miércoles, 8 de octubre de 2014

La mala costumbre de "quedar bien"



Pues nada, que con eso de que me he operado de cataratas he podido comprobar con cuántas personas se puede contar cuando te hace falta. Es curioso, pero en situaciones tan triviales como ésta –a fin de cuentas, es una intervención quirúrgica “menor” aunque dé mucho yuyu que te sajen los ojos como si fueras un besugo- se puede recolectar material para muchas y enjundiosas reflexiones.

Mis amigas y amigos me han ofrecido dos tipos de ayuda: una, la moral con sentido práctico. Es decir: que si te hago la compra, que si te cuido al perro, que si te paso el aspirador. Otra, la real y tangible metida en tupper: es decir, un buen guiso de conejo o una pierna de cordero que se hace sola en el horno. También han venido a casa a hacerme torrijas “in situ”.O sea, todo el mundo empeñado en que engorde todavía más…

Eso sin contar con las muestras de afecto y apoyo cariñosamente “sociales” que no he dejado de valorar y agradecer. La familia bien, gracias.

Pero de lo que quiero hablar es de un amigo que, cuando se enteró que me operaban, se interesó mucho por mí y me llamó la víspera de la operación y al día siguiente y al otro y al otro y al otro. Tanta llamadita telefónica empezó a desubicarme porque, a fin de cuentas, era el típico: “hola, qué tal estás, cómo van tus ojitos, te cuidan bien, necesitas algo, vale, pues nada, te llamo mañana a ver cómo sigues” y claro, al final pues le tuve que decir:

- “Oye, pero tú…¿cómo es que me llamas TODOS LOS DÍAS?”

y el otro, como le pillé desprevenido o eso me pareció, me contestó:

-“Ah…bueno…. Pues para quedar bien…”

Así, por las buenas y sin anestesia. Aunque claro, él lo único que hizo fue responder a mi pregunta (capciosa) y ya se sabe que, quien dice lo que no debe oye lo que no quiere.

El caso es que me quedé estupefacta y no pude hacer más que…colgar el teléfono después de una susurrante despedida en la que le expliqué en treinta segundos que “quedar bien” conmigo tenía otro significado para mí y que si de verdad quería “quedar como un señor” que me enviara flores o bombones como en las películas –amén de venir a VISITARME- claro está.

Esta “sutileza” típicamente masculina no me era desconocida, ni mucho menos. ¿Qué mujer no ha tenido que tirarse de los pelos ante alguna situación similar en la que un hombre se comporta como un “manazas emocional”?

Pero el concepto en sí de “quedar bien” se me atragantó y empecé a pensar cuántas personas se habrían interesado por mi salud únicamente por ese “quedabién” que, resulta, según me cuentan, sigue estando a la orden del día entre la juventud, la gente adulta y ya ni te cuento entre los mayores tirando a viejos…

Antes se salvaba lo social con frases tipo: “muchos recuerdos de parte de fulanita”. Que venía a ser como decir que, en la comida familiar del domingo hablasteis de mí –con cotilleo incluido- y después de despacharos a gusto alguien dijo: “pues nada, cuando la veas, le das recuerdos de parte mía”. Y ya está. O se llamaba por teléfono para preguntar, indagar, hacer como que interesaba la vida ajena y acabar con un “pues hasta la próxima, ya quedaremos un día de estos” y en realidad es gente con la que no tienes ni las mínimas ganas de quedar para nada –ni ellos contigo, of course, pero que te llaman cuando se enteran de que te han operado o te ha dejado el novio. A ver qué cae.

Ahora es mucho más fácil “quedar bien”. Basta con darle al“me gusta” en el muro de Facebook o enviar un whatsapp con un mensajito de cinco palabras. Que quede constancia de que “nos importa” la otra persona…

Por lo menos, este amigo se tomaba la molestia de llamarme cada día, aunque al final…confesando sus aviesas intenciones quedó peor que si no me hubiera llamado ni una sola vez.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:


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