viernes, 24 de julio de 2020

Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible

Lo que no puede ser, no puede ser

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Soy lectora contumaz, no hay actividad hoy en día que me guste practicar más que una buena lectura en sacrosanto silencio, con aire puro como única compañía y algo de beber por si me apetece darme el gusto. Pero durante las largas tardes y noches del pasado confinamiento, los libros se han comportado conmigo como algunos amantes de penoso recuerdo: escurridizos, volubles y con gatillazos incluidos. Yo estaba dispuesta y dedicada, pero ellos –los libros- no estaban por la labor.
Me ha fallado la concentración –dicen que ha sido un mal general entre la poco abundante población lectora de este país- y tuve que ir “bajando el listón” de mis autores favoritos hasta otros de menor enjundia, vamos, más livianos, ligeros o –por usar el último eufemismo de la lista- de esos a los que siempre dan los premios que venden mucho.
Pero ha habido un libro –no diré su autor por si un día viene a mi ciudad a dar una conferencia y le llevo alguno de sus obras para que me la dedique- que me ha dejado hechos papilla… los sesos de pensar. Como gelatina se me han quedado en las largas horas intermitentes en las que he intentado, una y otra vez, adentrarme en la línea de su novela, de la que me atrajo el título por provocador y sugerente.
Es un autor español, famosillo antes de ser famoso, cuidadoso antes de lanzarse a la experimentación literaria; joven no es porque es de mi quinta. Diré únicamente que nació en la hermosa Galicia.
Me recuerda a esos artistas que dan lo mejor de sí por florecer y expresar sus sentires mediante una creación artística –que también lo es la del escritor-; con el tiempo y muchos afanes interpuestos consiguen que les patrocine algún mecenas con muchos hilos que mover y puertas que entornar y, una vez conseguido el caché que da beneficios, se dedican a experimentar de manera incomprensible para todos…excepto para ellos.
Con este libro –insisto en que no daré el título- me ha pasado como con algunas personas; que no las comprendo pero que me atraen, que no termino de sentirme a gusto con ellas pero que siento una “atracción fatal”, que lo intento una y otra vez y siempre salgo trasquilada.
Es entonces cuando me pongo en posición desfavorable hacia mí misma. Que si no cuajo con alguien es “por mi culpa”, que si no consigo que una amistad tire para adelante es porque soy “demasiado exigente”, que si alguien me da la espalda es porque “algo habré hecho mal”. Soy tonta, luego me doy cuenta, porque entre culpabilizarme de los fracasos que competen a dos personas o echarle toda la culpa al otro hay un espacio intermedio donde habita una lógica inapelable, que no es otra que la de que “no todos tienen que caerme bien ni yo tengo que caer bien a todos”.
Punto final. No le demos más vueltas porque se nos harán los sesos gelatina escudriñando actitudes o examinando al microscopio reacciones propias o ajenas. La gente viene y va, los afectos son como los yogures –con fecha de caducidad-, nada  permanece ni tiene garantía de durabilidad. ¿O acaso se nos ha olvidado que todo lleva su obsolescencia programada? Nada dura, ni el amor, ni la amistad, ni el cariño, ni los escritores que antes te han gustado y ahora no entiendes ni harta de vino.
Así que ahí lo he dejado (el libro de marras); tres veces lo he intentado –que ya es decir- y no he conseguido pasar del capítulo titulado “El calvario del campeón”. (Vaya ya he dado una pista, está claro que quería decirlo)
Se queda el libro sin leer para los restos. Hay que saber aceptar la realidad y cuando lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Con las personas, también.
Felices los felices.
LaAlquimista
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2 comentarios:

  1. Quizá, lo que no entendamos ahora, es porque no forma parte de nuestro "universo" particular.
    Quizá, llegue el día que de repente todo tome forma.
    A mí me ha pasado. (con sus efectos secundarios incluidos. Pero eso es ya otra historia)

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    Respuestas
    1. Quizás, siempre quizás...pero yo quiero comprender las cosas AHORA porque tengo las herramientas necesarias: cerebro para reflexionar y humildad para rectificar.
      No tengo tiempo que perder...
      No sé si me consuela el hecho de que también les pase a los demás...¡necesito mi propio crecimiento!
      Gracias por contestar.
      Alqui.

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