martes, 28 de octubre de 2014

Son las cinco de la mañana ..



Seguramente muchas personas estarán ya peleando con sus obligaciones para levantarse de la cama; seguramente serán los trabajadores “de base” –que ya sabemos que los líderes madrugan más bien poco. Yo no sé porqué mi inconsciente decide que mi cuerpo ya ha descansado lo suficiente y conecta el despertador mental si el otro, el que va a pilas, dejó de funcionar hace años, pero creo que voy acercándome a la solución del enigma. Y es que, cuando algún chirrido anda dando vueltas por mi mente, el escáner de ahí arriba lo detecta, lo separa del batiburrillo inane de pensamientos y lo pone en primera plana con interrupción del sueño incluida.

Este fin de semana ha sido intenso a lo largo y a lo ancho; profuso en cantidad y calidad, ha habido de todo. Pasando por lo superficialmente social para llegar a lo estrictamente importante, desde el viernes por la tarde me ha sido dado recorrer el camino amable de la amistad, he estado a punto de entrar en el recinto beligerante de la discusión política, he debido esquivar un par de dardos lanzados desde la distancia por un familiar que ha perdido el sentido del decoro y me han masajeado un poco el corazón quienes me quieren de verdad.

Y así no puede ser, lo juro, hay semanas enteras en las que no pasa nada digno de reseñar en la vida de una y, de repente, llega el aluvión de vivencias, suena el fijo y el móvil a la vez, no cesan de ocurrir pequeñas incidencias que me distraen del camino a seguir y, como no podía ser de otra manera, acabo despertándome a las cinco de la mañana con una serie de flecos sueltos encima del edredón.

Así que me pega el ramalazo egoísta e insolidario y me revuelvo contra los problemas ajenos que se meten en mi cama cuando estoy con la guardia baja, me digo que qué me importan las tribulaciones de otros, -que no se solucionan con que me las cuenten a mí, sino con el trabajo de quien las padece-, y que tengo que aprender a dejar expedito el canalillo que va desde mi oído izquierdo hasta mi oído derecho para que los problemas que no son míos no se me queden en la mente y me despierten antes de que mi cuerpo termine de descansar.

Voy a practicar desde ya mismo. Aunque me llamen antipática.

En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista
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