martes, 30 de septiembre de 2014

Dejarse mimar. Un aprendizaje




Yo nunca fui una niña mimada. Ni en el sentido literal del concepto –como puede ser la benjamina de una familia o la única hembra entre hermanos varones o una hija única- ni en la acepción social entendida como tal. Cuando digo que no me mimaron estoy queriendo decir que no desarrollé la capacidad de “dejarme cuidar”, que tuve que buscarme la vida en lo afectivo sin dar nunca por sentado que había un cariño que se regalaba como cosa natural, sino que había que trabajar “el hacerse querer”.

Sé que nos ha pasado a muchísimas personas –hombre y mujeres, de mi generación o de otra- y que hemos crecido “cojos” emocionalmente en ciertos aspectos. Desde el terrible prejuicio de “los hombres no lloran”hasta el no menos dañino “si quieres algo, gánatelo”, el ambiente en el que yo crecí no regalaba nada. No tengo ánimo de hacer reproches caducados a una familia que vivió de acuerdo con los tiempos que corrían y que educó a sus hijos según lo “políticamente correcto” de entonces; es decir, con mucha mano dura y pocos cariños.

Consecuentemente, a estas alturas de la película, quienes así crecimos dimos siempre por sentado que los “mimos” eran algo superficial y, esto es lo peor, propios de personas“débiles”. Y como había que ser fuertes, pues fuertes éramos –sobre todo las mujeres de mi quinta, el germen de aquella superwoman que fue a la universidad, formó una familia, se lanzó de cabeza al mundo laboral y casi muere en el empeño. De hecho, muchas “murieron” sin darse un respiro por no demostrar debilidad, sintiendo que dejarse mimar era algo inconveniente, impropio incluso.

Difícil aprendizaje en la edad adulta, cuando ya estamos completando el ciclo y estamos en la puerta de cuidar a los nietos antes de que alguien tenga que cuidar de nosotros. ¿Nos dejaremos cuidar entonces quienes JAMÁS recibimos un mimo de más, los que hemos sobrevivido hasta la edad más que adulta sin recibir una atención afectiva desde el corazón? ¿Seremos capaces de aceptar cariño, cuidados, mimos cuando no los hemos tenido nunca? Difícil aprendizaje, sí, pero no imposible.

Hay una casta especial de seres humanos que están deseando regalar cariño, compartir la dulzura de su corazón, no marcharse de esta vida sin haber experimentado la alegría de DAR. Y también están quienes no saben dar porque nunca les enseñaron a recibir y en una mezcla de pan y ganas de comer podemos sentirnos identificados y, como alumnos tardíos de la universidad de la vida, acometer el aprendizaje de dejarse mimar. Porque seguramente tenemos cerca de nosotros a alguien que está deseando… compartir todo el cariño que, a su vez, no pudo regalar. ¿Quién me iba a decir que a mis años iba a tener que aprender a dejarme mimar?

En fin.

LaAlquimista

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