martes, 18 de noviembre de 2014

El viento lo barre todo


 

De esta zona que tanto alivio ha dado a mis penas, cuando las he tenido, lo adoro todo menos el viento. Es un aire desatado que no cesa ni de noche ni de día –como un amor viejo y su lamento-, que se cuela por las rendijas del alma y las de las ventanas mal cerradas. Obliga a protegerse, porque se alborotan los recuerdos y se enredan los cabellos con la nostalgia de las manos que en otro tiempo los acariciaban. Exponerse a él, al viento del Noroeste, que aquí se llama “serè”, te llena la boca de arena en vez de besos, los ojos de tierra que seca las lágrimas y la piel se encoge un poco más si es posible todavía.

El viento mueve las faldas de las chicas poniendo al aire sus muslos y su deseo; el viento arremolina la arena de la playa bajo los pies que andan cansados buscando ese mismo deseo. Un aire que ya no es brisa, como un aire que se ha vuelto viejo lleno de palabras viejas que pesan bajo las nubes. Nunca más volverá a ser huracán y tampoco querrá ser airecillo de la tarde; es, simplemente, viento.

El paseo vespertino por la orilla del mar se llena de pequeños picotazos en las piernas, algas y arena en un mismo torbellino. Y el ulular, que también puede ser diurno y darse en la mar, ese pitido amargo que se mete en el oído y grita alguna vieja promesa incumplida que todavía tiene fuerza para protestar. Y el bramido que produce al mezclarse con las aguas y agitarlo todo, presente y pasado en un remolino intenso de emociones inesperadas.

El viento se lo ha de llevar todo. Se llevará la tristeza que todavía me queda de lo que pudo haber sido y no fue; y las falsas alegrías que me persiguieron durante un tiempo, disfrazadas de hermosas mentiras. El viento se ha de llevar también el último rescoldo de rabia y las pavesas que no ardieron con el resentimiento del daño que sentí.

Y se llevará los recuerdos y la nostalgia, volarán en desorden emocionado los gritos del amor y los de la furia, se juntarán allá en lo alto, todo el llanto enamorado que cayó sobre los cuerpos que amé y que me amaron.

Para poder volver a empezar.

Volver a casa y sacudirse la vida y la arena del pelo, dar calor con agua caliente al frío del corazón, limpiar con espuma el último rastro de todo aquello… que no se pudo llevar el tiempo.

Hace mucho viento. Creo que es el momento de volver a salir…a la vida.

En fin.

LaAlquimista

*Post escrito desde "mi otro mar"

Por si alguien desea contactar:


No hay comentarios:

Publicar un comentario