alegría de los besos y la felicidad de los abrazos antes de que ellos, por su cuenta, los vuelvan a reencontrar más adelante teñido todo ese amor de pulsión sexual. A mí no me “achucharon” de pequeña y tuve que aprender a marchas forzadas a partir de los quince, menos mal que he recuperado los abrazos perdidos aunque nunca son demasiados ni suficientes… La tertulia se alarga con un paseo por la playa, hay luna llena, otro regalo de la vida, el momento presente es el que cuenta, no dejes para mañana los cariños que puedas tener hoy… Felices los felices. Fotografía: La luna en la playa.

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