sábado, 25 de julio de 2020

BITÁCORA ESTIVAL.- ¿Guarros o apurados?

La imagen puede contener: árbol, planta, cielo, hierba, exterior y naturaleza
Dìa 34.- (24 de Julio)
Esta mañana he visto en la playa algo que no recuerdo haber visto en la vida; menos mal que el “encuentro” ha sido después del paseo y del maravilloso baño que sigue al mismo. Danzando al compás de las pequeñas olas, un zurullo como la copa de un pino, iba y venía con el acuoso vaivén, provocando gestos de alarma y brincos varios en los paseantes que tenían dicho desdichado encuentro. Y digo yo que algo habrá que decir al respecto ¿no? Que los humanos somos mamíferos y tenemos un tracto intestinal de unos 6,5 mts. de largo con una capacidad de…¿sigo? Mejor que no. En esta playa sucede como en las películas de Hollywood, que los protagonistas –sobre todo los muy machos- nunca tienen necesidad de ir al baño y a todos nos parece de lo más normal. ¡Con tanto pánico al coronavirus no hay baños públicos en los lugares públicos y luego pasa lo que pasa! Los temas escatológicos son tabú en casi todas partes, nadie quiere hablar de ellos por asco o repugnancia o un falso pudor que me da muchísima rabia, de verdad. No quiero imaginar el mal rato que tuvo que pasar el humano poseedor de tal “tesoro” hasta que se atrevió a meterse en el mar y hacer en el agua lo que está siempre previsto hacerlo en otro lugar. ¡Pobres varones con problemas de próstata, pobres personas con disfunciones en la vejiga! ¡Pobres enfermos de colon irritable! No me extraña que haya personas mayores que no quieran salir de casa, dirán que es por miedo al coronavirus, pero yo creo que es por miedo a que les pille una urgencia incontenible en la calle y no tengan donde dirigirse para aliviarla. Hoy no voy a hablar de lo que he comido ni cenado más que nada por un poco de “elegancia literaria”, qué menos… Se acerca el momento de mi viaje de vuelta a casa y ya noto que me voy poniendo un poco nerviosa, como cada vez que tengo que hacer zafarrancho de combate recogiendo un piso y haciendo maletas. A la tarde he ido a llenar el depósito de gasolina y hacer acopio de vermú de Reus, ese que mis amigas han valorado tanto durante años en la “Sesión Vermú” que celebrábamos en mi casa por mi cumpleaños. Mucho me temo que este año, ni fiesta ni flowers, pocas querrán venir, así que para quitarme de antemano el posible desencanto, ya digo desde ahora que rien de rien. Pero la caja de tan sabroso líquido me la llevo para mis regalitos especiales y mis aperitivos nostálgicos. La de hoy ha sido la última tarde de lectura tranquila en el jardín, la he disfrutado como los niños disfrutan los últimos lametazos dados al helado que se acaba. Hace ya demasiado calor para una norteña. Creo que necesito el sirimiri y dormir con la colcha de verano. Felices los felices. Fotografía: Mi lugar de lectura.

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