sábado, 11 de julio de 2020

BITÁCORA ESTIVAL.- Stop a la paranoia


Día 20.-(10 de Julio)
A las siete de la mañana ha caído un chaparrón rabioso; aunque ha durado poco  ha bautizado todos los coches con un agua sucia, como la que queda después de fregar el suelo de la cocina un domingo con toda la familia en casa. No quiero ni pensar de qué “estaría hecha” esa lluvia: dudo entre los sudores de la industria petrolífera o la central nuclear que hay en esta costa. Mejor nos vamos a la playa con la fresca y disfrutamos de una mar salada y limpia (no como la de ayer que no nos atrevimos ni a meter los pies). Gente, ya hay demasiada en la playa a partir de las diez. Con mascarillas muchos de ellos: bañador, móvil y mascarilla, ese es el kit playero de este verano. No sé yo… Hoy he visto por primera vez (era ya tarde para mi horario habitual) a los vendedores ambulantes que caminan por la arena: pareos, gorras, gafas y trencitas senegalesas. No he visto a las orientales que ofrecían otros años “masage, masage” porque imagino que nadie quiere que le toquen el cuerpo a la brava estando las cosas como están. Veo el panorama y me dan ganas de volverme a mi tierra, encerrarme en casa y mirar la vida por el periscopio, pero ahuyento el pensamiento porque no quiero volverme paranoica. Unos vienen en oleadas autobuseras o avioneras y otros no queremos mezclarnos con el gentío, mi distancia de seguridad idónea sería en este momento unos cien metros –lo digo con retranca, que conste. La rubia se ofrece en su exquisita juventud a los rayos solares mientras le miro y me callo la boca ya que  me ha caducado la autoridad moral de llamarle la atención por hacer lo mismo que yo hice a su edad aunque las consecuencias tuve que pagarlas bien caras. Ella sabe el peligro que corre pero piensa que no le va a tocar a ella (el cáncer de piel) al igual que yo pienso que tampoco me va a tocar “el bicho”. Nos fabricamos realidades alternativas donde nadie mande más que nosotros. Qué ilusos (o imbéciles) somos. El piso está a la venta después del fallecimiento de la matriarca de la familia y esta tarde me ha tocado abrir la puerta a una inmobiliaria y unos potenciales compradores. Les ha gustado mucho pero no han preguntado nada lo que para mí es una contradicción absoluta; así es el tema, cuando lo vendamos tendré que buscar otro cobijo en “mi otro mar” del que no estoy dispuesta a desperdirme por un quítame allá esa herencia. Nos hemos dado el gusto de cenar bien, rico y con una atención extraordinaria, los mejores profesionales de hostelería son los “de toda la vida” que miman a sus comensales en vez de esquilmarles el bolsillo. Un paseo nocturno para bajar las delicatesen y cruzar los dedos para una buena digestión. ¡Qué rico huele el mar por la noche! Otro día felices, doy gracias. Fotografía: la rubia et moi brindando por la vida.

2 comentarios:

  1. Se te ha olvidado????: "Felices los felices"!!!

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    1. Ayyy qué fallo tan tonto...es que cuando estoy con la rubia se me va el sentío...¡Gracias!

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